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Cómo conservar la leche materna

Es muy importante saber cómo y dónde conservar la leche materna una vez extraída de manera que mantenga todas sus propiedades bioactivas.

Una mujer amamantando a su bebé. / gtres

Joaquina Dueñas
Joaquina Dueñas

Si con la vuelta al trabajo tras la baja de maternidad has decidido mantener la lactancia materna es muy importante saber cómo conservar la leche una vez extraída de manera que mantenga todas sus propiedades bioactivas. La leche fresca contiene células vivas, los máximos niveles de nutrientes, factores de crecimiento y muchos otros componentes protectores. El paso del tiempo y la exposición a las variaciones de temperatura (ambiente, de refrigeración y congelación), puede reducir la potencia de estos componentes, a la vez que aumenta el riesgo de contaminación bacteriana y la proliferación de patógenos.

Sigue tres sencillos pasos para mantener todas las propiedades de la leche materna extraída y alimentar a tu hijo con seguridad.

Dónde:

Los recipientes ideales para la conservación de la leche son los que están hechos de plástico, bien bolsas bien recipientes de plástico duro de uso alimentario fabricado sin bisfenol A y con tapa hermética. En este tipo de recipientes la leche conservará la mayor parte de sus propiedades inmunológicas. También pueden utilizarse recipientes de vidrio, pero se corre el riesgo de rotura.

Cómo:

La leche puede almacenarse de forma segura a temperatura ambiente durante un corto periodo de tiempo. Aunque los estudios difieren en cuanto al periodo exacto recomendado, en general, las altas temperaturas se asocian con recuentos bacterianos más elevados en la leche extraída.

Según las conclusiones de distintos estudios, la proliferación bacteriana, que se restringió principalmente a organismos no patógenos, era mínima a 15 °C y permanecía en valores bajos a 25 °C durante las primeras 4-8 horas, pero aumentaba rápidamente después de 4 horas cuando se conservaba a 38 °C. Los autores concluyeron que la leche a 15 °C era segura durante 24 horas, y a 25 °C, durante 4 horas. Como resultado, la leche extraída puede almacenarse de forma segura durante unas cuatro horas a una temperatura de hasta 26 °C. A una temperatura ambiente más baja, también puede ser razonable un almacenamiento de hasta seis horas en ambientes limpios.

Refrigeración: la refrigeración a una temperatura de aproximadamente 4 °C mantiene la integridad de la leche materna durante más tiempo que cuando se deja a temperatura ambiente. Se ha observado que la refrigeración inhibe el crecimiento de bacterias grampositivas durante tres días, y hasta ocho días en leche con un bajo nivel de contaminación en el momento de la extracción.

Congelación: un proceso óptimo es la congelación a –20 °C durante un periodo de hasta tres meses. A los tres meses se mantiene el contenido de vitaminas A, E y B, proteínas totales, grasa, enzimas, lactosa, cinc, inmunoglobulinas, lisocima y lactoferrina, aunque puede presentarse una pérdida de vitamina C en el transcurso de un mes. La proliferación bacteriana no es un problema significativo durante las seis primeras semanas.

Sin embargo, la capacidad antibacteriana suele ser menor que la de la leche fresca debido a la pérdida de células vivas como los fagocitos. Se considera aceptable un periodo de hasta 12 meses en el congelador a < –20 °C, si bien pueden producirse cambios de sabor y olor a –80 °C, dado que la lipasa sigue degradando la grasa para generar ácidos grasos.

Si tienes la opción de elegir, tanto en casa como en el trabajo, siempre es preferible refrigerar la leche materna en lugar de congelarla porque pierde menos propiedades bioactivas. Sobre todo, si los padres saben que la van a utilizar en los siguientes días.

Si la madre está en el trabajo, puede conservarla en el frigorífico o en el congelador, pero, de un modo u otro, siempre hay que asegurarse de etiquetarla adecuadamente (leche materna) para que el resto de compañeros identifiquen los envases claramente. Si la madre no se siente cómoda con esta opción, puede conservarla en una bolsa nevera manteniendo fresca la leche con placas refrigerantes.

Descongelación:

Si los padres han optado por la congelación como método de conservación de la leche materna, Montse Robles, asesora de lactancia y responsable de divulgación de Medela, indica los pasos a seguir para descongelar la leche de modo seguro. La leche puede descongelarse en el frigorífico, mediante un recipiente de agua templada o colocándola bajo el grifo de agua corriente templada.

Debe evitarse la descongelación de la leche materna con agua muy caliente, en el microondas y en la cocina, ya que las temperaturas elevadas reducen las propiedades antibacterianas y otras propiedades bioactivas de la leche.

La descongelación es completa cuando la leche congelada se ha vuelto líquida, todavía está muy fría y aún hay presentes algunos cristales de hielo. La presencia de cristales de hielo es un indicador visible de que la leche no se ha descongelado más allá de determinado punto. La leche descongelada se debe refrigerar hasta inmediatamente antes de su uso, y no se debe dejar a temperatura ambiente durante más de unas pocas horas para evitar la proliferación bacteriana.

La leche descongelada por completo hasta la temperatura ambiente no debe volver a congelarse, si bien se ha demostrado que la recongelación de la leche después de la descongelación en el frigorífico mantiene una carga bacteriana segura.

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