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Nujeen quiere ser astronauta y es muy probable que un día lo consiga. Nujeen es de Siria, tiene 17 años y vive en Wesseling, un suburbio de Colonia. Nujeen fue solo una más del millón de personas que llegaron a Alemania en 2015 huyendo de la guerra en su país, de los crímenes del Daesh y de un destino sin futuro. Ella, como muchos otros, recorrió 5.782 km en un mes, incluidos los del mar que separa Turquía de Grecia. Ella, como muchos otros, pagó miles de euros para poder reconstruir su vida en un lugar donde cada mañana no temiera morir.
La gran diferencia es que Nujeen hizo todo ese peregrinaje subida a su silla de ruedas, empujada por su hermana, Nasrine, de 25 años. El motivo es que Nujeen nació prematura, con una enfermedad llamada tetraplejia espástica. Una parálisis de la que ha conocido el nombre por primera vez en Alemania. Ahora, esta valiente joven relata su viaje en Nujeen: el increíble éxodo en silla de ruedas desde las arrasadas tierras sirias hasta Alemania, un libro escrito con la ayuda de Christina Lamb, coautora también de Yo soy Malala, la biografía de la joven paquistaní y premio Nobel de la Paz, que también ha aplaudido la valentía de esta chica siria.
Aunque no se trata de un melodrama sobre una pobre niña discapacitada y su terrible viaje por el continente el libro de Nujeen está lleno de ironía, certeros análisis e incluso sentido del humor las telenovelas juegan un rol importante en esta hisoria. Nos recibe con unos relucientes brackets que el dentista le acaba de poner. "Ya les dije que con mi boca tendrían trabajo", bromea Nujeen, que, desde muy niña se empeñó en compensar su discapacidad física con un sentido del humor a prueba de bombas. Recuerda el verano de 2013, cuando vio por primera vez a los milicianos del autodenominado Estado Islámico.
Aquellos siniestros hombres de negro que pronto convirtieron las ejecuciones públicas en Alepo en su herramienta de terror. Sus padres, humildes y analfabetos, quisieron que sus cuatro hijos y cuatro hijas fueran a la universidad y se convirtieran en personas de provecho. En esta familia kurda, el radicalismo religioso no entró nunca en casa y las mujeres de los Mustafa eran las únicas que no llevaban velo en el colegio de Manbij, la ciudad en la que habitaron antes de trasladarse a la más grande del país, Alepo. Un lema kurdo los guía: "Macho o hembra, un león es un león".
Sin embargo, Nujeen nunca pudo ir al colegio. Imposible bajarla cada día por los cinco pisos de escaleras. Así que su solución fue aprenderlo todo por la televisión. La parabólica le abrió la puerta a un mundo lleno de películas, series y documentales, perfecto para ampliar el gran repertorio de datos que guarda en su cabeza. Además, con la tele, sobre todo con su culebrón favorito, Days of our Lives, aprendió un inglés impecable.
Lo que nunca imaginó es que utilizaría ese nuevo idioma por primera vez en las playas griegas, en brazos de un voluntario, empapada hasta los huesos después de que la bajaran de una barcaza llena de gente aterrorizada. Alguien inmortalizó aquel momento en el que una niña en silla de ruedas, con una amplia sonrisa en los labios, celebraba estar en suelo europeo. "Todavía recuerdo el viaje como una gran aventura". Su rostro confirma que no bromea: "A veces lo echo de menos, en serio. Si no hubiera sido por las cosas horribles que vi, ese recorrido habría sido alucinante".
Por supuesto, esta eterna optimista no lo recuerda todo como un dulce paseo turístico, sobre todo por la tristeza que le produjo dejar a sus padres atrás, en Turquía. "No creo que puedan venir a Alemania. Son mayores. Además yo todavía no tengo el permiso de residencia y se acaba el tiempo para pedir la reagrupación familiar. Cumplo 18 años el 1 de enero". Sobre la voz de Nujeen, que por cierto significa "nueva vida", se escuchan llantos infantiles. En Alemania comparte casa con dos hermanas y tres sobrinas. "Hay muchos niños aquí, no nos aburrimos".
Nujeen nació 1 de enero de 1999 en Manbij, Siria.
En 2003 se mudó con sus padres y sus ocho hermanos al barrio kurdo Sheikh Maqsoud, en Alepo, para que ella recibiera atención y sus hermanos fueran a la universidad.
En la primavera de 2012 la revolución llegó a Alepo. Y en julio, la guerra.
En agosto, Nujeen se marchó con su familia a Gaziantep, Turquía.
Su viaje con su hermana Nasrine arrancó el 22 de agosto de 2015 con un vuelo a Esmirna, Turquía.
En un mes pasó por Grecia, Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria. Llegó a Alemania, el 21 de septiembre.
Estuvo en un centro de refugiados en Dortmund y en octubre llegó a Wesseling. El 30 de noviembre pisó por primera vez un colegio.
En su país de acogida pudo pisar por primera vez un aula, la de la escuela para chicos con discapacidad a la que acude cada día. "He empezado a vivir como una adolescente, a tener amigos de mi edad, y ya sé hablar alemán. Todo va bien por aquí. Lo único que no me gusta es la palabra refugiado. Prefiero considerarme una invitada en Alemania". La conversación baila del inglés al alemán sin previo aviso y en ambas lenguas su acento es admirable.
Esa elocuencia es la que John Oliver, el presentador del famoso late night show estadounidense Last Week Tonigth (y reciente ganador del Emmy), aplaudió ante millones de espectadores: "Es el tipo de persona que mejoraría cualquier país que la acoja", dijo Oliver. Fue después de emitirse una entrevista del periodista de la BBC Fergal Kean, el primero que descubrió, en Croacia, a Nujeen Mustafa. Durante aquel encuentro, ella desveló su pasión por EJ, el malo de Days of our Lives, y su frustración porque los guionistas lo hubieran "matado".
Oliver consiguió resucitar al personaje para que le enviara un mensaje a la joven siria. Aquel vídeo dio la vuelta al mundo, igual que la situación de Nujeen, que agradece cómo se han volcado con ella los fans de la serie. El iPad desde el que habla se lo regalaron ellos. James Scott, el actor que interpretaba a EJ, le envió a Alemania una cadena de plata por su cumpleaños. No parece, sin embargo, que estemos ante una persona fácil de impresionar. Uno de sus sueños es conocer a la reina Isabel II. "Me interesa mucho la historia de Inglaterra, así que le preguntaría algunas dudas. Además, ella tiene influencia en el mundo, quizá si le pido ayuda pueda echar una mano a los refugiados".
Nujeen tiene claro que quiere utilizar su voz para concienciar a unos políticos que parecen empeñados en mirar hacia otro lado. "Espero que se den cuenta de que no somos solo números, de que la gente que huye es real. Y de que nosotros querríamos regresar a casa, que tenemos un hogar, pero ahora mismo necesitamos un lugar seguro para seguir con nuestras vidas".
Durante el viaje, mientras Hungría atacaba a refugiados y levantaba vallas en sus narices; o en Eslovenia, los empujaba a pasar la noche en una celda, Nujeen seguía las vergonzosas reacciones de los dirigentes europeos ante el drama humanitario que ella estaba viviendo en primera persona. Solo Angela Merkel, con su política de acogida, le parecía en su sano juicio. La compara Nujeen en sus páginas con la valiente y poderosa reina siria Zenobia, reina del imperio de Palmira. Hoy, un año después, sigue pensando lo mismo.
"A Merkel le diría que se mantenga fuerte. Que está haciendo las cosas bien para su país y para el mundo. Lo cierto es que los refugiados podemos ser útiles. Yo quiero ayudar". Es lo que ella llama el "cóctel Nujeen": recibir lo bueno de Alemania y darle al país lo bueno que tiene ella. "No somos niños mimados que solo piden cosas y no devuelven nada. Tenemos que encontrar trabajo y ser útiles. Pero necesitamos que nos den una oportunidad".
Las declaraciones de la joven serán posiblemente una caricia para la maltratada canciller germana, ahogada actualmente en la creciente ola de xenofobia en su país. "Entiendo que la gente tenga miedo. Somos de otra cultura, de otros países, pero no somos tan aterradores. Llegamos sin saber el lenguaje ni el estilo de vida, pero estamos intentándolo". De momento, Nujeen no se queja más que del trato de alguna vecina nada contenta con tener refugiados en su edificio.
nUjeen mustafa
"Todo mi entorno me trata muy bien, y en el colegio aprendo mucho. Me di cuenta de que empezaba a acostumbrarme a mi nueva vida el primer día que me fastidió madrugar para ir a clase". Dispara otro arsenal de carcajadas a las que, como en el libro, sigue una frase de afilada sinceridad: "La parte más emocionante de todo esto es que, por fin, podré tener expectativas de futuro". Y el futuro, además de por conocer a la reina de Inglaterra, ¿por dónde pasa? "No me importaría conocer a Sergey Brin, el fundador de Google. O a Messi, el futbolista".
Nujeen tiene claro que, algún día, volverá a Siria. Le gusta pensar en su país como en una amiga enferma con la que se reunirá cuando vuelva a estar sana. "Será dentro de mucho mucho tiempo y yo ya no seré la misma. Tendré en la cabeza muchas cosas nuevas, otra cultura, pero estoy segura de que regresaré. A veces, incluso me imagino cómo será el día en que la vuelva a ver". ¿Y cómo será esa nueva Nujeen? ¿Cómo será su futuro? "Pues, siendo coherentes con el plan, estudiaré Físicas, que es algo básico para ser astronauta". Su mirada no deja lugar a duda de su determinación. "¿Sabes que Alemania es el país europeo que más gente ha mandado al espacio exterior? ¿Estoy o no estoy en el lugar adecuado?"