Tilda Swinton y Dakota Johnson / Cordon Press

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Tilda y Dakota: entre el hielo y el fuego

Tilda Swinton es un icono del cine independiente, una actriz perturbadora que huye de lo convencional. Dakota Johnson, la heredera de una de las sagas de Hollywood y protagonista de la película más taquillera de 2015. Dos polos opuestos, unidos por una historia de alto voltaje.

A veces, el cine consigue hacer magia de verdad. Y tornar lo aparentemente imposible en posible. Como que dos actrices en las antípodas la una de la otra compartan pantalla y, contra todo pronóstico, su relación funcione. Por un lado, un icono del cine independiente; por otro, la protagonista de una de los filmes más taquilleros de 2015. El “milagro” lo ha logrado el cineasta Luca Guadagnino, en su última película, Cegados por el sol (en cartelera), que versiona el clásico de los años 60, La piscina.

Dos mujeres en conflicto que sufrirán los efectos de los celos, el pasado y los secretos

Tilda Swinton nació en una aristocrática familia de origen escocés; Dakota Johnson creció rodeada de estrellas y pertenece a la tercera generación de una saga de actores mundialmente conocida. A la primera la define una imagen andrógina; la segunda destila sensualidad femenina; y mientras una es la encarnación del antidivismo, la otra ostenta el honor de ser la chica de moda.

Ambas forman un cóctel que, por exigencias del guión, se reúne bajo el sol de la isla de Pantelleria. Dos mujeres en conflicto que, acompañadas de Ralph Fiennes y Matthias Schoenaerts, sufrirán los efectos de los celos, el pasado y los secretos. O lo que es lo mismo: una bomba de relojería ante la que no cabe preguntarse si estallará. Solo cuándo lo hará.

Tilda Swinton / Cordon Press

La fascinante Tilda Swinton

Dicen que es el verso suelto de Hollywood, una rareza que aporta personalidad al mundo del cine. Para empezar, porque no encaja en los cánones: su imagen andrógina, su altura (1,80 m) y lo inusual de sus rasgos parecían anunciar que no estaba predestinada a triunfar. Y, sin embargo, ha acabado siendo un mito para una legión de directores.

Quienes la conocen aseguran que vive ajena al efecto hipnótico que causa en los demás, pero ese es parte del encanto de esta actriz de fuerte personalidad que se sitúa al margen de convencionalismos y odia que la llamen “musa”, una palabra que considera que lleva implícito un papel pasivo. Y lo cierto es que, aunque Swinton puede ser descrita de muchas formas, pasiva no es una de ellas.

Mi vida no es extraordinaria. Es imposible amar a gente con la que no te acuestas.

Tilda Swinton - Actriz

Hija de un general del ejército británico perteneciente a una noble familia escocesa y educada en Inglaterra –Swinton coincidió en la escuela con Diana Spencer, la que sería luego princesa de Gales–, comenzó a estudiar Ciencias Políticas en Cambridge, aunque se licenció en Literatura Inglesa. El teatro era una de sus pasiones, así que, poco después de graduarse, se unió a la Royal Shakespeare Company. Luego la vimos en películas independientes (hizo ocho con Derek Jarman, en las que también participó en todo el proceso creativo) y más tarde en éxitos comerciales, como La playa o Las crónicas de Narnia.

Música, polémica y moda

El arte, con mayúsculas, es su vocación desde entonces. Y ha dado rienda suelta a sus inquietudes sorprendiendo al público: en 1995 se convirtió durante siete días (ocho horas al día) en obra de arte. Fue en una performance de la serie The Maybe, en la Serpentine Gallery de Londres. Y hace tres años repitió la experiencia en el MoMa de Nueva York. También se ha sentido atraída por la música y grabó con David Bowie el inquietante vídeo The Stars (Are Out Tonight).

Sin embargo, uno de los campos más fructíferos ha sido el de la moda: ha colaborado con los diseñadores holandeses Viktor & Rolf y sirvió de inspiración a Stefano Pilati, cuando estaba en Yves Saint Laurent, y Phoebe Philo, de Céline. Sin embargo, ella asegura no saber nada de diseño: “Mi relación con la moda se limita a tener un juego divertido con algunos diseñadores”, ha dicho.

No tiene Facebook ni Twitter. Ni siquiera televisor.

Pero que nadie se lleve a engaño: aunque las firmas la reclamen y nos hayamos acostumbrado a verla en festivales y otros eventos, Tilda vive alejada del mundo de glamour de Hollywood. Hace años que se mudó a la pequeña localidad escocesa de Nairn, donde ha organizado un festival de cine. No tiene Facebook ni Twitter. Ni siquiera televisor. Jamás lee lo que escriben sobre ella y se define como una persona normal, que no responde a los adjetivos de “inquietante”, “perturbadora” o “única” con los que se la describe. Es más, asegura verse como una mujer “perfectamente vulgar”.

El público la descubrió en 2007, cuando recibió un Oscar por su papel en Michael Clyton. Se criticó su estilismo y su escaso entusiasmo al recoger la estatuilla. Luego, confesó que nunca había visto los Oscar, ni en televisión, y que le cogió por sorpresa. Y sobre el galardón, dijo que no es para tanto: “Es un plato de acompañamiento en un gran banquete”.

Por este tipo de declaraciones, muchos la consideran una antidiva. Pero, por encima de su falta de vanidad, sus íntimos destacan su compromiso y el respeto a su palabra. Por eso apareció desnuda cuatro semanas después de dar a luz a sus mellizos, Honor y Xavier (que ahora tienen casi 20 años”, en La zona oscura, tras prometérselo al director: “Pensé que podría contribuir con el cuerpo real de alguien que acababa de dar a luz”.

Matthias Schoenaerts, Dakota Johnson, Luca Guadagnino,Tilda Swinton, Corrado Guzzanti y Ralph Fiennes / Cordon Press

Tilda no es tampoco una mujer convencional en su vida. Cuando la prensa se interesó por su vida privada tras ganar el Oscar, algunos medios sugirieron que vivía un triángulo amoroso, porque su exmarido y padre de sus hijos, el dramaturgo John Byrne, pasaba mucho tiempo con Tilda y su pareja, Sandro Kopp.

Algunos medios sugirieron que vivía un triángulo amoroso

El primero, 20 años mayor que ella, negó que hubiera nada entre los tres y aclaró que vivía allí para estar cerca de sus hijos y que Tilda y su pareja pudieran viajar. El segundo, 17 años más joven que la actriz, se mantuvo al margen. En cuanto a ella, no entendía el revuelo: “Cuando la gente me dice que nuestra forma de vida es extraordinaria me entristezco, me hace suponer que lo normal es no llevarse bien con los padres de tus hijos (…). Es posible amar a gente con la que no te acuestas”.

Quizá una forma de ese amor la ha unido al director italiano Luca Guadagnino. Hace 20 años, cuando ella ya era una estrella y él un estudiante 11 años menor, se conocieron en Roma, después de que él le pudiera que participara en una obra de William Burroughs. Cuando coincidieron en una recepción, Guadagnino se presentó y le preguntó por qué no había respondido. A partir de ese día iniciaron su amistad.

No hicieron esa adaptación, pero sí The Protagonists, el documental Tilda Swinton: The Love Factory y la película Yo soy el amor, nominada al Globo de Oro. Según la crítica, la colaboración saca lo mejor de ambos. Por eso, cuando la actriz dijo “sí” a Cegados por el sol con la condición de que su personaje, una cantante que ha perdido la voz, no hablara, el director aceptó. “Fue un momento en mi vida en que no quería decir nada”, ha explicado la actriz. Guadagnino pensó que era una idea genial. “El filme trata sobre madurar, hacerse mayor”, explica Tilda. Un personaje en transición, el estado en el que dice encontrarse ella misma.

Romy Schneider y Alain Delon, en La piscina. / Cordon Press

47 años bajo el sol

Escandalosa, atrevida, insolente. Son algunos de los adjetivos con que calificaron la película francesa La piscina en su estreno, a finales de los 60. La censura eliminó escenas, pero aún así fue un éxito. Corrían los años en que los jóvenes quemaban sujetadores y buscaban paz y amor, y el filme de Jacques Deray era un experimento atrevido que exploraba la sexualidad.

Con ella, Romy Schneider se deshizo de la imagen inocente en que la había encasillado Sissi. Ayudó el que apareciera rodeada de compañeros de reparto con fama de provocadores, como Jane Birkin (en esta época sacó el disco Je t’aime... moi non plus), pero sobre todo Alain Delon. Schneider y él habían estado comprometidos hasta que la actriz regresó de un rodaje en Estados Unidos y se encontró una nota de Delon en la que se despedía de ella. De eso hacía seis años, pero la química en el rodaje dejaba ver que su historia no había acabado. O al menos no del todo.

Dakota Johnson / Cordon Press

Dulce y sensual Dakota

A pesar de su cara de ángel y su aspecto de no haber roto un plato, Dakota Johnson se convirtió hace un año en un icono sexual. La hija tímida de Melanie Griffith y Don John- son se metió en la piel de Anastasia Steele, la protagonista de 50 Sombras de Grey, y causó una conmoción en Hollywood. La película arrasó en taquilla (más de 500 millones de dólares) casi tanto como en malas críticas, pero sirvió para que ella fuera, con 25 años, la nueva actriz de moda.

Pero en ese momento, cuando su nombre estaba en boca de todos, sorprendió con declaraciones propias de alguien con los pies en la tierra y quienes esperaban a una actriz caprichosa se llevaron una decepción. Porque si algo sabe Johnson es que tras las estrellas se esconden personas, con sus virtudes y con muchos defectos.

Nieta de un mito llamado Tippi Hedren –“Mi persona favorita del mundo”, confiesa–, creció sabiendo que lo suyo iba a ser el cine “porque no sé hacer nada más”. Lo supo desde niña, antes incluso de debutar en la gran pantalla con 10 años, como hija de su propia madre en Locos en Alabama, a las órdenes de Antonio Banderas, su padrastro desde los cuatro años.

Su madre le prohibió volver a actuar hasta que se graduara y ella cumplió su palabra. Estudió en un internado católico de Carolina del Norte, donde asegura que pasó los peores años de su infancia, y cursó sus últimos años en un elitista centro de Santa Mónica, en el que también estudiaron Kate Hudson y Gwyneth Paltrow.

Fue elegida Miss Golden Globe en el año 2006.

Volvimos a saber de ella en los Globos de Oro de 2006, cuando fue elegida Miss Golden Globe, un premio de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood a la hija de una estrella. Dakota fue la primera mujer de una segunda generación que lo recogió (su madre lo recibió en 1975). Pero no disfrutamos de ella en el cine hasta 11 años después de Locos en Alabama, cuando estrenó La red social. Eso sí, ella cerró después su perfil de Facebook porque no se siente cómoda en las redes sociales.

Un presente con mucho futuro

Pese a lo mediáticas que han sido la mayoría de sus películas, afirma que no anhela la fama, a la que espera no acostumbrarse nunca. “Si lo haces, creo que tienes un problema grave”, dice. Tiene claro que el cine es su presente y su futuro, aunque sabe que dentro de un par de décadas no le será tan fácil encontrar trabajo. “Me pregunto qué ha pasado con esas actrices con las que crecí”, reflexionaba recientemente, mientras añadía que la industria del cine es brutal con las mujeres porque se olvida de las grandes actrices, como su madre, a partir de cierta edad.

Incluso en caso de que ese olvido le afectara, aún le queda mucho por hacer. Prueba de ello es que desde que 50 Sombras de Grey la lanzó al estrellato, no ha parado de enlazar proyectos. Tenía la ventaja de haber crecido rodeada de actores, directores y productores, pero se ha ganado un lugar en la industria por méritos propios, metiéndose al público y la crítica en el bolsillo. Y quienes la han dirigido insisten en que es fascinante.

Luca Guadagnino no es una excepción. La define como una intérprete “fabulosa”, y la admiración es mutua, porque Johnson asegura que la visión del realizador italiano es diferente a la de cualquier otro: “Es un hombre mágico. Cuando nos conocimos, caminaba con las manos detrás de la espalda. Siempre me han resultado muy interesantes los hombres que caminan así. Es como si estuviera constantemente pensando. Fue una especie de amor a primera vista”.

Me pregunto qué habrá pasado con todas las actrices con las que crecí.

Dakota Johnson - Actriz

Aún con esa conexión, no todo fue coser y cantar durante el rodaje de Cegados por el sol. Cuando llegó a la isla de Pantelleria, la actriz pensó que no iba a ser capaz de dar vida a Penélope, su personaje, al que describe como una joven muy consciente de su sexualidad y sin miedo al poder que esta le otorga. “Sentía que no tenía suficiente tiempo. Me habían entregado el regalo de un personaje muy insano y pensé que podía estropearlo (...). Cuando leímos el guión intenté no llorar. Dije: “Lo siento, no puedo hacerlo”. Entonces, Ralph [Fiennes] me llevó aparte para hablar. Y después Tilda [Swinton]. Me hicieron sentir muy arropada y capaz de hacerlo. Así que volví a Nueva York, recogí mis cosas y regresé a la isla”, comenta.

Al preguntar por lo mejor del rodaje, Dakota responde que hubo dos cosas especiales: trabajar con un reparto con tanto talento y ver de cerca la conexión entre Luca Guadagnino y Tilda Swinton: "Me enseñó la relación tan creativa que puedes tener con alguién. Están conversando y creando constantemente, imaginando y cambiando".