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"Lo que hemos hecho es dificilísimo". Esas eran las palabras de Lucas Mondelo, seleccionador español del equipo de baloncesto femenino español, en zona mixta. Emocionado y con la plata al cuello, decía esta frase ante un país entregado a una nueva hazaña.
No estuvieron en Londres 2012 y las echamos de menos. Las echamos de menos mucho, porque son pura garra. Una generación de jugadoras que, desde ayer, tienen una plata olímpica en su casa. O lo que es lo mismo: el máximo al que se puede aspirar a una competición internacional desde que Estados Unidos descubrió la pelota de basket.
Las Xargay, Palau, Torrens y compañía han hecho un campeonato para enmarcar que, como decía la primera de ellas al acabar la final, es una lástima quedara deslucido por el marcador contra las americanas (101-72). No estamos del todo de acuerdo: no todo el mundo le aguanta un cuarto de tú a tú a Estados Unidos. Tampoco cualquiera le gana uno de los cuartos: el último concretamente, 20-23 -sí, las americanas se dejaron ir porque lo tenían hecho, dirán, pero los números son los números-.
Esta plata, además, viene a rendir homenaje a las que no están y que, un día, se arremangaron para que en este país ustedes y nosotras pudiésemos admirar la grandeza del baloncesto cuando está jugado por mujeres. Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar, Isa Sánchez, Eli Cebrián, Marina Ferragut, Anna Montañana, Margarita Geuer... Y tantas y tantas.
Ellas abrieron camino a las hoy flamantes subcampeonas olímpicas que por si alguno se ha perdido, que no creemos, rendimos homenaje humilde aunque sea con esta mención: Laia Palau, Anna Cruz, Alba Torrens, Astou Ndour, Laura Nicholls, Silvia Domínguez, Lucila Pascua, Marta Xargay, Leticia Romero, Leo Rodríguez, Laura Gil y Laura Quevedo.
Lo que llevan al cuello dice que son de plata, pero son absolutamente una generación dorada que ha cerrado un ciclo olímpico para quitarse el sombrero.
¡Enhorabuena!
Nota: Está redacción agradece el detalle de Lucila Pascua de responder a nuestro mensaje de ánimo con todo su cariño. No dudéis nunca que, desde España, llevamos en volandas cada bola por si os era de ayuda.