Leila, Liina y Lily Luik: el trío de Río

Cuando el 14 de agosto el mundo asista a la maratón femenina de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro puede que muchos se desconcierten al ver pasar no una, sino dos y hasta tres veces la misma atleta. Rubia platino, con ojos azules y un cisne tatuado en el antebrazo. Pero que nadie entre en pánico, se tratará tan solo de las primeras trillizas que compiten en unos Juegos.

Procedentes de Estonia, Leila, Liina y Lily Luik (su apellido significa "cisne", de ahí lo del tatuaje), de 30 años, quieren además competir bien pegadas para, como llevan haciendo desde que nacieron, cuidarse y animarse mutuamente. Las tres hermanas se han convertido en la sensación del pequeño país báltico de 1,3 millones de habitantes y sin tradición de corredoras de larga distancia. De hecho, las Luik comenzaron su carrera bastante tarde, a los 24 años, cuando después de triunfar en el hip hop y grabar videoclips, una amiga las animó. Pronto encontraron un entrenador que supo explotar su potencial por tres y hoy entrenan durante el invierno en un centro de alto rendimiento en Kenia.

"Entrenar solas debe de ser muy aburrido", repiten. Aunque llevan, por supuesto, vidas separadas, las trillizas ríen y lloran juntas desde aquel octubre de 1985 en el que su madre, Lea, y su padre, Henno, las llevaron del hospital a su casa de Tartu, la pequeña ciudad medieval de la por entonces todavía república soviética.

Lea siempre se resistió a que sus hijas se convirtieran en deportistas, temía por sus esqueletos, y las apuntó a piano, chelo y violín en un intento por despertar su espíritu creativo. Algo consiguió (aunque no en el plano musical); dos de ellas son artistas que exponen y venden en su país. Suyo es el logo del cisne que decora su ropa deportiva y hasta tazas de café. Porque la fiebre por las Luik se siente por toda Estonia, con la capital, Tallin, empapelada con la foto del Trio to Rio.

Ahora toca ver si realmente las tres conseguirán aguantar el maratón codo con codo o las "pequeñas" empujarán a la más rápida de la familia, la que primero nació, Leila, para que se escape y consiga su mejor tiempo. Por su cabeza ni se vislumbra una medalla, pero estar entre las 50 primeras, les sabría a oro a ellas y a todas las mujeres estonias.