La obesidad en la infancia es mucho más que un problema de nutrición o de simple imagen. Para la OMS supone uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, que está afectando de forma preocupante tanto a los países desarrollados como a los emergentes, con especial incidencia en las zonas urbanas. Por supuesto, también en España, donde está creciendo de forma preocupante; de hecho, somos el segundo país de la Unión Europea en número de niños obesos y con sobrepeso.
Para contribuir a concienciar acerca de este problema y aportar soluciones efectivas, el equipo médico y los nutricionistas de Healthouse Las Dunas han elaborado un informe completo sobre la obesidad infantil en España.
A nivel mundial se ha dado en los últimos años un cambio dietético importante, hacia un incremento de los alimentos hipercalóricos, con abundancia de grasas y azúcares y escasos nutrientes saludables; y a menudo en grandes porciones.
Los refrescos, las golosinas, la comida basura e incluso los alimentos precocinados contienen excesivas cantidades de azúcar y grasas poco saludables.
El aumento del sedentarismo en edades tempranas es otro factor de riesgo importantísimo. Las actividades recreativas de niños y adolescentes son ahora menos activas que antes (pasan muchas horas delante de una pantalla); el ejercicio físico ya no lo consideran una prioridad o una diversión. El 16% de las niñas y el 8,2% de los niños españoles entre 5 y 14 años se declaran sedentarios (no realizan ninguna actividad física).
También tienen mucho que ver las políticas agroalimentarias, la evolución de los transportes, el desarrollo social, la educación; y especialmente el procesamiento y comercialización de los alimentos, esto es, tanto su composición insana como sus atractivas campañas de marketing, a las que los niños son tan vulnerables.
Otros factores ambientales que también influyen en el comportamiento del niño son, por ejemplo, la familia, los amigos, el entorno escolar, la televisión, que inclinan la balanza hacia uno u otro lado en los hábitos alimentarios y el ejercicio físico.
La falta de información y de educación nutricional de los padres contribuye a agravar el problema. Por desgracia, todavía muchas familias consideran al hijo gordito como un niño sanote, fuerte, lleno de salud. Esta percepción es un error, según los expertos; y es una de las causas que fomentan la obesidad infantil. Cada niño es un mundo, y lo importante no es que esté gordo o delgado, sino que esté sano.
La genética, los trastornos emocionales y hormonales, ciertos medicamentos (esteroides) o determinadas afecciones médicas pueden aumentar el riesgo de obesidad en un niño.
Otros factores externos al niño pueden ser la malnutrición materna, la estructura familiar, el nivel educativo de los padres o el nivel socioeconómico (clase baja en los países desarrollados y alta en los países emergentes).
Se asocia a múltiples enfermedades y complicaciones de salud que puede contraer prematuramente el niño y que se agravarán en la edad adulta. El niño obeso será el adulto enfermo. Y con mayor probabilidad de muerte prematura: el sobrepeso y la obesidad son el sexto factor principal de riesgo de defunción en el mundo: 3,4 millones de adultos al año.
Una mayor incidencia en enfermedades cardiovasculares (cardiopatías y accidentes vasculares cerebrales)
Diabetes, exceso de azúcar en la sangre
Problemas óseos y articulares (osteoartritis) por el exceso de peso, por ejemplo)
Algunos tipos de cáncer (endometrio, mama, colon)
Hipertensión
Elevados niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre
Apnea del sueño
Problemas psicológicos como la baja autoestima o la falta de motivación (son más propensos a las burlas y tienen mayor dificultad para integrarse)
Más de 2.100 millones de personas en el mundo sufren sobrepeso, de los cuales 670 millones son obesos. El 30% de la población mundial, creciendo de manera alarmante. En Europa y EEUU la incidencia de la obesidad infantil se ha duplicado en los últimos 20 años.
Un crecimiento espectacular y preocupante que afecta especialmente a España, segundo país de la Unión Europea con mayor número de niños obesos: 18,4% entre menores de 6 a 12 años, cuando hace 15 años afectaba apenas al 5% de niños.
En cuanto al sobrepeso, afecta al 24,6% de los niños de esta edad.
En total, un 43% de niños españoles tienen exceso de peso.
En los últimos 25 años, la obesidad en la población adulta ha aumentado del 7,4% al 16,6%.
Frente a tantos datos negativos y preocupantes, la buena noticia es que la obesidad infantil se puede tratar y, lo que es más importante, se puede prevenir. Pero ha de ser una labor conjunta de toda la sociedad, a todos los niveles. Empezando por el entorno familiar (el más importante) y continuando por el colegio, la sociedad civil, los diferentes organismos médicos y nutricionistas (nacionales e internacionales), las administraciones, la industria alimentaria, el canal de distribución, los medios de comunicación…
Es fundamental un cambio de hábitos en la familia: fomentar una alimentación equilibrada, desarrollar actividades físicas saludables y controlar el tiempo de los niños ante la pantalla.
Pero primero, hay que concienciarse y darle la importancia que merece: sólo el 0,2% de los padres españoles que tienen hijos con sobrepeso lo consideran un problema de salud. Y casi el 38% de los padres utiliza la comida ‘rica’ como una recompensa. Algunas recomendaciones generales:
Aumentar el consumo de alimentos sanos: frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pescado... Una dieta equilibrada con todos los nutrientes que necesita.
Reducir la ingesta de azúcares y grasas; sustituir las grasas saturadas por insaturadas
Evitar en lo posible la comida basura, helados, refrescos, bollería industrial, patatas fritas. La mejor solución es que no estén al alcance de los niños.
Combinar los tres macronutrientes (hidratos, proteínas y grasas saludables)
En general, reducir las porciones y no obligar al niño a comer más rápido o mayor cantidad si está lleno (un 53% de los padres lo hace)
Comer más veces al día y menos cantidad (de 5 a 7 veces es lo recomendable)
Realizar al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada todos los días (el 25% de los niños españoles no practica ninguna). Los padres y educadores deben fomentar el deporte en los niños; y las administraciones públicas facilitar su acceso.
Controlar el tiempo que el niño pasa ante la televisión, el ordenador o el móvil
Una mayor educación e información de los padres en materia nutricional
Realizar controles periódicos y, en caso necesario, tratamientos con médicos especializados (nutricionistas, pedagogos, psicólogos). No esperar a que el problema se agrave.
Es muy importante que esta labor de prevención empiece en los primeros años de vida del niño.
Cabe destacar que la OMS en Europa está planteando incluso la posibilidad de restringir la actividad de marketing de alimentos poco saludables (refrescos, cereales azucarados, snacks, bollería, comida rápida…), para evitar la sobreexposición de los menores, tanto en la televisión, como en internet y otros canales.
20 de enero-18 de febrero
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