actualidad

Elogio de la lentitud

El éxodo hacia los pueblos ya no se vive como un retroceso, sino como una mejora en la calidad de vida. Descubrimos qué llevó a estas mujeres a buscar una nueva identidad... a otro ritmo.

María Cornejo, conservadora del pueblo / Fernando Sánchez Alonso

Fernando Sánchez Alonso Madrid

Asistimos a un fenómeno insólito: cada vez más urbanitas emigran a las zonas rurales. De hecho, en las últimas décadas son más los que han emprendido en nuestro país el éxodo de las ciudades al campo que viceversa. Y estos "forasteros" representan ya el 17% de la población rural, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿Las razones de dicha emigración? Para unos, la crisis económica. Para otros, como el antropólogo Luis Díaz Viana, el fenómeno de la repoblación rural va más allá de una mera vuelta al campo: "No se busca tanto la naturaleza como el tiempo perdido y añorado. No tanto un espacio como una identidad". Quizás por eso, muchas personas asumen esta migración como un cambio de paradigma social que apuesta por un modelo más solidario, humano, natural y sostenible.

mo. Se podría decir, entonces, que vivo en una casa de cine

Cat Jarry

Una de ellas es Cat Jary, londinense de nacimiento y granadina de adopción. Violonchelista y profesora de la Alexander Music School, coordina, además, el proyecto Música en las montañas, una iniciativa que reúne cada año en la Alpujarra granadina a los concertistas internacionales más selectos. Ella lleva más de una década viviendo y enseñando música en Ferreirola, un pequeño municipio en el que, de sus 81 habitantes censados, 37 son extranjeros. "Llegué por primera vez en diciembre de 2002 para celebrar mi trigésimo quinto cumpleaños relata Cat en perfecto castellano. Estuve solo un fin de semana, y supe que tenía que volver".

La casa de la pradera

Un año después, Cat se instaló definitivamente en Ferreirola. Estaba cansada de la vida en Londres. "Me gustó esta casa y me la compré. Aquí se rodaron algunas escenas de Al sur de Granada, la película de Fernando Colomo. Se podría decir, entonces, que vivo en una casa de cine", bromea.

Según las estadísticas recogidas en el informe Estado de la Población Mundial 2014, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, España es el país con más asentamientos despoblados de Europa. "Bonillos podría haber sido uno de ellos asegura María Cornejo, madrileña de 43 años y arquitecto en ejercicio. Cuando nos asentamos aquí solo tenía dos habitantes y triplicamos su población en un día, literalmente", dice María.

Desde 2009, vive en esta localidad de la comarca leonesa de la Maragatería con su marido, que trabaja como funcionario en León, y sus dos hijos, que van al colegio en Astorga. María se ocupa también de la gestión de La casa del arcipreste, un elegante hotel rural, y de la conservación de la arquitectura local, algo que no ha sido fácil: "Hasta hace unos 10 años, eso de ver la belleza de lo antiguo quedaba para los locos que veníamos de la ciudad y no sabíamos en qué gastar el tiempo libre. Así pensaba la gente del pueblo. Por suerte, eso ha cambiado".

María Cornejo, conservadora del pueblo / Fernando Sánchez Alonso

María Cornejo: "Pensaban que estábamos locos por conservar las paredes de piedra"

  • 43 años.

  • Trabaja como arquitecta en Bonillos (León).

  • Se ocupa de la conservación del pueblo.

María desciende de una familia de Bonillos, el último pueblo de la Maragatería. Cuando ellos llegaron solo había dos habitantes, ahora son seis habitantes. Ella es arquitecta y sigue ejerciendo su profesión a través de internet. Además, es firme defensora de la vida natural y cuida la alimentación de su familia. Gracias a eso y a la vida al aire libre, sus hijos no se resfrían en el crudo invierno leonés, "y eso que suelen ir en manga corta. El campo te equilibra". María es una de los muchos que se plantearon cambiar el barullo urbano por la paz de las montañas. Una década después, a ella le ha dado resultado.

Cat Jarry, directora de orquesta / Fernando Sánchez Alonso

Cat Jarry: "Vine aquí a celebrar mi cumpleaños y decidí quedarme"

  • 49 años.

  • Directora de orquesta londinense.

  • Promueve ahora el turismo cultural en la Alpujarra.

Tolerancia y respeto es el clima que se respira en Ferreirola, uno de los municipios del sur granadino, en el que casi la mitad de sus habitantes (81) son extranjeros. "Me cansé de Londres y me vine a este pueblo, que hoy es mi vida. Así de simple", cuenta Cat. Ahora organiza el festival Música en las montañas, para fomentar el turismo, y dicen sus vecinos que es posible oír en el valle las piezas de Debussy que ella interpreta al chelo.

María José Garré en la panadería donde trabaja / Fernando Sánchez Alonso

María José Garré: "Hace 15 años que soy mi propia jefa, y es un alivio"

  • 49 años.

  • Era maestra de educación especial.

  • Hoy es panadera en Amayuelas de Abajo (Palencia).

En 1971, Almayuelas de Abajo perdió su ayuntamiento. Desde entonces es parte de San Cebrián de Campos. Con apenas 20 habitantes fijos, Amayuelas es un pueblo rebanado en dos. Por un lado están las casas tradicionales, muchas derruidas. Por otro, las modernas de los repobladores, a las afueras. En una de ellas vive María José. "Ya no podría volver a vivir en la ciudad", afirma.

Toñi Gómez / Fernando Sánchez Alonso en su tienda de ultramarinos.

Toñi Gómez "Me gusta que mi tienda sea un punto de encuentro"

  • 51 años.

  • Respondió a una convocatoria del Ayuntamiento de Arbancón (Guadalajara).

  • Gestiona la tienda de ultramarinos.

El caserío de Arbancón tiene algo más de 150 habitantes censados, y se acurruca a los pies de la iglesia, entre alcores y labrantíos. Es un pueblo alcarreño amenazado por la despoblación y desde hace un año, el nuevo hogar de Toñi y su marido, que han recuperado su vida en común: "Llevamos 27 años casados, pero hasta que no nos hemos venido a Arbancón no he descubierto que también tenía marido".

Huida hacia adelante

Inútilmente, María perseguía en Madrid un ideal de vida más natural. Cada día, sin embargo, era una repetición del anterior. Apenas disfrutaba de su familia, por los horarios laborales. "Y además estaba el estrés. Un buen día dijimos basta y nos vinimos recuerda. Aquí te sientes más equilibrado, más en armonía contigo mismo y con el entorno. Cuando no trabajo, leo, paseo o voy a la huerta. La azada es mi forma de hacer yoga. Y el día de mañana, mis hijos podrán decidir si prefieren el campo o la ciudad".

A un poco más de 200 km de Bonillos está Amayuelas de Abajo, en la estepa palentina, que parecía condenado a engrosar la lista de los casi 3.000 pueblos fantasmas que hay en nuestro país hasta que un grupo de urbanitas se instaló allí a principios de los 90. Hoy acoge a casi una veintena de personas. Una de ellas es María José Garre, zaragozana de 49 años, antes maestra de educación especial y hoy panadera y pastelera del pueblo, que vende su mercancía a diario en las villas de alrededor. "Ya no podría volver a vivir en la ciudad dice, mientras prepara pasteles con nueces. La harina con que los hago es nuestra, ecológica 100%".

Rebelión callada

Según el antropólogo Díaz Viana, la vuelta al campo es "un fenómeno que, en Occidente, se produce prácticamente desde que empiezan a desarrollarse las grandes ciudades. Pero es en el siglo XX cuando este regreso a la naturaleza se convierte en una rebelión callada de ciudadanos que no se resignan a ser solo consumidores".

Un tipo distinto de consumo es, precisamente, lo que ofrece Toñi en su tienda de ultramarinos, que es para los vecinos de Arbancón (Guadalajara), un punto de encuentro y casi un "club social". Hace un año, Gonzalo Bravo, el joven alcalde, tomó la inciativa de ofrecer en subasta pública "la gestión de una tienda propiedad del ayuntamiento". Entre las más de 800 solicitudes recibidas figuraba la Toñi Pérez, una madrileña de 51 años dueña, junto con su marido, de una empresa de transportes en Madrid, ahora inactiva. "Antes, por culpa de los horarios laborales, casi ni nos veíamos. ¿Y era vida eso?". El campo le está dando la respuesta.

Temas

psicología

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?