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Cómo educar a un niño feminista

Mientras cada vez más niñas y adolescentes se declaran en rebeldía contra los estereotipos de género, educar a los niños en la igualdad todavía es una tarea plagada de estigmas y prejuicios.

Pincha en la imagen y descubre como ha cambiado el feminismo en los últimos 50 años./getty

Pincha en la imagen y descubre como ha cambiado el feminismo en los últimos 50 años. / getty

ixone díaz landaluce

Dos niñas de unos 10 años charlan entretenidas mientras curiosean entre los pasillos de una librería. Se detienen ante una estantería. Una de ellas coge un libro, examina la portada, se lo enseña a la otra: “Qué libro más guay. ¡Me encanta! Mira…”. Lo abren y empiezan a ojearlo. Lo comentan entusiasmadas. Después de un rato, se dirigen persuasivamente a sus padres en busca de financiación… No es una novela romántica para preadolescentes. Tampoco es la última entrega de una saga de aventuras. Se trata de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes y recoge, en forma de cuento, la vida y obra de 100 mujeres notables, desde Marie Curie, Virginia Woolf o Frida Kahlo, hasta Serena Williams . El libro nació de una iniciativa de crowdfunding y se ha convertido en un fenómeno editorial en todo el mundo, con un segundo volumen editado recientemente.

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Su éxito es sintomático de una nueva realidad: toda una nueva generación femenina están sumándose masivamente a las filas de un movimiento denostado (y hasta demonizado) durante décadas. En plena era Trump, y mientras el movimiento #Metoo sigue sacudiendo los cimientos de la sociedad occidental, niñas y adolescentes de todo el mundo se declaran feministas en las redes sociales, pero también en los colegios, ante sus familias, en sus grupos de amigos… Y lo hacen sin pudor ni complejos, con orgullo y entusiasmo, inaugurando un nuevo tiempo.

Hasta que no eduquemos a nuestros hijos como nuestras hijas no cambiaremos nada"

Gloria steinem

Hasta ahí todo bien, hay lugar para el optimismo pero… ¿qué pasa con los niños? “Me alegro de que hayamos empezado a educar a nuestras hijas como a nuestros hijos, pero no lo lograremos del todo hasta que no eduquemos a nuestros hijos como a nuestras hijas”. Son palabras de Gloria Steinem, probablemente la feminista más famosa del mundo. La reflexión formaba parte de un artículo del diario The New York Times titulado “Cómo educar a un niño feminista” , convertido en viral desde su publicación el año pasado. Con vocación de manual de buenas prácticas para padres de niños en edad escolar, recomendaba, por ejemplo, fomentar la amistad con las niñas, invitándolas a cumpleaños o incluyéndolas en los deportes de equipo para terminar con la segregación que aún es habitual en el patio de los colegios. Pero también para desterrar la impresión de que las mujeres son un mero objeto de conquista.

Los desafíos sobre el terreno

Pero la práctica siempre presenta más desafíos que la teoría. Y a Steinem no le falta razón. Mientras cada vez es más común animar a las niñas a ser lo quieran ser, a romper con los estereotipos y perseguir sus pasiones, a menudo esa no es la actitud con la que se educa a los niños. Todavía existen muchos prejuicios sobre a qué deben jugar, qué intereses deben mostrar o cómo deben expresar (o reprimir) sus emociones. Pero eso está cambiando poco a poco. Una nueva generación de padres se está encargado de ello.

Enrique tiene dos años. Desde que nació, su padre, Carlos, tiene muy claro que quiere educarle en los valores feministas. “No sería capaz de hacerlo de ninguna otra forma. Para mí, no hacerlo sería como educarle para que fuera racista. Tengo amigas que han tenido que lidiar con auténticos idiotas y no quiero que mi hizo crezca y se convierta en uno de ellos”, explica. Su conciencia viene de lejos. “Es algo que me venía de serie: mi madre siempre ha sido una feminista convencida. Además, en los últimos años, he visto situaciones en el trabajo, casos feos de machismo, que han afectado a algunas amigas y que me han concienciado aún más. Ahora me lo tomo mucho más en serio”.

Hay que ser congruente con lo que se piensa, se dice y se hace".

miriam herbón, psicóloga

Pero, ¿por dónde hay que empezar? Para la psicóloga Miriam Herbón, especialista en empoderamiento, relaciones sanas y prevención de la violencia, la coherencia es fundamental. “Hay que ser congruente con lo que se piensa, se dice y se hace. Por eso, las personas que quieren educar a un feminista deben practicar el feminismo. Si no, es una quimera”. Carlos respeta escrupulosamente ese principio básico. “ Para mí, lo esencial es educar a través del ejemplo. Mi mujer y yo nos repartimos las tareas de la casa y la educación del niño equitativamente. Pero ya lo hacíamos antes de tener un hijo... Aparte de eso, en las películas y los dibujos que le ponemos intentamos evitar las narrativas y los roles de princesas, príncipes, guerreros… Ese tipo de cosas”. ¿Y los juguetes? “No le condicionamos. Es cierto que le encantan los coches y las excavadoras, pero también le gusta mucho jugar a cocinar”, explica.

En lo que coinciden prácticamente todos los expertos es que conviene olvidarse de los roles de género. De ese código binario de rosas y azules que los científicos han desechado al demostrar que niños y niñas no tienen preferencia por ninguno de los dos colores.

Sin embargo, hacia los tres años, los niños empiezan a asimilar las expectativas sociales relacionadas con ese tipo de detalles aparentemente inofensivos, pero cargados de significado. “Lo primero que pueden hacer las familias es dejar de pensar estereotipadamente. Vamos a olvidarnos del rosa y del azul, de diferenciar las actitudes, de los juguetes para niños y para niñas… Jugar con muñecas, por ejemplo, es el entrenamiento para cuidar a las personas. Y un entrenamiento para una paternidad igualitaria es fundamental”, explica Marian Moreno, educadora y experta en coeducación. Por la misma razón, aprender a cuidar de uno mismo (desde cocinar hasta saber mantener la higiene personal) es imprescindible para que un niño sea independiente y autónomo, y pueda compartir las tareas domésticas en el futuro. Pero también es esencial aprender a cuidar a los demás, un rol que tradicionalmente han desempeñado las mujeres. Por eso, ocuparse de un hermano pequeño, hacer de canguro con el primo o atender a una mascota son actividades muy positivas para el desarrollo de cualquier niño.

"Todas las emociones son legítimas"

“A un niño no se le pueden negar gustos, orientaciones o actividades por el hecho de ser un hombre”, explica Herbón. Y eso incluye la gestión de las emociones. Cuando son bebés, los niños y las niñas lloran por igual. Luego, aprenden a modular sus reacciones en función de lo que se espera de ellos. “ Hay que legitimar todas las emociones. Cuando llora, no hay que negarle ese llanto, sino entender qué le pasa y enseñarle a regularlo”, explica la psicóloga. Para Carlos, “todas las emociones son naturales y es legítimo sentirlas. Esa idea de que los tíos tienen que ser duros, peleones, agresivos y competitivos me parece absolutamente tóxica. No quiero que mi hijo piense que eso es lo que se espera de él. Todo ese rollo del macho alfa me parece totalmente nocivo”.

El lenguaje juega un papel clave. Para empezar, ha de ser inclusivo. “Con el lenguaje entendemos y cambiamos el mundo. Hay que visibilizar a las niñas y eso, por supuesto, incluye cómo hablamos. El uso no sexista del lenguaje es fundamental”, explica Marian Moreno. También es importante que no utilicen nunca palabras como mujer o niña en forma de insulto. ¿Qué puede hacer un padre o una madre si un día su hijo llama “puta” a una compañera? “Hay que preguntarle para qué usa esa palabra, qué intención tiene y explicarle lo que significa conceptualmente y qué daño puede hacerle a la otra persona. No consiste en contestar: “Eso no se dice”, señala Herbón.

Y hay que hablar de sexo. Es una herramienta fundamental para prevenir el acoso y la violencia sexual. Según algunos expertos, entre los tres y los cuatro años ya se pueden empezar a explicar algunos conceptos básicos en términos sencillos. Por ejemplo: de dónde vienen los niños. “Hay que hacerlo cuando estén listos. Y eso difiere mucho de un niño a otro. Pero cuando estén preparados hay que empezar a hablarles del respeto, de lo que significa lo afectivo-sexual, no solo de los miedos del embarazo o de las enfermedades de transmisión sexual, sino de qué significa compartir la sexualidad con otra persona, qué significa decir no en el contexto de una relación sexual”, explica Herbón.

Pero los nuevos tiempos han traído nuevos retos. Para Marian Moreno el acceso a la pornografía en internet ha cambiado completamente el paisaje. “Su educación sexual, sobre todo la de los chicos, está cada vez más fundamentada en el porno. Por eso, se están educando en una sexualidad abusiva, basada en el poder, discriminatoria, una sexualidad de la cantidad en vez de la calidad”.

Jugar con muñecas les prepara para cuidar personas y para una paternidad igualitaria".

marian moreno

La buena noticia es que las familias no están solas. Desde el colegio también se debe enseñar igualdad a través de la coeducación . “Consiste en educar intentando equilibrar la mochila de género. Esas mochilas vienen con carencias y con excesos. Los chicos, por ejemplo, tienen carencias en la expresión de su afectividad o empatía. Y, en cambio, se exceden a la hora de mostrar sentimientos de ira o frustración. Con las chicas ocurre al contrario. Por ejemplo, tienen carencias a la hora de ejercer el liderazgo”, dice Moreno. “La coeducación se puede aplicar a cualquier asignatura. Es totalmente transversal. Pero para impartir igualdad, tienes que llevarla dentro”, argumenta. ¿Cómo? Por ejemplo, como profesora de Lengua en un instituto, Moreno utiliza un cuento del conde Lucanor para hablar de violencia de género y si toca estudiar El Quijote se detiene en la novela incrustada de la pastorcilla Marcela. “Es el primer mitin feminista de la literatura y lo escribió Cervantes”, dice. Según Moreno, este enfoque tiene buena acogida entre los adolescentes porque explora temas que les tocan muy de cerca. “Cada vez hay más chicas con conciencia feminista. Y cada vez hay más chicos incómodos con la masculinidad tradicional”.

Nuevas masculinidades

Pero no se trata, ni mucho menos, de negar la masculinidad, sino de respetar el carácter y los intereses de cada niño. “Al final, se trata de que sean lo que quieran ser. Que quieren subirse a un árbol, que se suban. Que quieren jugar a fútbol, que jueguen. Que quieren leer, que lean. Que hagan lo que quieran. Pero que tampoco se vean obligados a subirse a un árbol o a jugar al fútbol porque es lo que hacen los chicos. Lo que persigue el feminismo es que cada persona se desarrolle en libertad”, explica Herbón. Niñas y niños libres e iguales. Ya no es una utopía, sino el futuro de la siguiente generación.

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