Hay una especie de amiga que parece llegar a este mundo con una hucha bajo el brazo. Lo notas porque desde que entra en tu vida tus gastos se multiplican y, no precisamente, porque tu vida social se haya animado. Sino porque la quieres mucho y ella también a ti, pero tiene problemas, su vida es algo precaria (pero muy intensa) y a ti, teóricamente, te va mucho mejor. ¿Te suena?
Estas amigas suelen tener múltiples proyectos, aventuras empresariales, bodas, fracasos amorosos y viajes mentales (o viajes a secas), y para ello cuentan con tu impagable (nunca mejor dicho) apoyo económico, porque el moral no suele hacerles tanta falta. De hecho, su facilidad para pedir tiene que ver con una autoestima mejor provista que la tuya (por algo te cuesta tanto decir no...).
Tú, eres tan buena amiga que estás dispuesta a subvencionar a partir del día 15 las cañas (y no solo) a ese espíritu libre que no soporta cumplir un horario de oficina ni tener un jefe. Además, esa misma amiga organiza con frecuencia crowdfundings para financiar sus pequeños proyectos "Algún día expondré en Nueva York y te lo devolveré todo" y, claro, tu aporte ha de ser de los primeros en entrar. Consecuencia: eres una buena amiga y, de paso, una solvente mecenas.
Yo, por ejemplo, he tenido que lidiar con una amiga de imaginación desbordante. Su boda estuvo planificada al milímetro en una villa de la Toscana; sus invitados debíamos llevar una túnica de seda salvaje (de la buena), y una diadema de flores frescas recién cortadas (un florista local se encargaba de los arreglos por el módico precio de 75€ + IVA). Todos debíamos alojarnos en una villa con encanto y vistas al mar. Y, por supuesto, correr con los gastos de tanto buen gusto, originalidad y derroche de estilo.
La pareja, original y viajera como pocas, diseñó una web con su viaje de novios, un largo periplo por Asia, cada amigo debía correr con el gasto de un tramo del trayecto, y marcar en una infografía si había pagado el vuelo de Singapur a Hong Kong o la estancia en el hotel Kempinski de Xiam. Fue una boda inolvidable en la que disfruté de dos días aún más inolvidables, pero que desequilibró por completo el presupuesto para mis vacaciones de ese verano. Al final de la ceremonia, la novia, emocionada, agradeció a sus amigos con los ojos llenos de lágrimas todo el amor (y la pasta) que le había sido entregado desinteresadamente. "Tengo los mejores amigos del mundo", dijo. Y tanto.
Esta misma chica moderna y cosmopolita hizo una pasantía de dos meses en una universidad de Estados Unidos y en ese tiempo, 60 días, adquirió todas las costumbres y usos sociales del país. Así que cuando decidió reproducirse organizó una Ultrasound Party (léase "la fiesta de la ecografía").
Todos los amigos asistimos a la revelación del sexo de su bebé en directo, que tuvo lugar en el salón de su casa hasta donde una empresa especializada había desplazado todo el equipo médico necesario y a un doctor con dotes histriónicas que nos mantuvo en vilo hasta descifrar el sexo del bebé.
Dado que la mayoría de los invitados lo ignorábamos todo acerca del protocolo a seguir en este tipo de fiestas, en la invitación se nos indicaba que esta vez los regalos (a partir de 50€) eran para los futuros padres, necesitados de decenas de complementos y accesorios imprescindibles para alcanzar la salud plena y la felicidad de su retoño. Ya se sabe, siempre es más fácil pedir pasta por escrito.
Unos meses más tarde fuimos invitados al Baby shower. Esto, al menos, lo habíamos visto en las películas. Con el embarazo más avanzado, el protocolo mandaba casi ordenaba comprar para el bebé regalos de entre 70 y 150€.
La creativa sin fondos. Su cerebro bulle de grandes ideas que suelen ser financiadas vía crowdfunding. Tú sueles ser de las primeras en recibir la petición. Aviso para navegantes: los crowdfunding pueden ser infinitos. Tras el primero vendrá otro, y otro, y otro...
La que te hace el regalo envenenado. Por ejemplo, designarte testigo de su boda en Isla Mauricio. Todos los gastos corren por tu cuenta. A ver cómo le dices que no vas a poder ir.
La que escoge el restaurante más caro... y luego no divide la cuenta equitativamente entre todos porque ella no ha tomado postre.
La trendsetter. Es la amiga enterada que siempre sabe la serie que hay que ver, donde hay que ir y que eventos hay que celebrar. Hace todo tipo de celebraciones y a todas te invita, pero siempre que estés dispuesta a pagar el obligatorio "impuesto revolucionario": ya puedes considerarte afortunada de que te haya invitado a la fiesta del año.
La cuasi obligación de financiar las grandes ideas de los amigos para mantener tu círculo ya tiene en Reino Unido una etiqueta: tu "deuda social", que es el importe que acabas pagando para ser apreciado en un determinado grupo. Un estudio realizado en ese país fijaba ese gasto en unos 1.500€ por habitante.
Además, según el estudio, en un contexto de crisis económica, funciona mejor lo de ser generosos para ser aceptado y; por otro lado, la gente prefiere simular que sus recursos financieros siguen siendo los mismos, ya que estás más deseoso de vivir como si el dinero no fuera un problema.
El estudio realizado por The Money Advice Service advierte que incluso nuestro espacio doméstico ha sido colonizado por la competición social. Si antes invitabas a tus amigos a comer pizza con unas cervezas, ahora ya no. El auge de programas como Masterchef o la cascada de fotos de comida que cae delante de nuestros ojos cada día en Instagram nos hace creernos grandes cocineros, así que, cuando tenemos invitados vamos a por todas, compramos productos ecológicos y jamón del bueno, o nos embarcamos en un menú sofisticado y carísimo.
Algunos sociólogos se preguntan desde cuándo el nivel de vida (o su simulación) se ha convertido en algo tan importante para mantener a los amigos junto a ti. La paradoja de gastar más dinero con y por los amigos en medio de una crisis económica la explica el sociólogo francés Stéphane Hugon, que dirige el grupo de Investigación de la tecnología y la cotidianeidad. Para este experto, la clave está en que hemos cambiado la relación que tenemos con el dinero.
"Ante la expectativa de ser la primera generación que tendrá menos dinero que sus padres, se favorece una actitud de que el futuro no existe y, por tanto, no hay que preocuparse mucho por él. La gente está convencida de que el mundo de mañana será un poco peor que la de hoy y privilegia una actitud disfrutona, casi teatral, de vivir siempre en una fiesta".
El sociólogo explica un modo casi escenográfico de consumo, diseñado para la mirada del otro, que se potencia gracias a redes sociales como Facebook e Instagram. "Ante la imposibilidad de hacer grandes inversiones, como comprar una casa, se busca la gratificación inmediata. Y si hay testigos, mejor". Para Hugon, este comportamiento hedonista propio de nuestra época es "una estrategia de supervivencia en un mundo donde se está ejerciendo como nunca antes la violencia económica contra el más débil".
Todos sabemos que en las grandes ciudades, en un universo de solteros (o de parejas sin familia) los amigos se convierten en la familia extendida y hay que tenerlos contentos. Pero a medida que ese círculo se ensancha, crecen los compromisos sociales con gasto añadido. Si no pasas por el aro, acabarán por no llamarte y estarás fuera. Resistir es languidecer ante las fotos de Facebook en las que todos muestran esos planes a los que ya no te invitan. Lo sabes.
Y sí, hay amistades que nos salen muy salen caras, pero jamás nos atreveríamos a cortar con ellos a cambio de sanear nuestra economía. La buena noticia es que una vez al año será tu cumpleaños y excepto que sea en agosto o en navidades, el grupo se volcará en tu regalo, que será sofisticado, muy caro, exótico e irrepetible. ¿O no?
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?