Ante una piel cuyos mecanismos empiezan a fallar, una sobrecarga de cortisol, la hormona del estrés, resulta demoledora. Pero si tienes la sensación de que no llegas a todo y que tu vida es puro malabarismo para conjugar niños, trabajo en la oficina y en casa, y amigas, puedes estar segura de que el estrés forma parte esencial de tu vida. ¿Y qué significa eso para tu piel? Pues el problema es que " el cortisol rompe el colágeno, que es el soporte fundamental de la estructura de tu rostro y contribuye activamente al descolgamiento cutáneo y a la aparición de arrugas", señala la dra. Doris Day, experta de Olay.
Es un adversario inesperado. Pero los estudios científicos acaban de demostrar que acelera el proceso de envejecimiento de la piel de la misma forma que los rayos UV. Y fundamentalmente afecta a la hiperpigmentación de la piel. Doris Day se lo encontró en su consulta del Upper East Side neoyorquino: "Instructores de spinning y mujeres que acudían a bikram yoga (que se realiza a más de 40 ºC) cinco veces a la semana y que no se saltaban jamas su fotoprotector SPF50 empezaron a mostrar decoloraciones en la piel y rojeces persistentes".
Lo que tenían en común era, precisamente, estar sometidos al calor de forma constante. Un estudio de la Universidad Nacional de Seúl descubrió que exponerse a una temperatura alta durante 30 minutos tres veces a la semana es suficiente para cambiar la piel en menos de seis semanas. El problema es que reduce los niveles de antioxidantes y rompe la estructura de proteínas como el colágeno y la elastina. Así que aléjate de calefacciones, planchas y secadores.
En este momento, compararte a ti misma con fotos de hace 10 años es más doloroso que encontrar una arruga en el espejo. A mediados de esta década es cuando la ley de la gravedad empieza a delatarte. La culpa es de los fibroblastos, responsables de producir colágeno y elastina, las dos sustancias que establecen los pilares de tu cara. Cuando empiezan a fallar es cuando el óvalo facial se desdibuja, las mejillas se te caen y las comisuras de los labios empiezan a apuntar hacia abajo. Sí, la maldita flacidez, que es culpable también de que tus poros se agranden porque se relaja la arquitectura del rostro.
A todo esto tienes que añadir que la regeneración se vuelve mucho más lenta, con lo que la superficie cutánea pierde lustre y luminosidad. La cuestión es que todos estos cambios que se producen a los 40 tienen lugar en las capas más profundas de tu piel, incluso en la musculatura, y es mucho más difícil tratar la flacidez con una crema cuyos activos se quedan en la superficie.
Tu objetivo es recuperar los contornos del rostro y frenar el avance de las arrugas. Y para eso necesitas un arsenal con activos que aseguren una buena producción de colágeno y elastina. A los habituales (retinol, niacinamida, péptidos) se unen ahora activos novedosos como el de hierba enmei, una planta milenaria que activa la longevidad de la piel y que Shiseido ha incluido en su reformulación de Future Solution LX. O como el extracto de semilla de algarroba, que Olay ha añadido a los ingredientes de Regenerist y que es capaz de multiplicar los efectos de los demás ingredientes antiedad.
*Artículo originalmente publicado en el número 968 de mujerhoy.
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