La asignatura pendiente de la Princesa Leonor

El próximo 31 de octubre, la Princesa de Asturias cumplirá 12 años y, aunque su vida ha sido en algunos aspectos un calco de la de su padre, Leonor aun tiene pendiente una asignatura que el Rey empezó a estudiar cuando era mucho menor: la progresiva incorporación a la vida institucional como heredera de la Corona.

Lo cierto es que el Príncipe comenzó muy pronto a acompañar a sus padres en los actos y viajes oficiales y, cuando tuvo que pronunciar su primer discurso, a los 13 años, ante el auditorio del Teatro Campoamor de Oviedo –que impone incluso a algunos de los premiados–, el niño tenía ya una experiencia a la hora de desenvolverse en público que le ayudó a superar la prueba.

Don Felipe, más visibilidad

Leonor y su hermana, la Infanta Sofía, suelen comparecer en público a lo largo del año media docena de veces, las mismas que se podía ver al Príncipe en apenas un trimestre cuando tenía su edad. Además, cuando don Felipe era un niño trascendían algunos detalles y anécdotas de su vida, mientras que todo lo que rodea a la Princesa y a la Infanta sigue siendo un misterio. La falta de información veraz se suple con bulos, rumores y exageraciones que tampoco se desmienten o matizan.

A diferencia del apagón informativo actual sobre las hijas de los Reyes, cuando don Felipe era un niño había más transparencia. Al día siguiente de que cumpliera 12 años, 'ABC' publicó una breve reseña en la que informaba que había asistido la víspera al colegio con normalidad y por la tarde había celebrado una pequeña fiesta en Zarzuela con un grupo de amigos y compañeros de estudios.

11 días antes se le había visto en público durante el emotivo entierro de su bisabuelo, Alfonso XIII, muerto en el exilio y cuyos restos habían sido trasladados de Roma al Monasterio de El Escorial, en cumplimiento de su última voluntad. Dos días después, se le volvió a ver, junto a sus padres y sus hermanas, en las pistas de esquí de Baqueira Beret, donde pasaron el fin de semana.

Un nogal y un telegrama

También se supo entonces que el Heredero de la Corona había recibido como regalo de cumpleaños un nogal que le había enviado un tal Simón Jiménez. Este hombre había nacido en Acrijos, un pueblecito de Soria que había quedado deshabitado desde hacía años, pero los naturales de esa población se reunían allí en determinadas fechas para plantar árboles, especialmente nogales, y Simón había decidido regalarle uno al Príncipe de Asturias. Don Felipe envió un telegrama personal al autor del regalo agradeciéndole el obsequio.

En las semanas siguientes a su cumpleaños, el Príncipe acompañó a su madre, doña Sofía, junto al resto de la Familia Real, a dos entregas de bandera: una, a la Guardia Real en el acuartelamiento de El Pardo, y otra a la Academia General del Aire, en Murcia. Otro día, viajó con los Reyes y las Infantas Elena y Cristina a Cartagena para presidir la entrega de la nueva corbeta Infanta Elena a las Fuerzas Armadas. Las crónicas de la época destacaban que su hermana mayor se había recogido el pelo en un moño por primera vez.

El Príncipe también acudió junto a su madre y sus hermanas, a la entrega del premio Íñigo Álvarez de Toledo, y él mismo puso el galardón en manos del niño que ganó el certamen de pintura infantil para menores en tratamiento de hemodiálisis. Igualmente participó en un concurso de música infantil junto a sus compañeros de séptimo de EGB del Colegio Santa María de los Rosales, al que asistieron sus padres. Además, acudió con el resto de la Familia Real al aeropuerto de Barajas a recibir a sus abuelos los Condes de Barcelona, que regresaban de Nueva York, donde don Juan se había sometido a una intervención quirúrgica.

En poco más de tres meses, a don Felipe se le había fotografiado en público en muchas más ocasiones que a su hija a lo largo de todo un año, y de esa manera empezó a tejerse un lazo afectivo con la sociedad española, muy valioso en los tiempos difíciles.

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