Viajera sola /
Manuel Carrero, madrileño de 40 años, viajó con su amiga Susana a India y, en medio de una celebración multitudinaria, loco de tensión, tuvo que gritarle eso, que no sonriera, que agachara la cabeza, cubrirla con su cuerpo, hasta que salieron de donde estaban esos "cientos de miles de tíos mirándole como si fuera un pastel de crema".
"Sí, el mundo es más peligroso para una mujer -dice Manuel, que es un viajero solitario incansable y se ha recorrido medio mundo-. Así que lo que tienes que hacer es, según qué país, aprender los códigos lo más rápido posible. Yo qué sé, ser simpática o sonreír, o enseñar más o menos piel, puede ser interpretado como que quieres equis cosas según que países. Yo no digo que una chica no deba viajar sola, sino que debe estar informada. Si yo mismo, que soy hombre, tengo miedo al comportamiento del hombre, ¿cómo no lo van a tener las mujeres? Yo a una amiga le diría que no hay que hacer cosas que no haría en su propio país".
Hacer cosas que suelen hacer en su país, es decir, ir a la playa, a un bar, hacer amigos, es a lo que se estaban dedicando las argentinas Marina Menegazzo y María José Coni en Ecuador cuando desaparecieron. Hasta ese momento y, según sus padres, "había sido el viaje de su vida". No habían dejado de mandar fotos y mensajes ni un día, y de repente se hizo el silencio. Marina y María José, dos chicas argentinas, de 21 y 22 años, desaparecieron mientras hacían turismo por la costa, en una playa muy famosa llamada Montañita y tres días después aparecieron muertas -asesinadas- en bolsas negras de basura.
Lo más increíble del suceso, es que en la cobertura mediática e institucional del asesinato, la sociedad añadió un segundo horror: la acusación de que se lo habían buscado, de que "jugaron con fuego y se quemaron". De que suya era la culpa. Los comentarios a la noticia eran del tipo: que si no tenían dinero y buscaron un sitio donde dormir gratuitamente y por eso las mataron; que si las vieron en bikini, bebiendo en un bar y bailando y que por eso las mataron; que si andaban de mochileras y por eso las mataron; que si andaban solas -eran dos, pero igual insistían en lo de solas- y por eso las mataron.
"Víctimas propiciatorias, las llamó un psiquiatra supuestamente experto en casos de asesinato a mujeres en declaraciones a una revista. La subsecretaria de Turismo de Ecuador dijo: "o lo que digo, yo soy mamá, a estas chicas seguro que les iba a pasar eso en cualquier lado porque de ahí se iban a ir jalando dedo [haciendo autostop] hasta Argentina (...) les iba a pasar algo tarde o temprano. Pero bueno, desafortunadamente fue ahí (en Montañita)".
El asesinato a golpes de Maria José y Marina, dos mochileras de 21 y 22 años en Ecuador, provocó una ola de solidaridad e indignación en su país, Argentina, pero también en las redes sociales, donde el hashtag #viajosola sigue convocando la experiencia de miles de chicas viajeras.
La reacción de protesta a estos comentarios fue inmediata. Hombres y mujeres de todas partes del mundo comenzaron una campaña masiva para denunciar el sinsentido de que se acabe acusando a las víctimas de su propio asesinato.
Desde la revista argentina Anfibia se empezaron a difundir textos sobre el tema con #viajosola y el impacto del hashtag fue enorme. En abril se convertió en una reivindicación viral y global (aparecieron, por ejemplo, I travel alone o Je voyage soule). Y a día de hoy, si se busca en Twitter #viajosola se encontrarán miles de fotos de viajeras en destinos increíbles haciendo cosas increíbles y textos emotivos que hacen una apología del turismo en solitario.
Esto han escrito, por ejemplo, las periodistas argentinas Julia Dominzain y Agustina Sulleiro: "Mil millones de veces muertas: así deberíamos estar todas nosotras. Somos un grupo de amigas de Secundaria. Nuestro delito fue viajar por el mundo con mochilas de 70 litros en la espalda (...). Siempre aceptamos muchos caramelos de extraños. Y ahora, cada tanto nos preguntamos: ¿cuántas veces habremos nos habemos librado del destino de Marina y Majo?"
Andrea Bergareche, bloguera de viajes, escribió: "Se las señala como culpables porque ellas fueron las que tuvieron el comportamiento supuestamente incorrecto; las que fallaron porque en este mundo no debes ir sola, ni viajar sola, ni irte lejos de casa, ni siquiera puedes volver sola del trabajo o del colegio, ni salir de fiesta ni llevar unos pantalones cortos. Porque somos nosotras las culpables, las provocadoras. Porque nos dicen que somos nosotras las que con nuestra belleza y nuestras minifaldas, incitamos al hombre, que, al final, está dominado por el instinto natural. Porque la culpa es nuestra y de nuestras minifaldas. Nosotras que tenemos que ser las más guapas y las más sexys, pero luego somos culpables por llevar una prenda estrecha o corta. Ellas fueron las culpables porque iban solas (que no iban solas, es decir, eran dos, pero parece que ir sola significa ir sin ningún hombre o eso entiendo yo)".
Efectivamente, Marina y María José eran dos chicas, pero no se deja de insistir en que viajaban solas. ¿Viajar sola significa viajar sin compañía masculina como se pregunta Andrea Bergareche? ¿Qué puede hacer una mujer que no cuenta o no quiere contar con esa compañía? ¿Quedarse en casa? Lo que, en resumen, expresa la campaña #viajosola es que el crimen de María José y Marina, y de tantas otras alrededor del mundo, no puede ser una excusa para recluir, para prohibir, para enmudecer o paralizar.
Ahora bien, reivindicar nuestro derecho a viajar por el mundo sin escolta y con libertad, tampoco puede ser excusa para dejar de reconocer que una viajera debe cuidarse más porque en determinados contextos es más vulnerable.
¿Y cómo aprender a protegerse? Una prematura experiencia negativa puede provocar el miedo para siempre, pero también que la viajera crezca en sabiduría y recursos. Es, al menos, lo que le pasó a Carmen R., coruñesa de 35 años, que aprendió de un día horrible ("pero esto no me vuelve a pasar") y ha seguido viajando sola, ahora sintiéndose mucho más segura de sí misma. A los 22, mientras dormía en un tren que cruzaba la noche italiana, un chico le metió mano. Ella le retiró la mano, le dejó claro que no quería nada, pero él continuó tocándole la espalda hasta que ella abandonó el compartimento y se refugió en el pasillo.
"Al día siguiente, el susodicho me miraba desafiante, con altanería, chulo. Por supuesto no me pidió perdón... y al bajar del tren me siguió mirando lascivo desde la ventanilla. A mí me temblaban las piernas... Si me llega a pasar ahora, con esta edad, le digo algo, pero entonces no me atreví. Ahora me pregunto, ¿por qué no le dije nada? ¿Por qué no avisé a nadie? ¿Por qué fui yo la que salió como si hubiera hecho algo malo?", dice.
El consejo de esta viajera que no se dejó amedrentar por una mala experiencia es que hay que protestar.
Nina y Katarina, fundadoras de The Travel Club, una web para mujeres que viajan por Los Balcanes resumen muy bien el espíritu de #viajosola:
"No permitas que el hecho de que seas una mujer se convierta en la razón por la que pasas tus vacaciones viendo a los transeúntes desde una cafetería en el barrio. La idea de que el mundo es un lugar peligroso donde maniacos, asesinos y violadores están al acecho a la vuelta de la esquina, es una tontería tan grande como la idea de que el mundo es un cuento de hadas, donde todo el mundo tiene buenas intenciones. La única manera de averiguarlo es salir y verlo por ti misma, pero con un plan bien pensado, y además actuar responsa-blemente. En realidad, no necesitas ningún talento sobrenatural para mantenerte segura. Trata de ser lo más discreta posible para enfrentarte a los comentarios. Un gran número de situaciones incómodas pueden evitarse antes de que realmente se pongan serias: al no mostrar interés, al no responder o iniciar una discusión, o simplemente ignorando algunas cosas o dejando los lugares en el que la gente te ve como un objetivo (sexual). El mundo es un lugar maravilloso, así que te deseamos un buen viaje y una exploración llena de éxito".
Hola, ¿de dónde eres?. Al viajar con amigos reduces las posibilidades de conocer a gente. Sola, las amplías.
"Ir a tu bola". ¿Recuerdas lo agradable que es cambiar de planes sin tener que consultárselo a nadie?
Probarte que puedes. La sensación de conquista propia y de superación personal es indescriptible.
Observar. Y tomar notas. Y reflexionar sobre lo que ves. Hay momentos que no se olvidan nunca y, quién sabe, pueden sacar a la escritora que llevas dentro.
¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? Pocas situaciones en la vida, nos permiten hablar tan sinceramente con nosotras mismas como estar solas.
Sal de aquí. Las situaciones inesperadas te harán salir de tu zona de confort. Y es divertido.
Si viajas sola ya no viajarás sola. ¿Cómo? Sí, es muy probable que en el camino conozcas a gente haciendo tu ruta y que te resulten tan agradables que pronto se conviertan en tus compañeros de viaje.
¿Te has vuelto loca? Esa, por ejemplo, es una frase que no vas a escuchar si decides, por ejemplo, darte ese carísimo masaje en un spa después de haber almorzado un kebab de pie, en la calle. O, al revés, cenar en un restaurante de lujo aunque te hospedes en un hostal cutre. De hecho, puedes darte el lujo de hacer lo que quieras, gestionar tu dinero y ser extravagante. No tienes testigos.
Infórmate y mapea. Todo lugar tiene sus peligros, pero hay sitios en los que es mucho menos recomendable perderse que en otros. Una viajera tiene que saber cuáles son y sus características antes de llegar a su destino. Con internet no hay excusa.
Ten una red. Ya sabes que está la Embajada y el Consulado, pero, a veces, la mejor diplomacia son los amigos de los amigos que viven en esa ciudad. Lleva algún teléfono, aunque nunca lo uses te dará seguridad.
Usa tu instinto. La mayor parte de las veces, las chicas sabemosque alguna persona se está tomando demasiadas libertades. No temas herir susceptibilidades, a la más pequeña incomodidad, adiós.
Grita. Si sientes que alguien te está acosando y que no responde a tus educadas negativas, sé firme y no tengas miedo de hablar alto e incluso gritar o llamar la atención.
¿Bailas? Si, por la razón que sea, la ciudad que elegiste te sigue poniendo nerviosa, lo más recomendable es que busques una actividad común clases del baile local, tour organizado, cata de algun producto, buceo, allí seguro encontrarás viajeros como tú.
Papeles para todo. Escanea el pasaporte y otros documentos importantes y mándatelos a tu correo electrónico. Así, siempre tendrás contigo una copia en todo momento.
Tú eres tu responsabilidad: En el 99% de los casos estarás bien, pero sí, hay un uno por ciento contra el que tienes que estar prevenida. ¿Te ofrecen acercarte a algún sitio? ¿Te hablan de una playa solitaria? Piénsalo bien. Cuida tus espaldas. No le tengas miedo a todo, pero tampoco no le tengas miedo a nada. Como en tu ciudad de origen.
Vigila tus cosas. Lo que con más probabilidad puede pasarte es que quieran robarte tu dinero y tus cosas, como a todos los viajeros del mundo. La recomendación es universal: lleva solo el dinero para ese día y algo adicional escondido en algún sitio, ten el número del banco siempre contigo por si tienes que cancelar las tarjetas, usa billetes pequeños, no dejes el móvil a la vista. Si viajas con mochila, puedes llevar una pequeña cadena para atarla a las sillas o las mesas.