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La realidad es persistente. Incluso aunque sea imposible de soportar. Virginia Isaías fue secuestrada junto a su hija de cinco meses y obligada a bailar desnuda en cabañas clandestinas donde la torturaron y la violaron. La historia de Joana Biarnés, la primera fotorreportera española fue muy diferente, pero también complicada: su lucha no tenía como enemigo el tráfico sexual sino la intransigencia de una sociedad que no toleraba que una mujer se cargara una cámara al hombro, toda una osadía cuando el periodismo (como tantas otras cosas) era asunto de hombres y siempre había alguien dispuesto a gritar desde unas gradas: "¡Vete a fregar!".
De estas realidades en las que la mujer es víctima de abusos y discriminaciones habla el Festival de Málaga a través de la sección Afirmando los derechos de la mujer, con la que Mujerhoy colabora también este año. Un espacio donde la lucha contra la desigualdad, la pobreza, la falta de oportunidades y la violencia de género se convierten en protagonistas a través de historias reales que nos hacen más conscientes del camino recorrido y de lo mucho que nos queda por recorrer.
Directora de Sands of Silence.
Primer Premio Biznaga de Plata Afirmando los derechos de la mujer.
Mi esposo era muy celoso. Me golpeaba y le gustaba beber. Aguanté 20 años como una suicida". Habla Virginia Isaías, la misma mujer que finalmente reunió fuerzas para huir de los malos tratos y empezó a salir adelante vendiendo ropa y juguetes en los mercadillos de México, su país natal. Se encontraba en uno de ellos cuando la secuestraron. "Desperté en una casa abandonada, desnuda". Contra todo pronóstico, consiguió salir del ciclo de explotación sexual en el que estuvo inmersa y ahora su historia, junto a la de otras mujeres que fueron víctimas de trata, es el hilo conductor del documental Sands of Silence con el que la periodista Chelo Álvarez-Stehle ha querido dar voz a las supervivientes de la violencia sexual.
Su proyecto comenzó hace ocho años y removió las entrañas de un mundo donde el abuso es el pan de cada día. Pero también abrió la caja de Pandora en su propia familia, que en el transcurso de la realización del documental afrontó un incidente relacionado con el abuso sexual enterrado en el pasado. Derribado ese tabú, la película cuenta cómo otros hechos similares que habían sido silenciados en su familia acaban viendo la luz. "Cuando empecé no tenía ni idea de que iba a acabar revelando mi historia, pero el documental me ha forzado a profundizar en ello", cuenta la documentalista desde Los Ángeles.
Chelo Álvarez-Stehle
Parece que todo en la vida de Chelo Álvarez-Stehle la ha conducido de alguna manera a este documental con el que acaba haciendo un viaje a su propio pasado. Lleva más de dos décadas trabajando como periodista y denunciando la explotación sexual. Y ha sido precisamente esa labor la que le llevó a preguntarse por los orígenes de una realidad que se multiplica año tras año. "Es fácil hablar de violencia sexual porque lo vemos como un problema alejado de nosotros, pero en realidad no empieza en los traficantes de mujeres. Empieza en nuestra casa", afirma la realizadora, que confiesa haber saltado la línea del periodismo al activismo con este trabajo.
Por eso recibe con una emoción especial el premio de la sección Afirmando los derechos de la mujer del Festival de Málaga. "Entre el abuso sexual, que está en un extremo del polo, y el tráfico sexual, que está en el otro, hay todo un abanico de manifestaciones de violencia sexual que tienen un denominador común, y es que todos son tipos de violencia de la que nos avergonzamos, no queremos tratarla por el estigma social asociado a ella, y así se perpetúa el silencio", explica Álvarez-Stehle.
Cuando reflexiona sobre el proceso que culmina ahora con el estreno de Sands of Silence reconoce que ha sido un viaje largo y complicado. Sabía que solo podía marcar la diferencia si se involucraba personalmente. "Han sido muchas luchas interiores para atreverme a revelar, decidir si incluir a toda mi familia... Pero creo que el resultado ha merecido la pena porque cumple el objetivo". Ese objetivo no consistía únicamente en mostrar una realidad más cercana de lo que creemos. También busca crear la atmósfera perfecta para proporcionar el valor de hablar. "Creo que funciona porque es una historia real que se va desarrollando con el propio documental. Algo parecido al cazador cazado: yo soy la cazadora de historias y al final, soy cazada".
Cartel del documental sobre violencia sexual Sands of silence. /
Óscar Moreno, Joana Biarnés y Jordi Rovira /
Directores del documental Joana Biarnés. Una entre todos.
Premio Especial Biznaga de Plata Afirmando los derechos de la mujer.
La primera vez que Joana Biarnés salió a un campo de fútbol y se sentó tras la portería, junto al resto de reporteros gráficos, el público le pitó. "Esto es para fotógrafos", le dijo el árbitro. Ella contestó que era fotógrafa y tenía la acreditación de la Real Federación Española de Fútbol para demostrarlo; no quedó más remedio que dejarla trabajar. Pero desde las gradas le decían: "¡A fregar platos!".
Sabía que no iba a ser fácil ser la única mujer en un universo masculino, pero no se echó atrás: "Había un punto de amor propio, no podía darles la razón", cuenta la primera fotoperiodista de España en el documental de Óscar Moreno y Jordi Rovira. De aquello hace más de 50 años, y el desafío de Joana Biarnés no había hecho más que empezar. Se acostumbró a escuchar eso de "niña, este es un trabajo de hombres", pero aguantó hasta que acabaron aceptándola. ¿Su arma? La evidencia de un trabajo bien hecho. "Queríamos que la gente joven supiera lo que algunas mujeres tuvieron que hacer, las ridiculeces que tuvieron que vivir y que soportar durante mucho tiempo", explica el director Jordi Rovira.
Óscar Moreno y Jordi Rovira
Tanto él como Óscar Moreno creen que este premio puede servir para que se conozca el trabajo de Joana, una de las razones por las que el galardón les llena de orgullo. "A veces creemos que los derechos de la mujer solo interesan a las mujeres, y no es así. Prueba de ello es que el equipo de base de este documental somos tres hombres", dice Rovira.
A lo largo de los 70, Biarnés se convirtió en un referente de fotoperiodismo. Hizo fútbol, reportajes, moda, portadas de discos... Ante su objetivo pasaron la familia real, Audrey Hepburn, Yul Brynner, Dalí y un largo etcétera. Y logró fotos exclusivas que dieron la vuelta al mundo con protagonistas como Polanski o los Beatles. Y, un día, cayó en el olvido.
"Cuando descubrimos la historia que había detrás de Joana, y su archivo, entendimos que era un tesoro explica Moreno. Ella no daba importancia a su obra, hasta destruía copias porque le ocupaban sitio en casa. No tenía conciencia del lugar que ocupaba en la historia. La primera vez que vio media hora del documental dijo: "¿Tanto rato yo hablando?".
De una personalidad sin la que le hubiera resultado imposible abrir camino a las mujeres que vinieron tras ella, de la calidad de sus fotografías y de decenas de anécdotas que se esconden tras cada una de ellas hablan en Una entre todos algunos de los personajes a los que inmortalizó Joana Biarnes: Raphael, Natalia Figueroa, Joan Manuel Serrat...
Ahora, a sus 80 años, Joana ha vuelto a aquel trabajo que desarrolló durante tres décadas, con el que ha recuperado la ilusión por la fotografía a pesar de padecer una maculopatía degenerativa. "Ahora que tengo un 30% de visión se confirma lo que siempre dije: que los fotógrafos disparamos con el corazón", afirma.
Carátula del documental sobre Joana Biarnés, Una entre todos. /