Asúmelo, esto (las fiestas) se acaba y hay que arrastrarse otra vez hasta la cinta de correr, la elíptica y la máquina de pectorales si queremos volver a ser lo que éramos antes del 24 de diciembre. Nos sabemos al dedillo todos los beneficios de practicar ejercicio físico, pero eso no es suficiente para que regresemos contentas al gimnasio. Practicar ejercicio es duro, cuesta, te hace sudar… Todo esto se potencia si entrenas en un lugar pequeño y a temperaturas muy altas, por ello es importante vigilar la calefacción del sitio donde se entrena. En estas condiciones el corazón bombea más sangre hacia la piel para adaptarse al calor, y menos hacia los músculos, lo que aumenta la sensación de fatiga.
La novedad que tenemos en 2017 es que un grupo de investigadores de la Brock University de Ontario (Canadá) quiere averiguar si el control mental sería suficiente para mitigar las sensaciones desagradables de estar sudado y agotado en el gimnasio, solo con pensar en ello de un modo diferente. Al parecer entrenar con frío no solo es más eficaz a la hora de quemar calorías, sino también más cómodo y sencillo cuando se trata de vencer a la pereza y empezar un plan de adelgazamiento estricto después de los excesos de las fiestas. Contemplando esta realidad, el Doctor Stephen Cheung -profesor e investigador en la Universidad de Ontario- se propuso averiguar si una persona sería capaz de contrarrestar los efectos negativos del calor tan solo con el poder de su mente.
Para averiguarlo el experto reunió a un grupo de 18 ciclistas profesionales que se sometieron a una intensa sesión de ejercicio a altas temperaturas. En su estudio, nueve de ellos entrenaron durante dos semanas de la forma habitual, y los otros nueve recibieron charlas motivacionales en las que aprendieron a reformular sus sentimientos negativos sobre el gimnasio y el ejercicio físico, con frases positivas como: “En vez de pensar en cuánto calor hace o cómo estoy sudando, voy a pensar en lo bien que lo estoy haciendo y en cuánto esto me fortalece mentalmente”.
Al finalizar el estudio, los 18 volvieron a realizar el mismo test que al principio y, mientras el primer grupo no vio cambios en su actuación, el segundo (que había reformado sus pensamientos sobre el ejercicio) fue capaz de “pedalear un 25% más de tiempo y de soportar un nivel de calor e incomodidad mucho mayor que el de sus compañeros”. La conclusión fue clara: “El cerebro tiene un gran poder a la hora de determinar hasta dónde puede llegar físicamente tu cuerpo. Lo que es sorprendente es que las palabras que te dices a ti mismo son suficientes para lograr esa diferencia”, dijeron los autores del estudio. Según el Dr. Cheung que dirigió el estudio estas mismas herramientas psicológicas pueden conseguir que tu cerebro derribe las barreras que siempre se pone a la hora de entrenar.
Se realista. Esto empieza por plantearse metas alcanzables. La imposibilidad de lograr tus objetivos te frustra y desilusiona, Lo mejor es fijar objetivos concretos y alcanzables a corto plazo y que te sirvan para motivarte con otras metas más a largo plazo.
Lleva un registro de tus avances: Apuntan tus tiempos, los pasos dados, los kilómetros recorridos o los kilos perdidos. Ver tus logros claramente y en cifras te ayudará a seguir avanzando.
Visualiza las metas logradas: imagínate a ti misma con esos kilos de menos o con ese vestido que aún no te atreves a ponerte habiendo logrado tus objetivos y disfruta por adelantado del placer de la satisfacción del trabajo bien hecho.
Ten conversaciones contigo misma: No te autoengañes, evalúa tus fortalezas y debilidades, diagnostica donde debes mejorar y convierte tus pensamientos negativos en positivos. En un entrenamiento intenta no pensar:“Ojalá se acabe ya”, en lugar de eso cuéntate a ti misma lo bien que te sentirás después.
Diviértete en los entrenamientos: si la actividad que realizas te hace pasarlo bien será más fácil que no abandones y que tu cuerpo pueda ver lo beneficios y los resultados del esfuerzo. Busca ejercicios que tonifiquen tu cuerpo de forma global para obtener resultados más rápido. Y no te olvides de los estiramientos. Evitan lesiones y son un aliado contra el estrés y el cansancio crónico.
20 de enero-18 de febrero
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