actualidad
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Admitámoslo: la mayoría de los adultos, torceríamos el gesto si nos preguntaran por el futuro. Resoplaríamos, arquearíamos las cejas y pondríamos una mueca de resignación. Nos avalan las estadísticas. Esas que dicen que en unos años, cuando estos niños tengan 25 o 30 años, habrá un 70% más de jubilados y solo un cotizante por cada uno de ellos; que las pensiones serán un 8% más bajas en 2020 y un 35% en 2050; que las máquinas acabarán con millones de puestos de trabajo, la tasa de desempleo juvenil superará el 60% y los sueldos serán precarios; que la demanda global de energía habrá aumentado un 45% y la de agua un 30%; y que se habrán multiplicado las muertes por la contaminación.
Ante ese escenario casi apocalíptico, hemos buscado a seis niños que serán los españoles del mañana... y no tienen tanto miedo del futuro. En nuestro país hay algo más de siete millones de menores de 15 años. El flujo de las adopciones y las migraciones ha diversificado los patios de los colegios y, en las últimas décadas, hemos pasado de una sociedad cultural y religiosamente casi homogénea, a otra multicultural.
Mientras, como adultos y padres, el racismo, la xenofobia, la falta de oportunidades o la violencia de un mundo que estalla están en nuestra cabeza, ellos son optimistas. No solo ven su futuro más brillante sino que tienen más claro lo que podría hacerse para mejorarlo. Tienen sueños y no entienden por qué no habrían de alcanzarlos. Son idealistas, solidarios y seguros de sí mismos. Son Madot, Marcos, María, Lena, Allegra y Tao, y estas son sus ideas.
10 años
"Me gustaría que España fuera más de campo, con menos contaminación y más parques y zonas verdes"
El espíritu aventurero de Marcos ya le ha dado algún susto. Le gusta la naturaleza, explorar y perseguir ranas. "Una vez cogí una serpiente. Me dijo el padre de un amigo mío, que trabaja en el zoo, que no era venenosa, pero me mordió y pasé dos días en el hospital. Tuve suerte porque solo me pilló con un diente y me metió solo la mitad del veneno, pero se me puso toda la mano negra e hinchada. Las enfermeras decían: "Vamos a ver a Frank de la Jungla".
Marcos Poza
Aunque no lo parezca, Marcos es de Madrid, aunque en su alma es un niño rural. Cuando va al pueblo de su familia, le gusta despertarse allí, ver las flores, salir a la naturaleza y pasarse trotando por ahí todo el día. Si estuviera en su mano "haría una España más de campo. Quitaría asfalto, coches, contaminación y cemento, y pondría más parques, más zonas verdes, que más gente pudiera vivir en pueblos pequeños".
Él lo tiene claro: "Cuando sea mayor, seré biólogo y viviré lejos de la ciudad". A su madre le parece bien. Cuando piensa en la versión adulta de su hijo, está convencida de que será "una buena persona, con muchos amigos, porque es un niño muy noble".
De momento, su paso a paso hacia la vida adulta, le llevará a Estados Unidos. Su familia ha aprovechado una oportunidad laboral para pasar allí un par de años. "Será una buena experiencia para los niños, porque además de aprender el idioma verán otras formas de vivir, otra cultura...".
Marcos está contento, espera que allí haya menos contaminación y sabe seguro que tendrá una casa con jardín: "Eso me encanta. Lo que menos me gusta es que allí se comen muchas chuches y muchísimos bollos, habría que hacer algo para cambiar eso también. A mí me encantan las verduras, aunque también la pizza".
10 años
"Haría que los padres no tuvieran que trabajar tanto y pudieran jugar más con los niños"
Como cualquier niña de su tiempo, Madot se hace selfies y whatsappea con soltura al tiempo que observa todo lo que pasa a su alrededor con sus grandes ojos abiertos de par en par. A los pocos minutos de estar con ella ya se hace patente su gran sensibilidad. "Es pura vida, pero también muy perfeccionista y eso le hace sufrir", confirma Stefanie, su madre.
Ella intuye que en eso de ser adulto no debe de ser todo tan guay como otros niños piensan. "Cuando eres mayor, tienes la sensación de poder hacer lo que quieras, pero hay que trabajar, trabajar y trabajar para ganar dinero", explica dejando claro que ha captado el matiz y la trampa. "Hay trabajos que te lo puedes pasar bien haciéndolos, por eso, aunque sé que podré hacer lo que quiera, no quiero ser presidenta del Gobierno, ni ministra, ni banquera ni ninguna de esas cosas aburridas. Quiero ser diseñadora de moda".
Madot Milla
Madot se acurruca bajo el ala de su madre, busca su contacto total, casi como si quisiera ocupar el mismo espacio que ocupa ella. "Si pudiera cambiar algunas cosas, me gustaría que la gente fuera más educada, que no dejaran basura en la calle, por ejemplo. Me gustaría también que todos los niños pudieran jugar y que ninguno tuviera que sufrir nunca más. Y, sobre todo, que mi madre tuviera más tiempo para jugar más conmigo a la Wii, que los padres no tengan que trabajar tanto".
Es un reproche frecuente, pero su madre lo tiene claro: "Mi padre siempre nos decía que, como no podría dejarnos una herencia, al menos nos dejaría una buena educación. Cuando era niña no lo entendía, pero ahora sí, por eso hago un esfuerzo importante para que Madot tenga la mejor educación posible".
No le preocupa a qué se dedicará en el futuro, pero sí el racismo y la xenofobia, que sea una mujer negra en un mundo blanco. Piensa que tal vez acabe viviendo en lugares más cosmopolitas, como Londres o Nueva York. "Por eso lo doy todo por su educación, para que, si quiere volar, pueda volar. Lo que quiero para ella es que tenga opciones".
8 años
"¿Por qué me tienen que gustar más las princesas que las Tortugas Ninja?"
María es tímida y responsable, muy ordenada, perseverante y paciente. Le encantan las matemáticas y odia lengua. Pero está dispuesta a estudiar mucho, aunque no le guste, para alcanzar sus objetivos: "Ser veterinaria y tener un chalé". El sueño inmobiliario se debe a que quiere tener muchas mascotas (un labrador blanco que se llamará Coco, un gato, una tortuga...) y le dicen que hay que tener una casa con jardín para eso.
Antes de imaginarse a sí misma como veterinaria, quiso ser profesora, y periodista, y hasta entrenadora de leones marinos... Y, aunque eso de cambiar España para mejor le parece "mucho trabajo", tiene una idea muy certera del origen de muchos problemas. "¿Por qué las cosas tienen que costar dinero?", se pregunta.
María Rückertz García
"Eso siempre hace que no podamos tenerlas y que la gente tenga envidia y se pelee por ello. Yo, si tuviera mucho, me daría un paseíto en avión, me iría al Caribe unos días pero luego volvería y podríamos repartirlo, como hacemos con los juguetes en Navidad".
"Ella siempre dice que el dinero crea muchos problemas, sobre todo el ansia por acumularlo", añade su madre, que procura no inventarse proyectos sobre el porvenir de sus hijos. "Lo que quiero es que María se sienta libre para elegir en cada momento lo que ella quiera, en cualquier aspecto... Por eso siempre le digo que nunca tenga miedo a decir todo lo que piensa y que, si algo le gusta, no lo cambie por nada".
Y ya lo hace. María ha estado tres años llevando una mochila de las Tortugas Ninja a pesar de que sus amigos se metían con ella porque eso no era de niñas. "No creo que tenga que haber cosas de chicas y de chicos. Eso me parece muy, muy mal y habría que cambiarlo. ¿Por qué me tienen que gustar más las princesas?".
10 años
"A veces oigo a los POLíTICOS, pero no votaría a ninguno de ellos. Me votaría a mí"
Allegra es como su nombre. Transmite felicidad y despacha píldoras de sabiduría casi sin darse cuenta. Aunque no tiene prisa por crecer ("Cuando hace frío, queremos que llegue el verano; cuando somos pequeños, hacernos mayores... Deberíamos disfrutar más del momento", afirma), sí imagina los detalles de su vida adulta: "Tendré hijos, viviré en la montaña y mi casa la habré hecho con mucho cuidado para no contaminar. Tendré una huerta y animales, y produciré mi propia leche y mi queso. Todavía no sé muy bien qué quiero ser, pero será algo que ayude a las personas".
Allegra nació en Bélgica, hija de madre sueca y padre italiano. "En general, España me gusta, pero cambiaría algunas cosas. Me gusta que mi colegio sea exigente, pero termina a las cinco y hay muchos deberes... Deja poco tiempo para estar en casa y jugar. En Suecia, mis primos no tienen deberes nunca y terminan a la una o a las dos. También utilizamos demasiado los coches cuando podríamos ir en transporte público o en bicicleta. Y odio las corridas de toros. Los matan para que la gente se divierta. Si fuera presidenta del Gobierno los quitaría".
Allegra Meazza
¿Acaso te gustaría serlo? "¡Sí! Le dije a mamá que de mayor quizás podría ser presidenta, porque quiero hacer algo para que el mundo sea mejor. A veces oigo a los políticos, pero no votaría a ninguno, me votaría a mí".
Cuenta Lorenzo, su padre, que es una niña transparente y generosa, y que con una sonrisa y un abrazo trata de mejorar tu día si lo has tenido malo. "Nos da mucho y nos ayuda a ser conscientes de las cosas". Es vegetariana desde que tenía cinco años. "Les dije a mis padres que los animales también tienen derecho a vivir". Y así, con su ejemplo, poco a poco está transformando la vida de toda la familia, que ahora come menos carne.
A Allegra la hace sufrir la injusticia. "No me gusta estar en la ignorancia, pero no puedo ver los periódicos porque cada día mueren demasiadas personas. Parece que a mucha gente eso no le importa, pero a mí sí".
10 años
"Quisiera poder cambiar la manera de pensar de la gente y que no existieran el machismo, el racismo..."
El poemario de Lena se llama Ragurima, que significa Lágrima en japonés. "Mis poemas son lo más oscuro que ha visto la Tierra", explica con tono tétrico. Ya escribía antes, pero desde que falleció su abuelo se ha interesado mucho por el tema. Aunque su creatividad da para mucho más: tiene con su padre una relación muy especial construida en torno a la música y al cine. Así que Lena enumera entre sus películas favoritas El Padrino y El gran Lebowski. También tiene un piano y un órgano, y ha compuesto canciones.
"Hay un muchas cosas que me gusta hacer: escribir, actuar, dibujar, cocinar cupcakes, empanadas y lasaña, maquillar... Aunque me gustaría ser cualquiera de esas cosas de mayor, prefiero no decirlo ahora porque a lo mejor cambio de idea. ¡No quiero imaginarme mi vida del futuro! Prefiero llegar a los 30, mirarme al espejo y sorprenderme". Respecto a la maternidad, tiene dudas: "Siempre digo que no, porque duele; si se inventa una nueva manera de tenerlos, la aprovecharía".
Lena Rodríguez Wiener
Gabriela, su madre, la define como "chispeante, brillante, muy irónica, con un humor muy inteligente, es muy activa intelectualmente y creativamente, pero también es un poco vaga para darle continuidad a sus proyectos porque siempre anda metida en varias cosas a la vez". Uno de esos proyectos es un cuaderno político en el que plasma sus inquietudes sociales. "Me gustaría poder cambiar la manera de pensar de la gente y que no existiera el machismo, el racismo, los fascismos... Y otro montonazo de cosas: las luchas, las guerras, las armas".
Solo tiene 10 años, pero tiene claro qué es el feminismo: "Significa que las mujeres tienen exactamente el mismo derecho que los hombres, no que sean mejores que ellos, sino que tiene que haber igualdad. Y desde que se creó el machismo, es muy necesario". Más ideas: si fuera ministra de Educación, "más que asignaturas, cambiaría el método de enseñar. Y, sin duda, cambiaría el comedor". Su madre la anima a seguir siendo curiosa y extrovertida, "que viva mirando a su alrededor y se preocupe por los otros".
11 años
"Acabaría con las guerras destruyendo todas las armas, que no quede ni una sola"
A Tao le encanta leer. El Diario de Greg, World of Warcraft, Astérix... "Algunos los he leído siete veces. Mi madre tiene que venir por la noche a apagarme la luz para que deje ya de leer, pero entonces saco la linterna y sigo...". Hace una mueca cuando se le pregunta si tiene ganas de ser mayor. No lo tiene claro.
"Por una parte, podría leer o ver la tele tres horas seguidas si quisiera, y nadie me diría que me vaya a la cama. Pero tendría que ir al trabajo, que es un rollo. Yo por eso quiero ser futbolista". Y ganar mucho dinero, como Ronaldo, su gran ídolo: "La mitad se lo daría a quien lo necesite, igual que hago ahora con mis ahorros, y toda la pasta que me traen los Reyes: se lo doy a Unicef y a Save the Children".
Tao Javier Díaz García
Tao llegó de China con tres años y ha conservado su lengua materna a base de siete horas semanales de chino. Su madre cree que será una ventaja para su futuro. Un futuro en el que se lo imagina, simplemente, viviendo de su trabajo. "Me gustaría que sea una persona normal, feliz, y que al menos viva igual que nosotros, que no peor. Lo que más me preocupa es el islamismo radical y qué será de España y de Europa cuando él sea mayor".
Tao se traería de China "la Gran Muralla y algunas cosas de su cultura milenaria", pero España le gusta tal y como está. "Lo que no me gusta son los políticos. Deberían ponerse de acuerdo y cumplir lo que dicen". ¿Y si pudiera cambiar algo? "Lo primero, acabar con las guerras tirando al fuego todas las armas hasta que no quede ni una. Era un mejor cuando la gente se peleaba con lanzas, pero ahora con pistolas y bombas no se salva nadie".