Culto al feismo /
En un mundo que adora los filtros de Instagram, la búsqueda de la belleza se encuentra con su antítesis: el culto al feísmo. Quizá las convulsiones políticas, económicas y sociales de esta época lo exigen, quizá solo sea una reacción estética a la belleza convencional, pero lo feo vende. Y mucho.
Existe hasta un museo que le rinde homenaje: el nuevo Museum of Bad Art, en Boston. El diseño industrial también se rinde en ocasiones a la estética del dudoso gusto y la moda adopta la equiqueta de "alternativa" desde algunas de sus marcas más elitistas.
Humor. Candelabro Burlesque Clown de Seletti. /
La modernidad de Demma Gvasalia en Balenciaga y Vetements pasa por la turmix los cánones académicos para hacer un detritus de grungefolk-punk-pop... de digestión lenta. Marc Jacobs se sube a la plataforma neo-neogótica y otros bucean en los oscuro para intentar sacar brillo a sus resultados de ventas. De momento, no parece que el fenómeno que han puesto en práctica desde Prada hasta Jacquemus sea pasajero. Quizá de aquí a poco tiempo el nuevo piropo sea que te digan: "¡Qué fea estás!". Ya veremos.