María Herrera y Mari Carmen Jiménez. /
"Cuando nació, Marta tenía dos preciosos mechones rubios ¡y lloraba con un geniazo! Todavía conserva las dos cosas: los mechones y el genio". Los tres hijos han jugado al balonmano porque en el colegio era el deporte estrella.
"Con dos añitos, Marta ya recorría España para ver competir a sus hermanos. Probó con el tenis, pero le gustan los deportes de equipo. Y a mí también: no la habría dejado ir por ahí sola. Habría ido como la madre de la Pantoja". Con 17 años dejó Málaga y se fue a Alcobendas y, después, a Francia. "Nosotros vamos cuatro veces al año porque allí está muy sola". Marta milita en el Fleury Loiret, muy cerca de Orleans.
"La ciudad es muy bonita, pero deprimente: a las seis de la tarde ya no hay nada que hacer. Marta echa de menos la vida de España, pero a cambio tiene un sueldo como Dios manda, que aquí te pagan una porquería, sobre todo siendo mujer".