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La segunda vida de Céline Dion

En enero perdió al amor de su vida, pero ha regresado con más fuerza que nunca: estrena disco, va a lanzar su propia marca y se ha convertido en un (improbable) icono de moda.

Celine Dion / Getty Images

Ixone Díaz Landaluce Madrid

Cada noche, antes de irse a dormir, entraba en su habitación para darle un beso y desearle felices sueños. Pero aquel día no lo hizo. Quiso dejarle descansar. Céline también estaba cansada. Acababa de volver de un concierto en el Caesars Palace de Las Vegas. Hacía unos meses que había retomado sus compromisos. A la mañana siguiente, la enfermera le dio la mala noticia: su marido, René Angélil, había fallecido de madrugada.

La cantante acudió a su habitación, cerró la puerta y se arrodilló junto a su cama. Habló con él un rato. Le dijo que no tenía que preocuparse. Que ella estaba bien y los niños también. "Ya has sufrido bastante. Vete en paz", le dijo a modo de despedida.

A Angélil le habían diagnosticado cáncer de garganta por primera vez en 1999. Después de recibir tratamiento y superar la enfermedad, tuvo dos recaídas más. En 2013 le extirparon un tumor, pero un año después el cáncer se había reproducido de nuevo. Dion canceló todos sus conciertos y giras y se dedicó, una vez más, a cuidar de él.

Cuando conoció a su futuro marido, René Angélil, él tenía 38 años y ella, 12.

Los últimos meses fueron especialmente duros: la cantante le ayudaba a asearse, a lavarse los dientes, a ir al baño... Cuando falleció, el 14 de enero, tenía 73 años. Apenas dos días después, el hermano de Dion, Daniel, murió víctima de otro cáncer.

Vestida de negro de los pies a la cabeza, Céline era la imagen del dolor en la catedral de Montreal apenas unos días después. En el funeral, al que asistieron 2.000 personas, le acompañaron sus tres hijos: René-Charles, de 15 años, y los gemelos Eddy y Nelson, de seis. Un mes después, la cantante volvía a los escenarios. Y lo hacía con un sentido homenaje a su marido.

"A lo largo de mi vida solo he tenido ojos para René, que se sentaba cada noche a verme cantar. La gente pensaba que le miraba a él, pero no me hacía falta porque cada vez que cerraba los ojos, le sentía a mi lado, estuviera en su asiento, en un palco, en el backstage o en casa con los niños. Siempre ha estado conmigo sobre el escenario y nada va a cambiar eso. Quizá ya no oiga su voz, pero hablo con él y pienso en él todo el rato. Sé que me escucha, de una forma u otra. Y ahora siento que me está diciendo que me calle y empiece a cantar".

No exageraba un ápice. Al fin y al cabo, ella y René fueron inseparables durante más de 35 años. Se conocieron cuando la cantante tenía 12 años y él, 38. Angélil ya era un productor musical y representante artístico famoso en Canadá, estaba casado en segundas nupcias y era padre de tres hijos. Dion era la pequeña de una familia francófona de 14 hermanos.

Me iré de gira y seré la cantante más famosa del mundo"

La suya era una casa humilde (su padre era carnicero y su madre, ama de casa), pero alegre, en la que la música siempre estaba sonando de fondo. Con cinco años, debutó en la boda de uno de sus hermanos y empezó a soñar con dedicarse a la música. "Me iré de gira y seré la cantante más famosa del mundo", solía decir.

Con 10 años, convenció a sus padres para que la dejaran actuar en un piano bar y con 12, su madre y uno de sus hermanos escribieron una canción para que ella la interpretara. La grabación llegó al despacho de Angélil que, conmovido por aquella portentosa voz juvenil, quiso conocerla. Cuando la escuchó cantar en directo por primera vez, se echó a llorar.

Estaba tan convencido de su talento que decidió hipotecar su casa para financiar su primer disco. El álbum fue un éxito y Dion se fue de gira por Canadá, Japón y Europa; en 1988 ganó el Festival de Eurovisión, representando a Suiza.

Pero el productor sabía que, si Céline quería triunfar, tenía que pulirse un poco más. Insistió en que aprendiera inglés y, sobre todo, en que se sometiera a cirugía para reconstruir su desastrosa dentadura. El cambio tuvo efectos inmediatos.

Su primer disco en inglés, Unison, fue un éxito en Estados Unidos y su dueto, junto a Peabo Bryson, del tema principal de la película de Disney La bella y la bestia la convirtió en una estrella y en ganadora de un Grammy. El tema, además, ganó el Oscar a la mejor canción original.

Me gusta pensar que mi vida es un libro con muchas páginas por escribir"

Pero con el paso de los años, la relación entre la estrella y su mánager empezó a cambiar. "Cuando le conté a mi madre que tenía sentimientos muy fuertes hacia René, ella quería matarlo. Trató de quitarme la idea de la cabeza y de hacerme entender que aquel era un hombre que había estado casado dos veces, que tenía tres hijos, que no era responsable... Me dijo: Eres mi hija y quiero un príncipe azul para ti".

Pero, pese a la oposición materna, cuando Dion cumplió 18 años la pareja salió de armario. En la dedicatoria de su disco The colour of my love (1993), la cantante confesó públicamente su amor por él. La pareja se casó el 17 de diciembre de 1994 en una ostentosa ceremonia que se retransmitió en directo por la televisión canadiense. Y mientras ella se convertía en una artista superventas (llegó a vender más de 100 millones de discos en los 90) y alcanzaba fama planetaria gracias a My heart will go on, el tema principal de la película Titanic, la pareja soñaba con formar una familia.

No fue fácil. Dion siempre ha hablado abiertamente de sus problemas para quedarse embarazada. Por fin, en 2001, nació su primer hijo, René-Charles, después de varios ciclos de fecundación in vitro. Y en 2010, la cantante dio a luz a los gemelos Nelson y Eddy.

Al mismo tiempo, Dion hacía historia en Las Vegas. En 2003, y gracias a las hábiles gestiones de su marido, la cantante firmaba un acuerdo insólito y multimillonario para dar 600 conciertos (cinco shows a la semana) en el Caesars Palace de Las Vegas. Cuatro años, 700 conciertos y tres millones de espectadores después, el espectáculo A new day se convirtió en el más rentable de la historia, con una recaudación total de 385 millones de dólares.

Su música siempre ha sido criticada por ser excesivamente "sentimentaloide"

La crítica, eso sí, nunca ha estado de su parte. Más bien al contrario. Su música siempre ha sido criticada por ser excesivamente "sentimentaloide", por abusar de retoques en la postproducción y por resultar, en general, algo impersonal. Lo cierto es que Dion nunca se ha encargado de escribir sus propias canciones y siempre ha confiado las letras de sus temas a compositores como Marc Dupree. Tampoco le ha hecho falta para convertirse en todo un icono, ni para amasar una fortuna que Forbes estima en más de 380 millones de dólares.

Y ahora la cantante está en pleno proceso de reinvención. Hasta el final de su vida, su marido ejerció un control absoluto sobre su carrera. Todo pasaba por sus manos: las giras, los discos, la promoción... Llegó, incluso, a escoger al nuevo mánager que le sustituiría cuando él ya no estuviera: Aldo Giampaolo.

Sin embargo, y a pesar del afán de René por dejarlo todo atado y bien atado, algo ha cambiado. Dion está en plena ebullición. Además de editar la pasada semana nuevo disco en francés, Encore un soir, y de seguir cantando en Las Vegas, la cantante también está preparando su propia marca de lifestyle, a imagen y semejanza de Gwyneth Paltrow. Comercializará ropa, accesorios y productos de belleza.

Pero este no es el único proyecto que se divisa en su horizonte. Céline también ha confesado que le gustaría probar suerte como actriz y que no le importaría adoptar a una niña. Eso sí, no quiere oír hablar de volver a enamorarse. "Soy mujer de un solo hombre. Mi corazón está cerrado con llave", ha explicado. Y en una reciente entrevista en Elle Francia decía: "Nadie sabe lo que nos depara el futuro, me gusta pensar que mi vida es un libro abierto en el que todavía faltan muchas páginas por escribir".

De momento, ha conseguido ponerse en pie de nuevo. "Tengo 48 años y he perdido al amor de mi vida. Echo mucho de menos al René que estaba bien, pero no al que estaba sufriendo. No puedo ser egoísta. Tienes que dejar que las personas se vayan. Me siento en paz", ha explicado. En paz para volver a dar guerra. Para volver a ser una gran diva.

Abrigo de Jil Sanders y botas de Gianvito Rossi. / Getty

Céline, la fashionista

No era cualquier alfombra roja, sino la de los Oscar de 1999, y su look resulta imposible de olvidar: traje blanco de Dior al revés (la chaqueta abotonada en la espalda), gafas de sol y fedora blanco. Un desastre. La moda siempre fue la asignatura pendiente de Céline. Abusaba de pedrería y lentejuelas, escogía looks desfasados y combinaciones atroces... Pero hace unos meses eso cambió.

En la Semana de la Moda de París, se paseó por la capital francesa luciendo con acierto su nuevo fondo de armario: Dior, Balmain, Gucci, Giambattista Valli, Fendi, Saint Laurent, Balenciaga... y hasta una sudadera de Titanic de Vetements, la nueva marca de culto que revoluciona la pasarela. Sentada en el front row, parecía una auténtica fashionista. Pocos días después, de visita en Nueva York, lució siete modelitos distintos (incluido uno del español Delpozo) en 24 horas. Las revistas de moda vuelven a fijarse en ella, y no para criticar su estilo. Pero su cambio de look tiene un artífice.

Tras desvincularse de Annie Horth, su asesora de toda la vida, ha confiado sus estilismos a Law Roach, responsable de la imagen de Zendaya o Ariana Grande. "Tenemos una gran sinergia. Ella confía en mí, pero también me dice qué le gusta. Lo más increíble es que nada le da miedo", dice Roach. De momento, la fórmula está siendo un éxito.

20 de enero-18 de febrero

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