La reina que quiso ser libre

La vida de la reina Cristina llega de nuevo a las pantallas de la mano del director Mika Kaurismäki en 'Reina Cristina', interpretada por Malin Buska.

Cristina Morató Madrid

Mi fascinación por esta reina sueca culta y rebelde se remonta a mi infancia. Yo debía de tener unos 12 años, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Vivía en Barcelona, en un piso encima de un cine. Un día que volvía del colegio, el acomodador me dijo que la película estaba a punto de acabar pero que me dejaba pasar.

Aquella tarde proyectaban La reina Cristina de Suecia, del director Rouben Mamoulian, protagonizada por Greta Garbo. Emocionada, entré en la sala a oscuras, dejé mi mochila y miré a la gran pantalla. Yo no sabía quién era la Garbo, pero recuerdo que me quedé absorta ante el magnífico plano fijo de ella en la proa de un barco, con la mirada perdida en el horizonte y su corta melena al viento.

Más tarde, siendo ya rendida admiradora de la actriz, me enteré de una anécdota sobre este plano final. Cuentan que le preguntó al director qué debía hacer y Mamoulian le respondió: "Que tu rostro sea como una hoja de papel en blanco. Quiero que cada espectador escriba su propio final. Que seas una máscara". Ella así lo hizo durante 40 gloriosos segundos en los que se mantuvo impávida y sin pestañear.

Pasaron los años y de nuevo mi reina preferida se cruzó en mi camino. Fue cuando investigaba la vida de algunas soberanas y emperatrices maltratadas por la historia para mi libro 'Reinas Malditas'. Entonces descubrí a la verdadera Cristina de Suecia, una dama fea y desaliñada pero una de las mujeres más brillantes del siglo XVll. Heredó el trono a los seis años, tras la muerte de su adorado padre el rey Gustavo ll Adolfo.

Su infancia debió de ser terrible y solitaria. Tuvo que soportar el maltrato físico de una madre perturbada que al nacer la rechazó porque no era un varón ni hermosa como ella. Mientras el canciller Oxenstierna ejercía la regencia, la pequeña demostraba unas enormes ganas de aprender. Fue una niña prodigio que hablaba con soltura ocho idiomas, dominaba la filosofía, la retórica, la historia, la geografía, la astronomía y las matemáticas. Durante su breve reinado, Estocolmo se convirtió en una nueva Atenas y se rodeó de intelectuales.

Cuando abdicó y se convirtió al catolicismo, fue un escándalo y sus súbditos no se lo perdonaron. No quería casarse ni soportaba la carga de la corona. Tras su renuncia, se cortó el pelo, se vistió de hombre y salió a lomos de su caballo con un pequeño séquito. Se instaló en Roma y comenzó una vida dedicada al mecenazgo y a dar rienda suelta a sus pasiones. Nada más llegar, se enamoró de un joven cardenal al que idolatró hasta el final de sus días.

Ahora su vida llega de nuevo a las pantallas de la mano del director Mika Kaurismäki. En 'Reina Cristina', interpretada por Malin Buska, nos muestra a una soberana valiente, extravagante y sexualmente ambigua, demasiado moderna incluso para este siglo. Una mujer adelantada a su tiempo, siempre perseguida por la polémica, que amó ante todo la libertad y pagó un alto precio por conquistarla.

Foto: Greta Garbo, en La reina Cristina de Suecia.

20 de enero-18 de febrero

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