El 'savoir faire' de Sophie Trudeau

No era una situación sencilla, pero Sophie Trudeau supo ponerle la mejor de sus sonrisas. Durante la cumbre del G7, celebrada hace unos días en Quebec (Canadá), la tensión entre el primer ministro Justin Trudeau y Donald Trump era evidente. Sin embargo, la primera dama canadiense se encargó de que ambos sonrieran, se estrecharan la mano y posaran para la pertinente foto. La diplomacia apenas duró un instante, pero Sophie cumplió con su trabajo.

En solo dos años, la mujer del primer ministro canadiense ha conseguido dominar el papel de primera dama. Hija de un bróker y una enfermera, Sophie Grégoire tuvo una infancia acomodada y estudió en los mejores colegios, donde compartió pupitre con el hermano pequeño de su futuro marido. Pero su adolescencia no fue ningún cuento de hadas.

Ha confesado que sufrió bulimia nerviosa, para la que recibió tratamiento y que terminó superando gracias al yoga. Después de estudiar Comunicación en la universidad, trabajó como recepcionista en una agencia de publicidad antes de conseguir un trabajo como reportera en televisión y terminar presentando un conocido programa de entretenimiento. Ella y Justin volvieron a coincidir en 2003, durante un evento benéfico. Poco después, tuvieron su primera cita. Trudeau contó en su biografía que lo suyo fue un flechazo.

Al final de la noche, le dijo: "Ya era hora de que llegaras. Han pasado 32 años y pensé que nunca vendrías. Te he estado esperando toda mi vida". Se casaron dos años más tarde. Mientras la carrera política de él empezaba a despuntar, ella decidió centrarse en sus tres hijos y apoyar los ambiciosos planes de su marido hasta que, en 2015, Trudeau se convirtió en primer ministro.

Desde entonces, la primera dama canadiense –que, en realidad, no tiene título oficial, sueldo ni 'staff'– se ha dedicado a acompañar a su marido en actos y eventos oficiales y a abanderar la causa feminista en su país. Tan simpática y extrovertida como su marido, no huye de la atención mediática y es capaz de compartir en Instagram sus ejercicios de yoga, los cuadros que pinta en sus ratos libres y sus pinitos surfistas sobre las olas. Y hace dos años, se atrevió incluso a cantar en público una canción que ella misma había escrito y que se convirtió en un fenómeno viral.

Gracias a su estilista Jessica Mulroney –amiga íntima de Meghan Markle–, Trudeau se ha convertido, además, en una fashionista consumada. De hecho, durante la cumbre del G7 consiguió el más difícil todavía: no dejarse eclipsar por la infalible Juliana Awada.

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