Lo primero que dijo fue que se sentía muy bien: “Venir a casa mola”. Pero, seguramente, estaba deseando cerrar un día infernal, en el que un contrato con una firma de móviles (qué si no) la ha obligado a comparecer ante toda la prensa habida y por haber. La traca final de este agitado “press day” discurrió en “El Hormiguero”, en los amables brazos de Pablo Motos, que la meció con preguntas amables, llenas de sobreentendidos, abrazos, besos y cariños varios.
“Siempre que vienes estás guapa, pero esta noche estás como radiante, tienes como luz”, la recibió Motos, con su mirada claramente emocionada, incluso aguada. “ Últimos meses complicados. ¿Estás bien?”, le preguntó paternal. Y ahí comenzó de nuevo el discurso que Paula había repetido durante todo el día. Ni una coma más, ni una coma menos. “Yo estoy bien. Ha habido marejadilla tirando a fuerte marejada, pero estoy muy bien. Tranquila. Situándome. Bien. Reconduciendo todo otra vez. Dejo que el tiempo ponga todo en su sitio, que todo fluya. Creo que es la decisión más sabia que se puede tomar”.
Inasequible al desaliento pero sin mencionar ni una sola vez el nombre de David Bustamante (¿será petición de ella o de él?), Pablo volvió a la carga sobre el estado actual de las cosas. “Todo se va poniendo en su sitio“, le contestó Paula, que sigue sin dejar ver nada más allá de la evidente separación física del matrimonio. “Todos estamos expectantes, pero hay que dar tiempo al tiempo. No hay que precipitarse ni para un lado ni para el otro. Nunca tomar decisiones precipitadas”. Fue entonces cuando, en un giro pelín sensiblero de la entrevista, Pablo Motos miró a cámara para pedir empatía para con Echevarría, mucho más contenida y hasta fría que el mismísimo presentador.
“Tenemos que recordar a algunas personas que lo que tenemos entre nosotros es una situación privada y dolorosa”, se dolió Motos. “No es entretenimiento.. Debemos ponernos en tu lugar”. Impávida ante sus palabras, Echevarría se limitó a asentir. Probablemente la primera que está más que curada de espantos es ella misma, y posiblemente haya podido añadir algunos euros al cheque que la puso ayer ante la prensa gracias a su conformidad por exponer su situación. No debe ser plato de gusto tener que echar balones fuera de un posible divorcio, pero Paula Echevarría no es ninguna niña que necesite protección. Es una mujer adulta que sabe muy bien dónde está y qué ha de decir.
Al final, Pablo Motos terminó preguntándole a Paula Echavarría qué le diría a la prensa que tanto la celebra y tan gustosamente atiende a sus presentaciones. “Se lo he dicho ya directamente a ellos: respeto y prudencia. Nunca he pedido que no se hable de ello, solo que si se habla sea bien, con verdad y con cautela. Nada más. Cuando la prensa dice mentiras, lo que te dice tu entorno es que lo más inteligente es no responder. Ya sabes que si contestas entras en el juego y si no lo haces, siguen el juego sin ti. Es un arma de doble juego. Pero prefiero seguir en mi postura de quedarme todo de puertas para adentro. Sé lo que hay y con eso me quedo”.
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