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Pienso, luego existo

Tareas, horarios, obligaciones, prisas... El alto en el camino que nos brindan las vacaciones es necesario para hacer balance de nuestras emociones, tomar conciencia de quién somos y ajustar el rumbo vital.

Mujer pensativa frente a la playa / Fotolia

Isabel Menéndez
Isabel Menéndez

¿Cuánto tiempo hace que no te preguntas por cómo te sientes? ¿Estás de acuedo con tu vida? ¿Reconoces algún conflicto que te gustaría resolver? La frase de Descartes citada en el título, que coloca el pensamiento en el centro de la identidad del ser humano, parece oportuna estos días.

Las vacaciones pueden servirnos para acercarnos más a nosotros mismos, para reconciliarnos con nuestro ser que, en ocasiones, queda oculto tras la cantidad de obligaciones a las que nos enfrentamos. Tiempo para pensar, para acercarnos a nuestras verdades,a cómo nos sentimos. Tiempo para reflexionar y disfrutar.

La vida cotidiana puede enredarnos en obligaciones alienantes.

La vida puede enredarnos en una maraña de prisas y obligaciones que nos alienan. Muchas veces podemos llegar a sentir que esas obligaciones poco o nada tienen que ver con nosotras, que no las hemos elegido, que nos hemos dejado llevar por ellas sin decidir, sin meditarlo, sin saber qué relación guardan con nuestros deseos.

Las vacaciones de verano son un descanso merecido y saludable, porque necesitamos renovar energias. Nuestra economía psíquica tiene que hacer balance de gastos e ingresos. Si nos hemos desgastado mucho sin pensar en alimentarnos emocionalmente, nos encontraremos mal, insatisfechas, molestas y descontentas con nosotras mismas y con los que nos rodean. Rescatar tiempo para pensar en la vida que llevamos y hasta qué punto sentimos que la dirigimos o que somos empujadas por todo lo que nos rodea se hace necesario.

¿Quién soy en realidad? ¿Cómo he llegado a la situación actual? ¿Estoy a gusto con lo que hago? ¿Qué me pasa con mi pareja? Andrea se hace estás preguntas y se da cuenta de que hace mucho que no piensa detenidamente en ellas. Este verano, por razones de trabajo, ella se ha ido de vacaciones más tarde que su marido y sus hijos. Eso le ha dejado tiempo para pensar un poco más en sí misma. No esperaba que a los tres días de estar sola se encontrara feliz. Esta experiencia le había devuelto sensaciones antiguas. Se sentía libre e independiente.

Las claves

  • Necesitamos el verano para pensar, para cambiar, para hacer cosas diferentes, para tomar contacto con nosotras y con los otros de manera distinta.

  • El tiempo de las vacaciones puede usarse para dejar de parecer y comenzar a ser; dejar de protestar y comenzar a disfrutar.

  • El descanso es necesario y no tomarlo con placer significaría que se tienen serios problemas para las relaciones interpersonales y la comunicación afectiva.

Deseos propios o ajenos

Cuando llega a la casa que tienen sus padres en la costa, decide no perder esa sensación de libertad que ha disfrutado. Y un hallazgo casual le ayuda a ello. Su madre había recogido las cosas de su antigua habitación para dejar sitio a sus nietos y Andrea descubre varios diarios que escribió de adolescente. Comienza a leerlos y encuentra algunas respuestas a las preguntas que se hacía cuando estaba sola.

Los deseos que expresaba en aquellas páginas guardan relación precisamente con lo que había conquistado: una familia con dos hijos y un trabajo que le gustaba. Solo su alto nivel de exigencia le impedía valorarlo adecuadamente. Siempre intentaba cumplir lo que suponía que los demás querían. En uno de los diarios descubre que le preocupaba en exceso lo que su padre pensara de ella.

La valoración personal de Andrea hacia sí misma era en ocasiones baja. Aunque siempre había querido complacer a su padre, se enfrentó a él realizando unos estudios que no eran de su agrado. Esa elección, que ella siente como un desafio a su progenitor, la paga intentando cumplir con los demás, sin reconocer del todo que lo que hace tiene que ver con sus más profundos deseos y negándose el derecho a disfrutar de ello.

La vida cotidiana puede arrastrarnos a una alienación que nos haga movernos en la idea de cumplir. Pero esta actitud puede ser una máscara que oculte nuestro verdadero ser y que nos conduzca a abandonarnos a nosotras mismas, sin reconocer y defender nuestros deseos. Por eso necesitamos tiempo para reflexionar sobre nuestra vida, engañándonos lo menos posible, aceptando nuestras posibilidades, reconociendo que lo que hemos logrado tiene que ver con lo que hemos querido conscientemente y hemos deseado inconscientemente. Si nos hemos equivocado, tenemos la posibilidad de cambiar.

Podemos abrir la maleta de nuestro ser y aventurarnos a descubrir los misterios de nuestro psiquismo. Allí se encuentran las razones de nuestro modo de estar en mundo con los otros y con nosotras mismas. Si decides investigar en tus deseos, si abres la maleta de tus miedos, si estás dispuesta a no engañarte y aventurarte por los caminos que desconoces, entrarás en contacto con tu ser.

Conviene tener en cuenta cómo son las relaciones que tienes con:

  • Las personas significativas en tu vida. Cómo te va en el amor y cuáles son las dificultades que encuentras.

  • Tu trabajo, para organizarlo mejor, dentro de lo posible.

  • El cuerpo: cómo lo cuidas o lo descuidas y cómo aceptas sus cambios.

  • Tu forma de ser. Si crees que eres demasiado exigente contigo misma o con los demás y si algo te impide disfrutar de tu vida, tendrás que investigar qué motivos psicológicos arruinan tu bienestar.

La palabra: La economía psíquica

  • Nuestro psiquismo tiene una cantidad de energía limitada que conviene administrar y que recibe el nombre de "libido". Existe un equilibrio entre lo que ingresamos, lo que consumimos y lo que gastamos. Debemos esta concepción a Freud y a su descubrimiento de que, en algunos casos, la curación llega por una descarga del afecto retenido.

  • Sofocarlos requiere mucha fuerza, una lucha interna que fatiga. Eso explicaría el agotamiento que se puede sentir, incluso en vacaciones.

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