Juegos Olímpicos Río 2016. Tamara Echegoyen, Berta Betanzos y la capacidad de reinvención de la vela española

Es una disciplina nueva en los Juegos Olímpicos, pero nuestras representantes en el 49 er FX -que debutan hoy en Río- se mueven como si se conocieran de toda la vida. Tamara Echegoyen (Ourense, 17 de febrero de 1984) y Berta Betanzos (Santander, 15 de enero de 1988) son otra de esas bazas con posibilidades para volver con medalla de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Esta modalidad de vela debuta en una Juegos, no así ellas, que ya saben lo que acudir a una cita de estas características. Una con más suerte que otra. Echegoyen tiene en su casa una medalla de oro, la conseguida en Match Race formando parte de esa embarcación mágica que recordarán los apasionados olímpicos: el Chikitas Team, a bordo del que iban la propia Tamara, Sofía Toro y Ángela Pumariega.

Juntas, Tamara y Berta -que en sus comienzos deportuvos practicaba hockey-, que han tenido que adaptarse en estos cuatro años a las nuevas clases, han hecho una temporada que las coloca como claras favoritas en tierras brasileñas, ya que son las vigentes campeonas del mundo y terceras a nivel europeo. Vamos, que si a alguien le queda la menor duda de si entre ellas hay química y compenetración sobre su velero, con este dato quedan disipadas de un plumazo.

El mayor inconveniente que tiene esta nueva modalidad, tal y como Echegoyen ha explicado una y otra vez estos meses, es la inestabilidad de la embarcación unida a las altas velocidades que se alcanza en la misma. Betanzos asegura que, juntas, son un muy buen equipo porque, el equilibrio que le falta a la embarcación, se lo dan la una a la otra como 'pareja de baile'.

Quien se encarga de entrenarlas es Pepe Lis, quien destaca de este dúo "la constancia y la perseverancia". Tanta es esta que ambas la han llevado a su vida universitaria hasta terminar sus respectivas licenciaturas, en el caso de Betanzos, nada menos que la de Ingeniería Naval. Tamara recuerda que, aunque es complicado y sacrificado, el deportista olímpico debería de marcarse como obligatorio tener un título universitario en su casa.

La cantidad de veces que han tenido que virar a lo largo de su carrera en la vela olímpica nos hace tener esperanzas de que pueden hacer sonar el himno español. O, al menos, tocar uno de los tres cajones del podio.