Ocho años después del estallido de la crisis económica mundial que ha hecho tambalearse la sociedad del bienestar, la tasa de desempleo en nuestro país, es del 20% (según los datos de hace un par de semanas), mientras que el crecimiento económico sigue ralentizado. Los trabajadores sufren las principales consecuencias de esta situación: empleo precario y jornadas cada vez mayores.
En el caso de las mujeres, la situación es peor aún: la tasa de paro femenina durante el segundo trimestre de 2016 es del 21,8% frente al 18,4% de la masculina; el salario medio del 67% de las españolas es de 645€ al mes; y la brecha salarial ha crecido hasta el 24%, lo que supone que deben trabajar 88 días más al año para percibir igual salario que un hombre en su mismo puesto.
son los que una mujer media debería trabajar de extra para percibir igual salario que un hombre en su mismo puesto.
Aun así, algunos de los expertos en finanzas del mundo señalan el papel clave que podría tener la figura de la mujer en la solución a esta debacle económica: en el mercado laboral si se logra su participación masiva y como consumidoras, al ver aumentado su poder adquisitivo. Y ya han acuñado un término para bautizarlo: womenomics. En 1999 Kathy Matsui, vicepresidenta de Goldman Sachs Japón escribió un artículo sobre los retos estructurales a los que se enfrentaba la economía de su país. Lo tituló Womenomics, una fusión en inglés de las palabras women (mujeres) y economics (economía).
Matsui indicaba que se está perdiendo un gran potencial laboral en el mundo, el femenino. Aunque sus informes tuvieron cierta repercusión, hubo que esperar hasta 2014, cuando un estudio de su propia empresa señaló que el PIB de Japón podría crecer un 13% si se facilitaba la incorporación plena de la mujer al mercado laboral. Entonces, el Gobierno japonés puso en marcha un programa de medidas para conseguirlo y lo llamó Womenomics 2.0.
Carmen Castro - Doctora en Economía y creadora de Sin Género de Dudas
Otros estudios e informes han avalado también los paradigmas que propuso Matsui. Si se cerrara por completo la brecha de género laboral, esa diferencia entre el salario que perciben hombres y mujeres, el crecimiento de la economía mundial podría ser del tamaño de las de China y Estados Unidos juntas, según la consultora McKinsey & Company.
Con tan halagüeñas perspectivas, ¿por qué las empresas, los gobiernos y el propio sistema eligen perder beneficios antes que reducir la desigualdad? "Se trata de una cuestión de privilegios o, mejor dicho, de no querer renunciar a ellos", indica Carmen Castro, doctora en Economía y creadora de Sin Género de Dudas, una consultora y red feminista online. Castro apunta que los estudios demuestran que las empresas que tienen mayor paridad son las que más beneficios generan a largo plazo. "Si, aun con estos datos, el mundo empresarial no cambia, tendremos que concluir que les puede su misoginia y su machismo", puntualiza.
Stephanie Marko tiene 46 años, tres hijos y su propia empresa, Stikets, dedicada a las etiquetas identificativas. En su opinión, por mucho que los líderes de las finanzas hablen de womenomics, el mercado laboral español no está preparado para las mujeres. Y menos si son madres o planean serlo. "Los empresarios nos ven como un problema y no como personas con un valor añadido. No permiten una conciliación real. El horario español tampoco tiene sentido. No es productivo y lo más grave es que las empresas no son conscientes de que eso no es bueno ni para las mamás, ni para los papás, ni para las propias empresas".
Marko apunta que los hombres no ayudan demasiado porque no son conscientes de la realidad; al no ser víctimas del sexismo, les cuesta darse cuenta de la magnitud del problema. Ahora, como empresaria, concilia llevándose a sus hijos a la oficina y apostando por la flexibilidad. "Yo no soy CEO de Stikets, sino CEM (Chief Executive Mum)", explica. El sistema de cuotas le parece la mejor opción para garantizar que las mujeres accedan a los puestos de decisión y se vayan creando flujos y modelos a seguir. "Por mucho que algunos digan que es un sistema antinatural, también es antinatural que el 99% de los directivos sean hombres cuando hay mujeres cualificadas de sobra. Si no hacemos nada, tendrán que pasar 100 años más hasta que consigamos que el 50% de los ejecutivos sean mujeres".
Aunque los cambios vayan a velocidad de tortuga, los beneficios económicos que conllevaría una mayor participación laboral femenina han despertado el interés de los mercados financieros. Si hace un par de años en el Foro Económico Mundial de Davos la participación de mujeres se había reducido al 16%, este año la situación de la mujer y la igualdad ocuparon un lugar prioritario en las discusiones.
Pero, ¿podrían servir las womenomics para romper techos de cristal? La Asociación Española de Mujeres Empresarias de Madrid (ASEME) lo ve con optimismo. Para su presidenta, Eva Serrano Clavero, "puede aportar visibilidad y un cambio del paradigma de la mujer, que pasa a primera línea, como influencer de la economía mundial".
El protagonismo femenino laboral impulsaría la transformación de la sociedad. "Los grandes líderes nos han hecho ver el éxito desde una mirada masculina. Un cambio a favor de la visibilidad femenina pondría de manifiesto la cantidad de mujeres con un gran potencial que existen, y a las que la sociedad no les da el reconocimiento oportuno", indica.
Nuria Villanova, presidenta de Atrevia, la mayor consultora de comunicación en España, da la bienvenida a esa visibilidad, pero señala que aún queda mucho por hacer: aunque la presencia femenina en los consejos de administración ha crecido hasta el 19,83%, España aún se encuentra por detrás de la media europea, de un 21,2%, según el último informe sobre las mujeres en las compañías del Ibex 35, elaborado por Atrevia e IESE.
Sin embargo, Villanova está convencida de que ha llegado el momento: "Muchas de las cualidades y de las fortalezas que poseemos nos hacen óptimas para emprender. Pero nos frena una cuestión inculcada desde el nacimiento: ser humildes a la hora de vender nuestros logros, algo que a veces nos lleva a descartarnos para liderar un proyecto o a no postularnos para un ascenso".
Pese al optimismo, el fenómeno womenomics entraña riesgos y despierta escepticismo. Belen Sobrino, responsable de Derechos de las Mujeres en Oxfam Intermón, las verbaliza así: "Me gustaría saber a quién está dirigido este fenómeno. ¿Son las mujeres de las maquilas nicaragüenses womenomics? ¿O las que trabajan recogiendo la fresa en Marruecos, que no conocen sus derechos y cobran menos del salario mínimo? Por cierto, este fenómeno no tiene en cuenta todo el trabajo de cuidados no remunerado que realizan las mujeres y ahorra muchísimo dinero a los estados".
Sobrino añade la necesidad de empezar a hablar de "igualdad sustantiva", una corriente transformadora que cambie nuestras estructuras. "Si no, no servirá de mucho tener al 100% de mujeres trabajando. Incluso puede que se feminice más la pobreza", dice.
Otro peligro de las womenomics es que los agentes económicos se limiten a interesarse por la mujer como consumidora. Ellas realizan ahora el 65% de las decisiones de compras a nivel global, según datos de la consultora internacional The Boston Consulting Group, y son un objetivo económico a "reclutar".
"Pero solo si las empresas ven en ellas seres humanos y no simplemente cifras, empezaría a haber beneficios que excederían la rentabilidad económica, porque incorporarían también justicia y bienestar", apunta Clara Luquero, alcaldesa de Segovia y creadora de los encuentros Mujeres que transforman el mundo, una serie de charlas en las que se ha puesto de manifiesto que las mujeres son los mayores agentes de cambio social y laboral.
El Global Gender Gap Report (Informe de la brecha global de género) es un estudio anual creado en 2006 por el Foro Económico Mundial. Muestra estadísticas de 145 países y es una herramienta muy útil para interpretar el nivel de igualdad de cada nación, en lo económico (salarios, acceso al empleo de alta cualificación) y en educación, participación y liderazgo político, salud y esperanza de vida. En de 2015, en cabeza estaban Islandia el único país a punto de acabar con la brecha de género, Finlandia y Noruega, mientras que los últimos puestos los ocupaban Chad, Pakistán y Yemen. España, que ostentó el puesto 11 hace 10 años, ha caído al 25. Entre otros datos, el informe revelaba que el salario medio anual de una trabajadora española se acerca a los 26.000 euros, mientras que el de un hombre es de 40.000 euros. Y, dada la lentitud de los avances, a este ritmo la brecha económica mundial no se cerrará hasta el año 2133.
"Al ser madre, ha estado legitimada para trabajar a tiempo parcial y flexibilizar sus horarios. Con ello ha iniciado un cambio en la cultura empresarial; algo de lo que nos acabamos beneficiando todos", explica Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional de Investigación I WIL (Women in Leadership) y titular de la cátedra Mujer y Liderazgo de IESE. Precisamente, se acaba de publicar el estudio Mujeres InSync, realizado con su apoyo por la empresa TNS, del que se desprende que ocho de cada 10 mujeres españolas consideran que su talento no está suficientemente reconocido.
"Ocurre debido al techo de cristal, los horarios rígidos, la dificultad para la conciliación, los estereotipos masculinos y femeninos... Pero también se debe al techo de cemento, que se refiere a la falta de confianza y sintonía de las mujeres consigo mismas", explica Chinchilla. A su juicio, el problema es que "las gafas con las que miramos el panorama laboral son masculinas. Ellos han creado las estructuras y la mujer se ha tenido que ajustar a ellas, con su maternidad y su familia. Pero es difícil encajar un círculo dentro en un cuadrado".
Chinchilla señala que, sin un cambio en la visión global, no se podrá sacar todo el potencial femenino. "Hay una broma que dice que si Lehman Brothers se hubiera llamado Lehman Sisters no se habría hundido. Yo digo que fueran Lehman Brothers & Sisters entonces sí que habría sido una gran empresa. La mujer tiene unas capacidades extraordinarias de liderazgo. Womenomics puede ser una oportunidad para todos, si cambia la cosmovisión del mercado laboral".
La necesidad de cambio profundo estructural que, aparentemente, womenomics no contempla genera alarmas en economistas con perspectiva de género, como Carmen Castro. "Hasta ahora, ha funcionado una lógica extractivista, pero deberíamos trabajar en una visión sostenible, con reparto de empleo y medidas que fomenten la corresponsabilidad. Eso sí permitiría la creación de puestos de trabajo, e incorporar a muchas mujeres, no solo a las que tengan una alta cualificación", indica. Un futuro incierto Chinchilla señala la importancia de que la igualdad modele los cambios por venir.
"Creo que, con un ropaje moderno, este fenómeno encierra una trampa perversa ya que solo hablan de impulsar medidas que vuelven a fijar la división sexual en el trabajo y el cuidado como cosa de las mujeres, no de corresponsabilidad, algo básico para la igualdad. Me parecería mucho más interesante si en lugar de womenomics habláramos de igualnomics para que sea al fin innecesario hablar de brecha salarial y techos de cristal", concluye.
Un 60 por ciento de las mujeres japonesas abandona su trabajo tras el nacimiento de su primer hijo. Esta es la clave por la que Japón se sitúa en el puesto 101, de 145 países, en el Global Gender Gap Index, el informe sobre la brecha global de género. La falta de guarderías, la escasez de corresponsabilidad en un país donde los padres pasan una media de 15 minutos al día con sus hijos, los horarios inflexibles y la discriminación son algunas de las razones por las que ellas deciden quedarse en casa. Los salarios escandalosamente más bajos - un 30 por ciento menores- y el hecho de que los puestos de ascenso suelan ocuparlos varones, son la guinda de tan amargo pastel.
"Por mucho que se esfuerce y trabaje, la mujer nunca es recompensada en proporción a su labor", explica Kathy Matsui en una memorable charla TED. Por ello, el Gobierno japonés decidió implementar en 2014 el programa Womenomics 2.0, que ya va por su segunda fase, 4.0. con medidas destinadas a impulsar el empleo femenino. Se anunció a bombo y platillo y se fijó como meta el que las mujeres ocuparan un 30 por ciento de los puestos directivos de las empresas, tanto del sector público como del privado, en 2020.
Pero, tras dos años, Womenomics 4.0 solo se han conseguido un 3,5 por ciento de los puestos gubernamentales y un 4 por ciento en las compañías privadas. La conclusión es que las medidas económicas, por sí solas, no funcionan. Tanto Japón como el fenómeno womenomics se enfrentan a un reto mayor: cambiar las estructuras para acabar, de verdad, con el arraigada sociedad patriarcal.
20 de enero-18 de febrero
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