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Ensaf Haidar: "La libertad es el combustible para pensar"

Licenciada en estudios islámicos, recorre el mundo pidiendo la liberación de su marido, el bloguero Raif Badawi, que fue encarcelado por motivos religiosos. La suya es una verdadera cruzada por la libertad.

Ensaf Haidar / Cordon

Álvaro Zamarreño Madrid

Cuando Ensaf Haidar se presentó en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo llevaba un vestido negro ajustado, unos zapatos de alto tacón y su melena cobriza suelta. Tenía ante sí a 600 diputados y a decenas de periodistas de todo el mundo y, más que nunca, su piel, su pelo y su vestido eran el mensaje. Era su manera de decir a los ultraconservadores musulmanes saudíes que podían amenazarla, que podían hacerle daño, pero que no la iban a callar.

Haidar asistió al Parlamento para recoger, en diciembre pasado, el premio Sajarov que cada año concede esa institución a quienes luchan por la libertad de expresión y lo hacía en nombre de su marido, el bloguero Raif Badawi, encarcelado desde 2012 en Arabia Saudí, uno de los países más represivos del mundo.

Badawi cumple una condena de 10 años, además de un castigo corporal de 1.000 latigazos, de los que recibió una primera tanda de 50 a principios de 2015. "Fue unos días antes de su cumpleaños -cuenta Haidar-. Me sentía destrozada, pero no me podía quedar sentada en una esquina a llorar".

No sé cuántos son, pero hay mucha gente en mi país que lucha por ser libre.

Ensaf Haidar

¿Su crimen? Los textos en defensa de la libertad de pensamiento que plasmó en la web Liberales saudíes libres, un blog de debate político que tuvo que cerrar en 2008. Las autoridades le acusan de varios delitos, incluido el de blasfemia; pero Haidar, que tiene una licenciatura en estudios islámicos, insiste que su marido nunca criticó a su religión.

Haidar vive asilada en Canadá junto a sus tres hijos desde hace varios años, un camino de soledad, que le ha costado incluso el rechazo de sus propios padres, que la han repudiado y acusado de atraer la vergüenza sobre su familia.

La relación entre los dos fue problemática desde el principio, como Ensaf cuenta en el libro 'La voz de la libertad: mi marido, nuestra historia', aún no traducido al castellano. Comenzaron a salir siendo adolescentes, saltándose las estrictas normas de la sociedad saudí.

Las fotos de aquellos primeros años muestran a un matrimonio feliz, haciendo turismo, los dos en bañador en la playa, o en celebraciones con amigos, ambos con vaqueros y camiseta. Y por supuesto ella con el pelo al descubierto en cuanto escapaba de las normas que la dictadura impone a sus ciudadanas sobre cómo vestir, o cómo y con quién salir a la calle (deben hacerlo acompañadas de su marido, su hijo mayor, su hermano o su padre).

Cuando Raif empezó a involucrarse en temas sociales a través de su blog (y a recibir presiones), Ensaf le dio un ultimátum: si él iba a asumir riesgos, tenía que ser una lucha de los dos. Y él acepto. No la iba a mantener al margen. Así que la lucha de él ha sido también la de Haidar. Incluso desde su exilio, en una pequeña ciudad de Canadá, empezó a manifestarse junto a un puñado de vecinos.

Desde entonces, ha hablado ante parlamentos, se ha reunido con políticos de todo signo y ha recogido los premios que él, encarcelado, no puede recibir. Aprovecha la mínima oportunidad ante las cámaras para sacar un retrato de Raif y pedir a quien le escuche que abogue por su liberación. En la entrega del premio Sajarov, hizo una apasionada defensa de la libertad de pensamiento, como "el oxígeno que respiramos, el combustible para pensar".

80.000 mujeres

vuelven al país cada año, tras estudiar fuera.

Ensaf cree que las sociedades árabes están bajo el yugo de las pseudoteocracias, temerosas de gente como su marido porque "está segándoles la hierba bajo los pies y dejando al descubierto su ignorancia y sus mentiras". Cuando le preguntan si desea volver algún día a su país, responde con un enérgico movimiento alzando la cabeza ligeramente hacia el techo, que es la particular forma de decir un rotundo "no" entre la gente de Oriente Próximo.

Ante los pocos medios españoles que nos encontramos con ella en Estrasburgo, Haidar instó a los gobiernos a "pedir a las autoridades saudíes la liberación de Raif", pero rehusó hablar de las relaciones de su país con sus socios europeos. "No voy a responder sobre algo que pueda poner en peligro a mi marido -aclara-, quiero que salga de allí".

Arabia Saudí es una monarquía dictatorial y teocrática, que impone el nombre de la familia reinante al propio Estado (es la Arabia de la dinastía Saud) y uno de los estados menos tolerantes con la libertad de sus propios ciudadanos. "Yo no sé cuántos son, pero sé que hay muchos Raif Badawi en mi país, mucha gente que lucha por ser libre", afirma Ensaf.

De sus 28 millones de habitantes, más de la mitad son jóvenes. No necesariamente quieren cambiar su sociedad desde los cimientos, pero sí transformarla para vivir como ciudadanos del siglo XXI. La profesora jordano-canadiense Bessma Momani, autora del libro El amanecer árabe, recuerda que Arabia Saudí es uno de los países con más usuarios de Twitter. "Los jóvenes del mundo árabe son más cosmopolitas de lo que pensamos", explica.

más de 150.000 jóvenes

saudíes reciben cada año la oportunidad de estudiar en el extranjero gracias a las becas Rey Abdalá.

Una luz entre tanta oscuridad la ofrece, paradójicamente, un programa de becas llamado Rey Abdalá, por el que más de 150.000 jóvenes saudíes reciben cada año la oportunidad de estudiar en el extranjero. Más de la mitad son mujeres que volverán a su país con otra mentalidad. Momani, que imparte Ciencias Políticas en la Universidad de Waterloo, en Canadá, lo resume así: "Una alumna que vive en el Reino Unido y hace todo por sí sola, ¿va a asumir que, cuando vuelva a su país, tendrá un guardián que la autorice, por ejemplo, a cambiar su contrato del móvil? 80.000 mujeres vuelven cada año tras estudiar fuera. Y van a querer cambiar el sistema desde abajo".

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