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El discurso de Donald Trump, en tres claves

“Es peor de lo que imaginábamos”, comentan los analistas reunidos con motivo del primer discurso del ya Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Donald Trump, en la toma de posesión como presidente de Estados Unidos./GTRES

Donald Trump, en la toma de posesión como presidente de Estados Unidos. / GTRES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Su discurso, escrito por él mismo, fue un puzzle de discursos ya dados, que apeló al discurso de la antipolítica que ofrece patriotismo y proteccionismo como programa político.

Llovía sobre las personas que se reunieron en la explanada frente al Capitolio para escuchar a un Presidente con gesto malhumorado que mostró cero generosidad con los ex Presidentes que les han precedido, todos ellos reunidos en la primera fila. Barack Obama, visiblemente disgustado, dejó de aplaudir educadamente tras escucharle. Su mensaje, radicalmente nacionalista, de un populismo ejemplar, pivotó sobre tres asuntos centrales:

1. Contra la casta

Las primeras palabras del Presidente después de dar las gracias por su presencia a los ex Presidentes, fueron para arremeter contra la casta de Washington. “Hoy se transfiere el poder de los políticos de Washington al pueblo”. Acusó a los políticos de enriquecerse mientras el pueblo americano pagaba el precio del florecimiento de Washington.

“No seréis ignorados de nuevo”, repitió al lo largo de todo su 'speech'. “Ya no vamos a aceptar a los políticos que no hacen nada, que se quejan constantemente pero no hacen nada al respecto”.

Trabajo para los americanos

Se trata del argumento al que se aferra la empobrecida América rural que ha visto cerrar fábricas y precarizarse sus salarios debido a la globalización: Donald Trump les ofrece trabajo de calidad en una nueva América en la que el reparto de la riqueza va a ser al fin posible.

“Lucharé con cada célula de mi cuerpo y nunca jamás os decepcionaré. Estados Unidos comenzará a ganar como nunca ha ganado antes. Recuperaremos nuestros puestos de trabajo, nuestras fronteras, nuestra riqueza y nuestros sueños”. La clave: contratar americanos y comprar productos americanos.

Patriotismo como nexo común

Trump sustituyó la retórica política, la de los derechos y deberes de los ciudadanos, por la retórica patriótica, tan incontrolable. “La piedra sobre la que construiremos nuestra política será una alianza total de Estados Unidos con Estados Unidos. América, primero”. Fue interesante cómo trató de incluir a la población inmigrante en este universo patriótico: “Cuando abres el corazón al patriotismo ya no hay sitio para el prejuicio. Negros, marrones, blancos todos sangramos con la misma sangre roja del patriotismo”. Trump dejó clara su receta para casi todo: “Un nuevo orgullo nacional curará nuestras divisiones”.

No se puede decir sin embargo que el discurso tuviera un matiz emocionado o sentimental, ya que el tono del Presidente fue en todo momento bronco, más propio de un ajuste de cuentas que de una bienvenida a todos los americanos. Tampoco hubo frases para el recuerdo más allá de cierta sensación de incertidumbre ante frases como “todo empieza a cambiar ya”, proferidas casi como una amenaza. En ningún momento le vimos sonreír, ni siquiera cuando despidió a Michelle y Barack Obama al pie del helicóptero en el que dejaron el Capitolio. Dicen que la canción con la que abrirá el baile que se celebrará en la gala inaugural de esta noche será “My Way”.

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