Orlando Ortega envuelto en una bandera española tras ganar la plata en Río 2016. / getty.

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Orlando Ortega, medalla de plata para España en 110 metros vallas. Esta es la historia del velocista hispanocubano

En 2013 decidió irse de Cuba. España, Guadalajara comcretamente, la acogió. Anoche se colgó una plata con doble agradecimiento: a su país de adopción, el nuestro, y a su abuela Cristina, que le inició en el atletismo siendo un niño.

A Orlando Ortega (La Habana, Cuba, 29 de julio de 1991) se le terminó la paciencia con la Federación de Atletismo de su país en 2013. Tras un periplo corto por Rusia, acabó en Guadalajara y se nacionalizó español. Esta madrugada, este chico que advierte que esto no ha hecho más que empezar, se colgaba la plata en los 110 metros vallas y ponía fin a 12 años para nuestra delegación sin conseguir premio sobre el tartán.

Orlando, del que renegaban cuando tomó la determinación de buscar un nuevo rumbo -pero sobre todo uno mejor-, es ese por el que hoy, tanto en su Cuba natal como en la España de adopción, miles de personas sacan pecho ante un logro con el que a priori, pocos más que él contaban. De hecho, al acercarse a la grada tras proclamarse subcampeón, pidió una bandera. Alguien le ofreció una cubana: se giró, indiferente, y siguió buscando.

Nada más atravesar la línea de meta, se lanzaba al suelo para saborear la soledad del éxito, porque el esfuerzo de todos estos años, ha sido básicamente consigo mismo. Pero lo compartía con alguien especial que, seguro, le empujó desde arriba para que volará en Río de Janeiro: su abuela paterna.

A su abuela Cristina le debe buena parte de esta pasión por el rey de los deportes de los Juegos Olímpicos. Ella también supo lo que era participar en unos Juegos. Fue en México 1968 y, aunque no consiguió la gloria como su nieto, sí fue la culpable de 'meterle el gusanillo' de la velocidad a Orlando.

Porque antes que altleta, este joven probó con el boxeo y el taekwondo. Desde los 12 comenzó a correr y hasta ahora. La perdió un año después. "Toda carrera que hago se la dedico a ella, cada entrenamiento lo hago por ella. Si ganase medalla en Río se la dedicaría a ella también, que fue quien me descubrió este deporte que hoy es mi vida", dijo hace unas semanas.

Misión cumplida. Ahora le queda por cumplir un deseo menor: comerse una paella. Al menos, eso fue lo que dijo anoche ante las cámaras que estaba deseando hacer al llegar a España.

¡Que la disfrutes, Orlando!