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La tuya es una pareja 'viejuna'

Hablan siembre en plural, son previsibles, aburridos, "hijocéntricos"... Mientras ser viejo es una cuestión de edad, ser "viejuno" depende de la actitud. ¿Te reconoces?

Ser viejuno depende de la actitud / Fotolia

Silvia Torres Madrid

Parejas "viejunas" que conjuntan sus armarios. Él combina su polo azul klein con el bolso de su chica. Ella se arriesga con un vestido pistacho para no afearle la elección de una corbata de dudoso gusto.... Todo sea por salir, en perfecta armonía cromática, a cenar con los amigos de siempre con los que ya hace una década dejaron de discutir porque se conocen demasiado bien. En cada encuentro se hacen los mismos chistes, se critica a los mismos cuñados... todo sucede en una coreografía perfecta que ha sido mil veces ensayada y rueda sola.

Ser una pareja "viejuna" significa vivir en una balsa de aceite densa y suave donde nunca hay sorpresas. Y sí, digámoslo cuanto antes: ser una pareja sincronizadamente aburrida. Alcanzar ese estado del alma no tiene nada que ver con la edad. Se han avistado parejas "viejunas" de solo un año de antigüedad, que ya son capaces de terminar las frases del otro, o que aplican la primera persona del plural a cada acto de su vida: "Nos gustaría terminar este libro, lo tenemos en la mesilla"; "Después de comer nos tomaremos las pastillas para dormir".

Decíamos que elevarse a la categoría de pareja "viejuna" no era un concepto temporal, sino un estado del alma y la conciencia que se adquiere a fuerza de repetir comportamientos y de verse a uno mismo como una pieza de una maquinaria cuasi perfecta: la pareja que gira en torno a otro eje igual de sólido, los hijos. Una pareja "viejuna" dedica el 80% de su tiempo a hablar de sus hijos, lo que no quiere decir necesariamente que dedique todo su tiempo a ellos. Pero hablar del asunto es un sacerdocio.

No crea, querida lectora, que soy enemiga del orden o de la sincronía cromática. De hecho, es posible que haya sido la mitad de una pareja "viejuna", porque nadie está a salvo de este fenómeno que los anglosajones llaman MAM (middle aged marrieds, matrimonios de mediana edad), que ahora se considera "la nueva norma". Y hay que reconocer que, aunque sea una vez en la vida, todos añoramos la normalidad. Y el aburrimiento.

¿Cómo saber que aún no estás en una pareja "viejuna"?

  • Sigues teniendo sexo con tu pareja después de una fiesta, aún después de una noche en la que no sabrías explicar exactamente cómo has llegado a casa.

  • Discutís sin sombra de corrección política. Y por Whatsapp.

  • Todavía seguís descubriendo cosas del otro.

  • Vuestros hijos os piden ropa prestada.

  • Cualquiera de los dos se pone la ropa que quiere, independientemente de que el otro la apruebe o le guste.

  • Te hace ilusión pasar meses planeando cumpleaños.

  • A veces podéis ser un poco maleducados el uno con el otro.

  • Coqueteáis, a veces entre vosotros, a veces con terceras personas. Casi siempre de modo evidente.

  • Consideráis que una copa es un lubricante marital esencial.

Hablemos de Sexo

  • Una pareja viejuna no evita el sexo, pero tampoco lo busca. Más bien lo organiza, lo apunta en la agenda y cuando cumple lo tacha con un rotulador rojo. ¡Check! ¡Una cosa menos! Hay una correlación directa entre la frecuencia con la que una pareja tiene sexo y su escala de "viejunismo". A estas alturas, la calidad ya no cuenta. Es preferible un "aquí te pillo, aquí te mato", mientras al menos uno de los dos repasa mentalmente la lista de la compra. Al llegar a este punto, hay que admitir que estamos ante síntomas precoces de MAM.

  • Una pareja que al llegar a casa después de una día de trabajo se saluda con un besito desganado para cubrir el expediente. O peor aún, los que se rozan la mejilla como quien se va a besar, pero no... Esas parejas se deslizan irremediablemente por la pendiente del drama. No es nada sorprendente: las parejas más jóvenes, las que disfrutan del sexo, se besan con ganas como si hubieran estado esperando ese momento durante todo el día. Las parejas "viejunas" solo se besan de verdad en el caso extraordinario de tener sexo.

  • La última vez que uno de los dos puso una excusa para no tener sexo era verano. Funcionó lo del calor, combinado con la migraña habitual más los niños de vacaciones. El problema es que seis meses después no han necesitado considerar un nuevo argumentarlo. Bienvenidos a la Tierra Media.

  • Se meten en la cama vestidos, él con calcetines, ella con la camiseta del último concierto de Maná o de Guns 'N' Roses. ¿Nostalgia de los agitados años 90? ¡No: el horror!

  • Tienen habitaciones separadas. Es un fenómeno tan común que ahora los agentes inmobiliarios lo llaman "el cuarto de roncar". Múltiples usos y eufemismos esconden la realidad de dormir en habitaciones separadas. Algunos matrimonios célebres como el de Cindy Crawford con Rande Gerber tenían esta habitación separada destinada para cuando él, gran juerguista y amigo de George Clonney, llegaba tarde y borracho al domicilio conyugal. Lo cierto es que, en realidad, es un síntoma inequívoco de pareja que avanza a alta velocidad hacia la oscuridad de la mediana edad.

En el día a día:

  • Los más hipsters ya se han pasado a los cupcakes, hornean hogazas de pan de masa madre o hacen punto. La realidad es que la cerveza o la copa de vino a media tarde es cosa del pasado.

  • Ven la misma serie y, por supuesto, la comentan en plural mayestático. Uno asiente mientras el otro habla. Son una muralla, un plan sin fisuras.

  • Se ha implantado la división estricta e inamovible del trabajo en el hogar. Ella hace las ensaladas, él pone el lavavajillas. Ella hace la tortilla de patatas; él, la paella. Ella hace las gestiones; él conduce. Nadie tiene ni idea de cómo se hace lo que no le toca.

  • Comparten alergias e intolerancias alimentarias. También los tratamientos. Leen los prospectos en voz alta antes de dormir.

  • Se van a dormir cada uno por su lado, incluso cuando duermen en la misma habitación.

  • Cuando cada uno lee su libro en la cama no está permitido interrumpirse para charlar de temas insustanciales o para comentar la lectura. Las reglas están para cumplirse y hay que respetar el espacio del otro.

Si salen con amigos

  • Nunca beben más de dos cañas. Si uno de los dos se pasa, el otro dice cosas como: "Cariño, lo que acordamos...".

  • Siempre se van a la misma hora y repiten el mismo ritual de despedida, incluida una discusión pasivo-agresiva sobre quién conduce de vuelta a casa. Siempre conduce él.

  • Una tercera parte de su tiempo se dedica a hablar de los hijos; otra tercera parte, a hablar de los padres; y el resto, a discutir sobre la conveniencia de cambiar ahora el lavavajillas o esperar a que la obsolescencia programada se encargue del asunto.

Ella se ha convertido en su madre:

  • Le hace la maleta y en casos extremos le mete el calcetín en el bolsillo de la camisa para que no vaya mal conjuntado.

  • Lo acompaña a cortarse el pelo y sugiere al estilista el mejor corte para disimular una incipiente calvicie.

  • Le corrige lo que pide en un restaurante: "Cariño, realmente no quieres patatas fritas".

  • Le compra la ropa, de hecho lo viste. Él nunca lo hará con ella, ni siquiera sabe su talla.

Lo que de verdad les importa

Las parejas "viejunas" son "hijocéntricas": su vida está dominada por sus hijos. Viven por y a través de ellos. En muchos casos su inmersión en el aburrimiento integral empezó el día que supieron que iban a ser padres y dieron por amortizado su proyecto de pareja. Ya ninguno recuerda cuándo fue la última vez que se vieron uno al otro como lo más importante. Les gusta rodearse de gente igual que ellos, por lo que su vida social gira en torno al colegio de sus hijos y se organiza a través de un grupo de Whatsapp hiperactivo y neurótico, que genera unos 300 mensajes diarios y del que nadie se atreve a salir.

  • Si tienen algún hobby es compartido. Se apuntan juntos a un curso de cocina japonesa, a las clases de yoga o a un club de lectura. ¡Atención! Este suele ser el primer síntoma de pareja "viejuna".

  • Su idea de la espontaneidad y el riesgo consiste en no saber qué van a cenar cuando salgan del teatro donde han ido a ver una obra que escogieron ambos y que les va a parecer "fantástica". Sin duda, a los dos.

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