La chica que lloraba en el metro

La clave de la felicidad está en el esfuerzo por construir y mejorar las relaciones con la familia, la pareja y los amigos

Edurne Uriarte
Edurne Uriarte

Ese jueves estaba tan cansada tras mi clase en la universidad que no abrí ni un periódico cuando me senté en el metro para volver al centro de Madrid. Decidí relajarme con la música de Roberto Carlos, y estaba a punto de adentrarme en mis pensamientos, cuando me fijé en la chica de enfrente. Porque lloraba, escribía en su móvil y lloraba, y no paró de hacerlo el resto del viaje. Tendría unos 20 años, melena rubia, ojos azules y un cierto aire nórdico que invitaban a pensar si sería una estudiante Erasmus con alguna mala noticia de casa.

Quizá, pero yo sentí que era una pena de amor, tal vez por mi espíritu romántico, o porque justamente en ese momento, cuando la miré, sonaba la triste 'Cartas de amor' en mis cascos. O porque una hora antes había comprado 'Las razones del amor', del filósofo Harry G. Frankfurt, en la librería de la universidad, tras leer en la contraportada que es el amor lo que da sentido a nuestras vidas. O porque yo misma había hecho antes ese trayecto con las mismas lágrimas de aquella chica, aunque las mías fueran por dentro. Deseé consolarla y la miré a los ojos, pero apartó su mirada, quizá incómoda, quizá convencida de que nadie podía hacer nada por ella.

Y me acordé de ese estudio sobre la felicidad de la Universidad de Harvard desarrollado a lo largo de 75 años, con entrevistas periódicas y un seguimiento de las vidas de 700 hombres. Para saber dónde están las claves de la felicidad. Y que no radican, lo suponíamos, en el dinero o en el éxito profesional, sino en la fortaleza de las relaciones con la familia, la pareja y los amigos.

En el amor, al fin y al cabo, el amor a los tuyos y de los tuyos. O que es cierto eso de que el dinero no da la felicidad, por mucho que siempre añadamos con ironía aquello de que ayuda. Quizá ni siquiera, si ese amor de los tuyos no existe, es frágil o se pierde. Como le pasaba a la chica que lloraba en el metro.

El amor de los tuyos también protege contra las enfermedades, concluyeron los investigadores de Harvard. Lo que no quiere decir que esas relaciones con los demás sean siempre fáciles, añadieron, sino que la clave está en el esfuerzo por construirlas y mejorarlas. En el espíritu de reconstrucción que aquella chica que lloraba en el metro tendría que asumir lo antes posible. +

Me acordé de ella el jueves siguiente, en el mismo metro, a la misma hora, cuando, agotada de nuevo, escuchaba mi música y observaba. Y esbocé una enorme sonrisa en mi interior, cuando un chico de una edad parecida a aquella chica se sentó enfrente y leí las letras de su camiseta, "Mr. Happiness" [Señor Felicidad], como si su mensaje respondiera a mis pensamientos. Y en la siguiente estación, fascinada, sentí la magia, cuando una mujer de mi edad se sentó a mi lado y reparé en la frase de su pulsera: "Sonríe, todo irá bien".

20 de enero-18 de febrero

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