La luz azul es la que emiten televisiones, ordenadores, dispositivos móviles y demás pantallas tan habituales en el crecimiento de nuestros hijos. Proporciona iluminación básica pero además, puede favorecer la sensación de bienestar, lo que explica que los niños se sientan atraídos por su resplandor desde sus primeros años de vida.
Sin embargo, los efectos perjudiciales de la luz azul son diversos. Desde un punto de vista físico, hay que tener en cuenta que los niños no tienen los ojos completamente desarrollados, por lo que no cuentan con todos los pigmentos protectores que le ayudan a filtrar la luz dañina. También contribuye al estrés retiniano, lo que puede desencadenar el inicio temprano de la degeneración macular.
Además, la luz azul suprime la liberación de melatonina que es la hormona reguladora del sueño, por lo que es una causa habitual de insomnio entre los niños y los adolescentes . La falta de sueño continuado puede provocar problemas de concentración, aumento de peso e incluso problemas de comportamiento entre los niños.
Si bien es cierto que la experiencia nativa con dispositivos móviles está creando una generación con habilidades casi innatas tecnológicas , es imprescindible evitar los perjuicios de la luz azul porque, de otro modo, no podrán aprovechar los beneficios de controlar la tecnología de forma natural.
La solución no está en eliminarnos completamente, aunque hay familias que optan por esta postura, lo que no crea ningún problema en los niños. Lo que sí está claro es que la forma más sencilla de protección, en teoría, es controlar el tiempo de exposición de los niños a los dispositivos electrónicos. No sólo se trata de controlar cuánto tiempo, sino de a qué hora, ya que la recomendación general es que los niños dejen de mirar pantallas, al menos, una hora antes de acostarse.
También puede atenuar la luz de las pantallas de todos los dispositivos de modo que se limite la cantidad de luz que emiten o usar filtros sobre las pantallas que limiten la intensidad de la luz. Actualmente, también existe la posibilidad de que los niños utilicen gafas protectoras de policarbonato amarillo para protegerles de la luz azul, si bien lo mejor es crear rutinas saludables y acompañarles antes de dormir con la lectura de un libro o con una buena charla sobre cómo les ha ido el día.
20 de enero-18 de febrero
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