La campeona de Roland Garros, cuyas relaciones familiares llevan rotas desde 2009, procura mantenerse alejada del foco mediático y se esfuerza en aparentar una vida modesta que podría no encajar con la realidad. En los últimos años habría ido vendiendo su patrimonio y liquidando las sociedades con las que operaba en España. Parece que no quiere nada a su nombre.
La clave la dio ella misma ante un juez: "Estoy completamente arruinada". ¿La explicación? El Banco de Luxemburgo tiene cuentas pendientes con ella.
Emilio Sánchez falleció el pasado 25 de febrero. Tenía 83 años, un avanzado grado de alzhéimer y ni siquiera pudo reconocer a su benjamina cuando acudió a verle al hospital. Ingresado en la Clínica Quirón desde el 2 de diciembre, la tenista pasó parte de las Navidades en Barcelona y no encontró un hueco para despedirse de su padre, que afrontaba sus últimas semanas. En el que fuera su entorno, nadie duda de que se presentó en el centro hospitalario la mañana del viernes 19 porque se encontraba en Barcelona el mismo día en el que Vanitatis la hizo sonrojar señalando su ausencia.
Nadie la esperaba en la clínica. Acudió sin avisar con su esposo, Josep Santacana, y todo apunta a que él mismo le hizo dos fotos que fueron distribuidas a los medios para atestiguar que sí se preocupaba por su padre. La visita sonó a insulto a los hermanos. Y todo iría a peor. En el tanatorio de Les Corts (Barcelona) los amigos de los Sánchez Vicario acudieron durante toda la tarde del viernes 26 para apoyar a la familia y despedirse de Emilio. Esa mañana Arantxa aterrizaba en Barcelona procedente de Miami junto a su marido y sus dos hijos, Arantxa (siete) y Leo (cuatro). De algún modo logró despistar a la prensa que la esperaba en el aeropuerto de El Prat y que solo pudo encontrar a su hermano mayor. Emilio Sánchez Vicario, que vive también en Miami, viajaba en el mismo vuelo y, aunque ejerció de mediador entre la tenista y el resto de su familia, la relación con ella es hoy inexistente.
A Arantxa ya no le queda nadie. Esa tarde, la campeona de Roland Garros se presentó en el tanatorio con su marido y el resultado fue pésimo. Consiguió abrazar a su madre pero Javier Sánchez Vicario y Santacana tuvieron un enganche. Uno llamó al otro "indeseable", por presentarse donde sabía que no iba a ser bien recibido, y este respondió algo parecido a: "Ya está el imbécil de siempre", según relatan a Corazón testigos presenciales.
El altercado subió de temperatura e incluso Marisa Vicario sufrió un desvanecimiento. Finalmente, la tenista y su marido decidieron marcharse. "Si al menos hubiese venido sola, quizá todo habría sido distinto", especuló uno de esos testigos. A la salida del tanatorio, Arantxa se quejaba, más furibunda que triste, de haber sido "vetada" por sus hermanos. Al día siguiente no acudió al sepelio y fue un alivio para los allí presentes. Ese viernes negro, Arantxa se despidió de su familia. De todos ellos.
Las desavenencias entre la tenista y su familia comenzaron a germinar en el verano de 2007, cuando conoció en Ibiza a quien es hoy su esposo, Josep Santacana. El apuesto joven se presentaba como empresario con cierta trayectoria a sus espaldas: un gimnasio, un restaurante, negocios inmobiliarios… Atractivo, con don de gentes y un coche de gran cilindrada aparcado fuera. Según ha contado la pareja, al principio él se hizo el interesante cortejando a las amigas de la tenista. Arantxa picó el anzuelo, comenzaron a salir, enseguida se fueron a vivir juntos y en menos de un año anunciaron su compromiso. Los padres de Arantxa no fueron tan fáciles de convencer y encargaron un dosier a la agencia de detectives Método 3. "Me pareció una maniobra ruin propia de gentes de baja calaña".
La frase no es del investigado, sino de su esposa y aparece en el libro biográfico 'Arantxa ¡Vamos!', que presentó en febrero de 2012. Para entonces, las relaciones con los suyos estaban totalmente rotas y se decidió a contar los porqués. Aquel dosier, que recogía un pasado vinculado al turbio mundo de las subastas y fuertes deudas económicas con, al menos, cuatro acreedores –uno de ellos, su propia ex– dibujaban un pretendiente distinto del que Arantxa se había enamorado.
El informe circuló por algunas redacciones y ese fue el gran error de los padres de Arantxa, confirman a Corazón fuentes de la familia. Santacana habría jurado venganza. Y la obtuvo. En noviembre de 2009 la tenista acudió al notario con la pretensión de redactar un testamento que incluyera a su hija, nacida en enero de ese año, pero aprovechó para ordenar la retirada a su padre de todos los poderes concedidos al principio de su carrera para administrar sus bienes e ingresos. También se planteó recuperar el piso de la avenida Diagonal, donde vivían Emilio y Marisa, y un apartamento del que disfrutaban en S'Agaró (Gerona). A finales de 2010 interponía una querella en Andorra contra su padre, su hermano Javier y dos asesores, y la reproducía en Barcelona.
Les acusaba de haber dilapidado toda su fortuna, que valoraba en unos 45 millones de euros, y en febrero de 2105 se ratificaba ante el juez asegurando estar arruinada; no sabía adónde había ido a parar la fortuna acumulada. A causa de la negligente administración de su patrimonio, Hacienda y el Banco de Luxemburgo le reclamaban cantidades que no podía pagar, se lamentaba. Cinco meses después, Arantxa decidió renunciar a los pleitos interpuestos en España –en Andorra ya los había perdido– a cambio de recuperar el piso de la Diagonal cuando sus padres falleciesen y el apartamento de S’Agaró con efecto casi inmediato.
¿Qué ocurrió en esos cinco años? Arantxa además de desprenderse de sus bienes en suelo español parece que también descapitalizó las sociedades con que los administraba. Con su traslado a Miami, la tenista se ha esforzado por apartarse del ojo público europeo, no solo español. Allí, trabaja como directora deportiva de la Metropolitan International School y cuando ha visitado nuestro país ha sido discreta en extremo.
Se esfuerza en hacer ver que vive de su sueldo y que no queda nada del inmenso patrimonio amasado durante tantos años. Sin embargo, cuando anuló los poderes concedidos a su padre, aún era propietaria de valiosos inmuebles. ¿Dónde está el dinero procedente de su venta? ¿Cómo estando en la ruina han podido adquirir dos embarcaciones en los últimos años?
Según ha publicado 'La Vanguardia', un yate de 22,8 m y un velero de 30 fueron comprados por el matrimonio habiéndose desprendido recientemente del primero de ellos. Sabemos también que la pareja adquirió, en febrero de 2015, un lujoso ático en el edificio Paraíso Bay del residencial Edgewater, en Miami.
Esta conducta revela dos cosas: que Arantxa podría tener más dinero del que dice, pero quizá no quiere que se sepa. Una de las razones podría ser que aun tiene una fuerte deuda con el Banco de Luxemburgo y cualquiera preferiría disponer de dinero en su cuenta que en el bolsillo de otro. Aunque sea un acreedor. Naturalmente esto es mera conjetura. El embrollo se remonta a 2009.
El Tribunal Supremo condenó a la tenista a pagar una deuda de 3,5 millones por evasión fiscal y Hacienda cobró de un aval suscrito con el Banc Sabadell. Esta entidad lo recuperó de un contraaval, suscrito con el Banco de Luxemburgo, donde ella llegó a gozar de una robusta cuenta. El problema sobrevino por un error de ese banco: en 2002 la dirección del mismo anuló el contraaval, el padre de Arantxa retiró los fondos tiempo después para ingresarlos en otra entidad y la nueva dirección, por un error incomprensible, no advirtió que el contraaval había sido anulado. El resultado fue que pagó una deuda que no debía pagar.
Según ha podido saber 'Corazón', el banco europeo, a quien la tenista adeuda alrededor de 5,2 millones de euros, podría estar a punto de iniciar acciones judiciales contra ella. Es posible que pronto la volvamos a ver en España y de nuevo será para afrontar una escena complicada.
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