No es la primera vez que se embarca en busca de una medalla olímpica. De hecho es la tercera y en su anterior participación, Londres 2012, se colgó la medalla de oro en la categoría de RSX. Pero la vida de Marina Alabau (Mairena del Aljarafe, Sevilla, 12 de julio de 1985) ha cambiado mucho desde aquel 7 de agosto de 2012, cuando miraba al cielo con una sonrisa de oreja a oreja en lo más alto del podio. Y la culpable principal de ese giro se llama Marta y el próximo mes de septiembre cumplirá tres años.
Si, Marina ha tenido que modificar su modelo de trabajo, aunque solo sea por las noches en vela, las tomas de los biberones, loas cambios de pañales y porque, ahora, el tiempo libre que le deja el agua es para cuidar de esa niña a la que quiere brindar un nuevo éxito este mes de agosto en Río de Janeiro.
En las entrevistas que ha dado recientemente, la sevillana afincada en Algeciras (Cádiz) recalca que, desde que es madre, su vida es más organizada, que la llegada de la maternidad le ha hecho tener menos flexibilidad con los horarios de los entrenamientos porque su tiempo ya no lo pertenece a ella sola.
Junto a ella, en cada paso, tanto dentro como fuera del agua, un hombre. Alex Guyader es, además de su marido y padre de la criatura, su sombra. Él es quien estuvo a su lado esos 10 meses tras el parto que tardó en recuperar su mejor nivel. A Alabau, curtida en el mundo del deporte acuático desde los 10 años, sobre todo sobre la tabla de 'windsurf' y nacida para la competición, le bastó saber que había un título en juego para conseguir la plata en Santander en el Mundial de 2014 cuando tan solo había pasado un año desde que diera a luz.
Su pequeña no estaba presente, porque, aunque en un principio se desplazaba a todos lados con ella, por motivos de comodidad, tanto para la pareja como para ellos, ahora se queda en Tarifa con los abuelos. Ese será el lugar desde donde la niña pueda seguir a través de la televisión el papel de su madre en los primeros Juegos que van a disputarse en suelo sudamericano por primera vez en la historia. Y la echará de menos, porque reconoce que, a pesar de llegar a casa reventada de cansancio por lo físico de su dedicación profesional, cuando llega lo primero que hace es tirarse al suelo para jugar con Marta.
"Ahora entreno menos horas, pero las hacemos de más calidad. Antes cogía la maleta y me iba a dar las vueltas al mundo que hicieran falta. No me importaba porque no echaba de menos mi casa. Ahora siento que tengo un hogar, una familia y cada vez me cuesta más viajar", contaba hace unos días a 'Mundo deportivo'.
En estos tiempos en los que se hacen quinielas y en la prensa se habla de quién sí volverá con las manos llenas y quién lo hará con las manos vacías, Alabau tiene claro que ser la vigente campeona no le añade presión ni estrés.
Puede ser que ese pensamiento radique en que ella siempre ha competido para disfrutar. Y que ese componente que lleva en el ADN de lucha constante es suficiente ingrediente como para pensar que ella puede hacer sonar el himno español.
Si lo hace, tal y como ella misma se ha atrevido a pronunciar, hay muchas probabilidades de que sea la última vez. Río puede ser el broche de oro a una carrera impecable de casi cuarto de siglo.
20 de enero-18 de febrero
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¿Qué me deparan los astros?