Al mal tiempo, buen vino
Celebrar ese ascenso que estabas esperando; vuestra primera cita; reconducir un día duro; reencontrarte con tu mejor amiga de la universidad… probablemente se te ocurran mil motivos, momentos cotidianos pero especiales, por los que brindar. Una copa de vino no sólo mejora tus planes, también tu salud. No dejes que el frío te frene y aprovecha cada instante
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Nos gusta beber vino. No hay por qué negar la evidencia. Lo hacemos por su sabor, por mero placer –¿qué otra cosa podrías disfrutar más con esa tabla de quesos o tu tarta de chocolate favorita?–, pero también por tradición cultural, como celebración y como motivo de encuentro. Es una liturgia social cuyo alto componente emotivo hace que sea muy fácil recordar momentos bonitos vividos con una copa de vino en la mano.
De hecho, si te han venido muchos a la cabeza de golpe igual es gracias a ese vino que te gusta pedir con el aperitivo. El resveratrol, presente en las uvas, mejora la memoria, según afirma una investigación de 2014 de la Universidad de Berlín. Y no sólo eso, tal y como publicó recientemente la revista científica The FASEB Journal, ayuda a combatir el cansancio y disminuir la apatía. Es más, al beberlo –nota mental, siempre con moderación– liberamos endorfinas, lo que nos ayuda a disfrutar del momento. Se ha demostrado que los polifenoles, presentes en esta bebida, son muy buenos para mejorar los procesos cognitivos de nuestro cerebro y conseguir mejorar nuestro estado de ánimo y, en consecuencia, reducir la angustia, la ansiedad y la posibilidad de sufrir depresiones.
Y no sólo mejora nuestro humor. El vino es un aliado perfecto para afrontar la llegada del otoño y lo que esta estación conlleva para la salud. La disminución de horas de luz provoca una bajada de defensas proporcional en nuestro sistema inmune. Además, las bajas temperaturas favorecen que los virus desarrollen una mayor resistencia convirtiéndolos en el mayor enemigo para tus planes del fin de semana. Pero no temas, el consumo de vino fortalece las defensas –el recomendado es de una copa al día para las mujeres y dos para los hombres– ya que contiene altos niveles de flavonoides, que combaten los síntomas propios del catarro. De hecho, según un estudio publicado el pasado año por la revista Science y firmado por investigadores de la Escuela Universitaria de Medicina de Washington, el consumo de alimentos ricos en flavonoides podrían detener el avance de la gripe y limitar sus síntomas. Por su parte, investigadores italianos han confirmado que algunos compuestos presentes en esta bebida frenan el crecimiento bucal de los estreptococos y bacterias vinculadas a dolores de garganta.
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Además, el vino tiene un alto contenido en vitaminas A y C, dos antioxidantes muy poderosos que influyen positivamente en la recuperación de las enfermedades respiratorias. Y a todo eso hay que sumarle que su efecto diurético facilita al organismo deshacerse de las toxinas. Aunque todo esto ya lo sabían nuestras abuelas… ¿A caso nunca te han preparado un remedio casero con vino caliente para sobrellevar una gripe peleona? Si tu respuesta es negativa no dejes de probarlo este invierno: una taza de vino hervido con piel de naranja, canela, pimienta y un par de cucharadas de miel antes de acostarse es casi infalible. De hecho, esta especie de ponche es una alternativa muy habitual para prevenir y tratar afecciones respiratorias en países muy fríos.
Y una vez que tenemos el truco para prevenir los resfriados, ¿por qué resignarse a quedarse encerrado en casa durante los meses de frío? No vamos a negar que las bajas temperaturas ayudan a que muchos días lo único que te apetezca es un plan de peli, manta y sofá con una copa de vino y buena compañía pero ¿por qué no sumarle la chimenea al plan y preparar un viaje de enoturismo? Y, si no tienes tanto tiempo, ¿qué tal salir de tapeo con tus amigas y probar nuevas referencias en esa vinoteca de la que todo el mundo habla? Ya sabes que no es fácil sacar a tu padre a pasear pero ¿quién podría resistirse a acompañarte a esa cata de maridaje de vino y setas que preparan en su restaurante favorito?
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el vino es un alimento tradicional que puede tener efectos beneficiosos al ser consumido con moderación y en el contexto de una dieta mediterránea. Una dieta que mejora nuestras funciones cognitivas, a pesar del desgaste natural, debido a la gran cantidad de agentes antiinflamatorios y antioxidantes que contiene y que, según ha constatado en su informe de mayo 2018 está considerada como una de las más saludables del mundo.
Ya en 2013 se concluyó que la alimentación mediterránea reduce en un 30% el riesgo de sufrir un infarto de miocardio y que ayuda a prevenir la diabetes tipo 2 e incluso el cáncer. Además, en lo que se refine a esa copa de vino que te vas a beber luego, la elevada gran cantidad de antioxidantes en su composición reduce la inflamación e impide que las arterias se endurezcan, lo que mejoraría el riego sanguíneo. El vino es rico en vitamina E, que ayuda a limpiar nuestra sangre, evitando coágulos y protegiendo los tejidos de los vasos sanguíneos. Así, mejora notablemente el potencial de nuestra salud cardiovascular.
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El vino activa un gen que impide la formación de nuevas células de grasa y permite estimular las existentes para depurarlas e ir eliminándolas poco a poco.
Y sus beneficios no acaban ahí. Ayuda a controlar las infecciones urinarias, disminuye el riesgo de la formación de cálculos renales, favorece a la digestión y tiene una acción antibacteriana y antihistamínica por lo que reduce las alergias. Eso sin olvidar que, gracias a sus propiedades astringentes, tomar vino tinto mientras comemos hace que el sabor de los alimentos se perciba con mayor intensidad.
Por cierto, cuando comentes esto en la oficina, que tu compañero el listillo no te agüe la fiesta. Repite conmigo: el vino incluso ayuda a no engordar. Diversos estudios publicados por el el Instituto Tecnológico de Massachusetts aseguran que tiene la propiedad de activar un gen que impide la formación de nuevas células de grasa y permite estimular las existentes para depurarlas e ir eliminándolas poco a poco. Aunque, tampoco te engañes pensando en el turrón de la próxima Navidad, los resultados serán más visibles si combinas esa copa de vino con una dieta equilibrada y libre de grasas.