Aunque lo parezca, no es ficción, sino realidad. Nada que ver con ninguna entrega de La guerra de las galaxias. Esta batalla se libra en la NASA, aunque también tiene como escenario el espacio interestelar y está liderada por una oficial de Protección Planetaria. Una mujer con la cabeza en las nubes, pero con los pies en la Tierra. Catharine Conley pisa fuerte en el terreno de la investigación astrofísica. Su trayectoria científica ha dibujado una parábola que la ha llevado del estudio de la fisiología al de la cosmología, pasando por la astrobiología.
Catharine Conley - Scientific American, octubre de 2014
Conley no tiene asignada la misión de salvar nuestro planeta de la invasión alienígena como Tommy Lee Jones y Will Smith en la película Hombres de negro, una comparación que la divierte, sino de proteger a Marte de la amenaza terrícola. Después de todo, estamos llevando, desde los años 70, millones de bacterias al espacio en nuestras naves y sondas espaciales. Y algunas se hacen terriblemente resistentes. La relación de Catharine con el espacio viene de lejos. Su padre fue consultor de la NASA durante la legendaria misión Apolo. Y a él se debe la resolución del caso particular del "problema de los tres cuerpos", una fórmula matemática necesaria para comprender la trayectoria orbital de la nave, sin la cual el programa habría sido más arriesgado.
Después, fue ella quien se lanzó a este abismo, tras ver en internet que buscaban gente para el proyecto Mars Pathfinder. Hubo suerte: mandó su currículum y entró en la NASA en 1999.
Hoy es responsable de que Estados Unidos cumpla con el artículo IX del Tratado del Espacio Exterior, para evitar la contaminación biológica en los territorios explorados, preservar la capacidad de los científicos de estudiar otros mundos en su estado natural y proteger la biosfera de la Tierra. O dicho de otra manera: se encarga de supervisar que las naves, sondas y satélites que se aventuran en la galaxia sean totalmente asépticas, utilizando las mismas técnicas usadas para el instrumental médico.
Y más ahora, que sabemos que hay agua sobre la superficie del planeta rojo y que es posible la vida. Los robots Curiosity y Opportunity, que están allí, deben ser cuidadosos. Esta vez, los humanos no podrán "invadir" Marte.
Catherine Anastasia Conley nació en Madison (Wisconsin, EE.UU.).
Es hija de un profesor de Matemáticas y una bióloga.
Se doctoró en Biología vegetal en 1994, en la Universidad de Cornell. Se especializó en el estudio de las proteínas que intervienen en la contracción muscular.
Desde 1999 trabaja en la NASA, la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio norteamericana.
Está casada y tiene dos hijos.
Además de mirar al cielo, le gusta cantar, tocar el violín, la historia medieval y el tiro con arco.
20 de enero-18 de febrero
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