No improta si vas a la playa, a la montaña, al campo... Existe una protección ideal para tu piel y para cualquier plan que tengas en mente.
Esas aguas cristalinas de Cuba, República Dominicana o las islas Maldivas invitan al relax. Pero todos estos destinos se encuentran entre el Trópico de Cáncer y el de Capricornio. Y eso significa que el sol incide desde mayor altitud, transita de forma distinta por el cielo (se alza más rápido y se mantiene más tiempo en su cénit) y lo hace en una atmósfera menos protectora. Conclusión: báñate en fotoprotector (nunca menor de SPF50) y renuévalo cada dos horas.
Aquí suponemos que lo tienes claro: hay que darse el protector media hora antes de salir de casa (nada de hacerlo cuando ya pisas la arena), renovar tras el baño o después de dos horas y media, y protegerte la cabeza con un sombrero. Lo que suele ocurrir es que te olvidas de zonas peculiares que también se queman: las orejas, el empeine de los pies o la nuca. Mete un stick en la bolsa de la playa para repasarlas.
Aquí el peligro está en tu errónea percepción del efecto del sol: tienes la sensación de que su acción es menor que en la playa. Pero que las temperaturas no sean tan altas y el vientecillo fresco acaricie tu rostro no le resta potencia, al contrario. Incluso hay un factor que aumenta su potencia: la altitud. Por cada 1.000 metros que asciendes, la incidencia de los UV aumenta hasta un 10%. Si no te proteges adecuadamente, tienes muchas más posibilidades de quemarte que en una playa.
Si has decidido visitar Florencia, París o Nueva York, no te despistes con el fotoprotector. Es lo que tiene la ciudad, que caminas por la calle y no eres consciente de que el sol te afecta de igual manera que si estuvieras en la playa. Los escaparates, las superficies cromadas de los coches... hacen que los UV reboten. El sol de ciudad tiene una tasa de reverberación de hasta el 15%. Y con un problema añadido: la contaminación.
Se han hecho un hueco en el memoria colectiva y resulta difícil pensar que no son verdad. Toma nota, porque son peligrosos.
Cuando está nublado, no hace falta protegerse tanto. ¡Mentira! Más de un 80% de los rayos UV son capaces de atravesar la nubes en un día encapotado. Y cuando lo hacen, la neblina baja de la atmósfera puede multiplicar su efecto porque funciona como un amplificador. Así que, aunque no tengas la sensación del sol quemando, lo que llega a tu piel es tan dañino como cualquier otro día.
Si llegas morena a la playa, ya no te quemas. ¡Mentira! Si crees que someter a tu piel a la agresión de una cabina de rayos UVA va a prepararla para la playa, es que has vivido en Marte. Los rayos UVA son los culpables de que el melanoma haya aumentado su incidencia hasta un 38% en los últimos 25 años. De hecho, broncearse en cabina aumenta el riesgo de cáncer hasta un 20%.
Si te has achicharrado, no pasa nada. ¡Mentira! Puedes seguir negando la evidencia, pero lo que estás padeciendo se parece mucho a una quemadura de primer grado: piel enrojecida, ampollas, dolor, sensación febril... Son signos de una lesión de la que tu cuerpo intenta deshacerse, pelándose porque esas células tienen el ADN dañado. Actúa cuanto antes con productos específicos para calmar y ayudar a su regeneración.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?