“¿Por qué no soñar a lo grande? Ese es el lema de mi vida”.

Faltan cuatro meses para la gran cita, pero desde hace dos la vida de Teresa Perales gira en torno a sus quintos Juegos Paralímpicos. Y su calendario demuestra de que está dispuesta a cualquier sacrificio para triunfar. En estos dos últimos meses, ha estado concentrada tres semanas en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, donde nos encontramos con ella; ha pasado por Madrid (con sesión de fotos incluida) antes de coger un avión rumbo a Río, donde ha probado la piscina en la que competirá a partir del 7 de septiembre; ha participado en los Campeonatos de Europa en Azores...

Y, mientras, unos pocos días -"muy pocos", reconoce sin perder la sonrisa- para pasar por casa y abrazar a su hijo Nano. Porque Nano, reconoce, es el motor que mueve su ambición, el auténtico motor de su vida: "Es lo único por lo que renunciaría a todo. Es mi mejor medalla".

Pocos deportistas llegan a los 40 años con la mente lo suficientemente despejada y el cuerpo lo bastante en forma como para seguir siendo ambiciosos y marcar en rojo las medallas que desean. Teresa sí, aunque esa ambición se mezcla con una modestia que sorprende en alguien que ha alcanzado tantos triunfos: es nuestra deportista más laureada, con 22 medallas paralímpicas (las mismas, pero olímpicas, que tiene el norteamericano Michael Phelps), 17 en mundiales y más de 30 en europeos.

Además es la única mujer con la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo; nuestras lectoras la eligieron Premio Mujerhoy en 2012; y es la más firme candidata al premio Princesa de Asturias 2016, con el apoyo de 11 deportistas ya galardonados, desde Vicente del Bosque a Rafa Nadal y Pau Gasol. ç

Está claro que ni ella misma podía imaginar, cuando se lanzó a la piscina con 19 años, que llegaría hasta aquí. Lo hizo después de que los médicos le diagnosticaran una neuropatía. De un día para otro, sus piernas perdieron fuerza y en tres meses tuvo que sentarse en una silla de ruedas. "No sé si hubiera hecho tantas cosas sin la silla, pero en la piscina seguro que no estaría. ¡Si yo era karateka!", recuerda.

El agua le dio la movilidad que no tenía en tierra, pero también una forma de superarse y demostrar su valía. La primera vez que entró en la piscina, lo hizo con salvavidas, pero un entrenador vio en ella un "diamante en bruto". Y Teresa se dejó pulir. Así que en 1996 empezó a competir y 20 años después siguen ganando medallas.

En el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, a 2.300 m de altitud, Teresa ha entrado en el agua poco después de las nueve de la mañana. Antes, una hora en el gimasio y un análisis para comprobar que todo está en regla. Nadará durante más de dos horas. Luego comida (hoy, acelgas, pescado, ensalada y yogur), descanso, bicicleta adaptada, gimnasio de nuevo y dos horas más de piscina. Una dura rutina -"sobre todo por la soledad"- que repetirá semanas antes de los Juegos. En total más de 10 km de bicicleta y 8.000 m en el agua cada día.

Mantenerse dos décadas en la alta competición no es sencillo, y más si compaginas esa actividad con otras. En estos años, Teresa ha estudiado Fisioterapia, ha sido parlamentaria regional y directora general de Atención a la Dependencia del Gobierno de Aragón, ha tenido un hijo, ha escrito un par de libros y se ha labrado una solvente carrera como coach, dando charlas sobre superación y desde mayo de 2015 es embajadora de Fundación Telefónica.

"La verdad es que ese es un buen momento para ver que la gente sí me conoce. Hay quien va a la charlas porque soy yo quien habla...", dice muy seria.

Y lo dice con una mirada perpleja y sincera, como si no creyera que lo ha conseguido por sí misma. Porque han sido dos décadas de esfuerzos, aunque el reconocimiento llegó solo tras los Juegos de Londres de 2012, tras su medalla de oro en los 100 metros libres, que ganó con el corazón y, sobre todo, con la cabeza. Lo que más le sorprendió a Teresa cuando regresó fueron los aplausos de la gente por la calle y que los coches hicieran sonar sus cláxones cuando cruzaba un paso de cebra con su silla de ruedas. Pero su mayor logro fue lograr visibilidad para el deporte paralímpico.

"Pensar en la siguiente medalla es lo que a Teresa la hace perdurar, tener ganas de hacer más cosas". Lo dice su entrenador, Ángel Santamaría, que lleva a su lado 13 años. "Ha tenido un invierno muy duro, por el trabajo y la falta de descanso, pero aún le veo un 20% de mejora. Y ella, con 40 años, sigue teniendo ganas de progresar", reconoce. Porque con la edad, los deportistas compiten sobre todo con la cabeza. Teresa lo confirma: "Normalmente, la mente supone el 60%, frente al 40% del cuerpo, pero cuando te haces mayor puede ser el 70%. Y la mente consigue que des un poquito más".

Convertirse en actriz a las órdenes de Javier Fesser, inspirar a los mejores creadores de cómics o unir a los nombres más importantes del deporte en torno a su candidatura al premio Princesa de Asturias son algunos de los retos que Teresa ha cumplido en los últimos meses.

La candidatura, presentada por el seleccionador Vicente del Bosque con el apoyo de Miguel Induráin, Arantxa Sánchez Vicario, Manel Estiarte, Pepu Hernández, Rafa Nadal, Iker Casillas, Xavi Hernández, Pau y Marc Gasol (todos ganadores del premio), pretende reconocer a una "de las figuras destacadas del deporte español y, además, ayudar a la normalización de la imagen de las personas con discapacidad en la sociedad, a través de la práctica deportiva".

La decisión del jurado se conocerá el 7 de junio, pero Teresa reconoce que "si alguna vez sale, es esta. Ir de su mano es la mejor carta de presentación posible". Además, la nadadora se ha estrenado como actriz, a las órdenes de Javier Fesser, con Javier Gutiérrez y Hugo Silva, en el corto Servicio técnico, producido por Fundación Telefónica, de la que es Teresa embajadora, y La Fábrica."Me meto en unos fregaos... Ha sido muy divertido conocer el cine desde dentro", reconoce.