La historia de amor y sacrificio de Katinka Hosszú, la reina de la natación en Río 2016

¿Recuerdan esa primera final de Mireia Belmonte en estos Juegos? ¿Esa en la que la mujer que acabó primera le sacó más de dos cuerpos al récord del mundo de 400 metros estilos pulverizándolo? Esa mujer se llama Katinka Hosszú (Baranya, Hungría, 3 de mayo de 1989) y ya es uno de los grandes nombres de Río 2016. No solo por aquel oro y el que se colgaría días después en los 200 estilos, sino porque le está haciendo sombra a la que, hasta ahora, era la gran reina de la piscina: la norteamericana Katie Ledecky.

“Antes de venir a Río, me marqué como objetivo el disfrutar. Eso lo he conseguido ya, aunque espero que me queden más noches de diversión”, confesaba tras terminar aquella primera final que puso su nombre en boca de todos. Una frase que podía sonar a lugar común, pero en su caso, tras irse de vacío de Londres 2012 siendo una de las favoritas en todas las casas de apuestas, no lo era.

"Sentía que Londres era mi momento. Eso me supuso mucha presión y demasiados nervios. Recuerdo que no pude disfrutar, solo quería que acabara todo", confesaba hace tiempo y dando aun más fuerza a esos deseos de disfrutar de los presentes Juegos, con la idea en mente de que habláramos de ella por sus resultados y no por las decepciones. Con las competiciones de piscina casi terminadas -concluyen esta madrugada-, podemos decir que ha sido la reina en el centro acuático.

Pero, ¿qué es lo que ha cambiado en la vida de Katrina para que haya dado este giro? Lo primero, el entrenador. Que, casualmente o no, era su novio cuando cayó al vacío en 2012. Se llama Shane Tusup, se casó con él a su regreso de Londres y, poco después, se convirtió en su entrenador. Él consiguió que volviera a confiar en sus posibilidades. Y es el que ha estado a su lado en esa durísima preparación: cuatro años sin apenas ni un solo día para el descanso, centrada en sanar la herida de la frustración.

Conocida ya como 'La dama de hierro' en el circuito de la natación reconoce que fue muy arriesgado poner como responsable de su carrera deportiva a ese hombre del que se enamoró en la universidad. "Es un entrenador bastante duro, pero en casa es muy dulce, cariñoso y muy divertido. Así que nos reímos mucho", dijo en una ocasión de cómo son capaces de separar la vida privada de la profesional.

Y Shane lo tiene claro: "Siempre le digo que si encuentra un entrenador que la haga mejorar, o si cree que lo que estamos haciendo no funciona y le parece que es tiempo de cambiar, tiene que decírmelo, porque entonces le daré paso al nuevo".

Sin duda, el sistema funciona. Nosotras creemos que no hace falta que den paso a un nuevo entrenador. Esta historia de superación y amor, así lo demuestra. ¡Larga vida a Katinka! Porque son deportistas como ella las que hacen grande al espíritu olímpico.