Ahora que hemos aprendido a escribir bien Schwarzenegger tenemos que alargar aún más el palabro, porque Donostia vive la 'Schwarzeneggermanía'. El actor se dio el lunes un baño de masas en todas sus apariciones públicas, y eso que venía solo como 'narrador' de la película marina del hijo de Cousteau. El tipo duro se mostró como un personaje afable: más parecía un político en campaña que una estrella acostumbrada a dar mamporros.
Un avión privado le trajo de Barcelona hasta el aeropuerto de Biarritz y pasadas las once de la mañana su llegada al hotel María Cristina marcó el primer momentazo popular: hasta se cortó el tráfico para que los aficionados pudieran acercarse al actor, que empleó un buen rato en saludar a los concentrados. "¡Gora Arnold!", gritó alguien en agradecimiento a su amabilidad.
Las escenas se reprodujeron en el 'photocall' y en la alfombra roja antes del pase del Victoria Eugenia. La Schwarzeneggermanía provocó incluso aplausos en su rueda de prensa. Y eso que él solo hablaba de su película, y del mar, y del medio ambiente. No quería dar titulares sobre Trump, por ejemplo, que taparan la promoción de su filme.
El austriaco/americano tuvo que escuchar un montón de veces lo de 'Sayonara, baby', aunque la famosa expresión es una invención del doblaje en castellano: lo que dice en el original es 'hasta la vista', en castellano, y esa es la frase que repetía en San Sebastián.
Le la información completa en El diario vasco.
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