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ARCO me cambió la vida

La feria de arte contemporáneo de Madrid es el lugar tumultuoso y mercantil donde coinciden todos los jugadores del sector. Una cita para comisarios, galeristas y artistas que, para nuestros protagonistas, supuso un antes y un después

Imagen del stand de la galería Moisés Pérez Albéniz en ARCO durante el montaje. / d. r.

guillermo espinosa

Emblema de la cultura de nuestro país, ARCOMadrid nunca ha estado exenta de apoyos y críticas, de escándalos mediáticos y éxitos fulgurantes.

Pasada la resaca de su 35 aniversario, la cita internacional por antonomasia del calendario cultural español ha demostrado, en años de extrema complejidad económica, su capacidad de resistencia, su ánimo de adaptación y su manifiesta condición de escaparate del arte español y latinoamericano en el mundo.

En el contexto internacional, cuenta con el valor de ser una de las ferias más longevas -la supera Art Basel, creada en 1970- y también de haber aguantado las embestidas de un mercado internacional de marcado acento anglosajón, que ha visto proliferar ferias importantes en muchísimos países desde el comienzo del siglo XXI, tanto por la expansión internacional de Basilea (con ediciones anuales también en Miami y Hong Kong) como por el surgimiento de otras, la londinense Frieze a la cabeza, más cercanas a los centros oficiales del poder económico y coleccionista de Occidente.

Sin embargo, ARCO no parece haber perdido ninguna batalla. Sigue siendo la feria más visitada del planeta, lo que habla directamente de su importancia vital para una sociedad como la nuestra, volcada en su curiosidad por las vanguardias internacionales, pese a la insistencia de algunos sectores de la prensa en cuestionar, cada año, la presencia de piezas cuyo hermetismo o voluntad de juego conceptual se trata de ridiculizar.

Hay cosas que no cambian, pero sí hay cosas, y vidas, que ARCO ha cambiado. Y para bien. Pueden servir de muestra las personalidades de la cultura convocadas para este reportaje: su paso por la feria ha transformado sus carreras, potenciándolas y dándoles un espacio necesario en el concierto interior y exterior. Y no son los únicos: la historia de esta feria es la historia del arte que ha mostrado. Las carreras de artistas como Tàpies o Mikel Barceló se entenderían hoy de una forma diferente si no hubieran pasado por esta cita.

Este año, y bajo la batuta de Carlos Urroz, ARCOMadrid viene a ratificar un camino anterior. Es una feria más comercial, que mantiene un buen nivel en número de galerías -este año, 200- y que se consagra como cita importante para los países de Europa central. No ha conseguido -pese a los muchos intentos- ser un referente para los mercados asiático, británico o norteamericano, pero vuelve a sacar músculo como puerta del arte latinoamericano a Europa, retomando este año la fórmula del "país invitado" con Argentina.

Sigue siendo la feria de arte más visitada del planeta y también la más popular

Multiplica también sus programas: a su tradicional sección sobre galerías y artistas emergentes -llamada hoy Opening, pero creada en 1996 bajo el título de Cutting Edge-, añade este año un programa de Diálogos, comisariada por María y Lorena de Corral, donde las galerías presentan obras de dos artistas cuyos trabajos tienen vínculos o permiten discusión sobre ideas del hoy. Es una feria viva, que abre infinitas oportunidades internacionales a muchos de los que acuden a ella. Atentos a estas historias, que son buena prueba de ello.

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