actualidad
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Es una de las abanderadas del nuevo girl power. Hablamos de empoderamiento. De mujeres que han recuperado esas líneas perdidas en las décadas XXS de la industria. La industria ha escuchado a las mujeres reales y Hilary Rhoda podría ser (casi) la vecina de al lado, si no fuera porque su rostro ha cubierto las portadas de las revistas de moda más importantes desde hace una década.
Su atractivo no es exuberante, como el de las modelos rusas; ni exótico, como el de las brasileñas. Ni tampoco luce esa delgadez extrema que durante un tiempo parecía parte de la identidad de algunas modelos. La suya es una belleza reposada, al estilo americano una cantera donde priman los cánones clásicos, recordemos a Cindy Crawford o Arizona Muse y, ahora, al relevo generacional que son Gigi Hadid y Kendall Jenner, muy conscientemente asentada en el ejercicio físico y la vitalidad, en contraposición a cierto apego por la languidez de algunos cánones estéticos europeos.
No es gratuito que Rhoda haya sido comparada tantas veces con ese epítome de la belleza clásica que fue la Brooke Shields de los años 80. También desde pequeña llamaba la atención por sus ojos verdeazulados y sus prominentes cejas.
Pero a ello debemos sumarle una tendencia que, como un fantasma, recorre el mundo de la moda: nos referimos al strong is the new skinny que pregonan recientes campañas. Tras años de running, spinning y yoga, "estar fuerte" es el nuevo "estar delgada". Estar en forma sin obsesiones, saludable y enérgica es el canon.
Para muestra, un botón: cuando el diseñador italiano Lorenzo Serafini se dispuso a lanzar su primera colección con la firma Philosophy, buscaba un toque adicional de "fuerza y poder femenino" para lucir sus glamourosas prendas. ¿La solución? Fichar a Rhoda y convertirla en imagen de la marca.
Nacida en un barrio de clase alta de las afueras de Washington, protagonizó siendo adolescente campañas publicitarias para Ralph Lauren y Hollister. Después, vendrían los desfiles con Dior, Balenciaga, Valentino, YSL, Chanel... A punto de cumplir los 30 años, todavía no se ha bajado oficialmente de las pasarelas, pero es más fácil ver un primer plano suyo como embajadora de una marca que sobre las pasarelas. Y es que la cámara adora sus rasgos armoniosos y esa apariencia de sencillez que acompaña con una marcada identidad healthy.
Preocupada por comer sano siempre desayuna una taza de té Earl Grey y un bol de fruta, reconoce que ha conseguido un cuerpo tonificado gracias a su constancia y a los consejos de Tracy Anderson, la entrenadora personal de muchas celebrities. Todos los días, si no viaja, se levanta a las cinco de la mañana y pasa dos horas en el gimnasio. Y los fines de semana disfruta montando en bicicleta en los alrededores de su casa de los Hamptons. Así ha logrado ese cuerpo 10, que ha sido tantas veces portada de la revista Sport Illustrated y que le ha servido para ponerse las alas de Victorias Secret en dos ocasiones.
Pero que a nadie le confunda su angelical rostro, porque carácter no le falta. De hecho, no le ha temblado el pulso para demandar a su madre y a su hermano, a los que acusa de haberse quedado con parte de su fortuna (en 2007, Forbes la incluyó en su lista de las 12 modelos mejor pagadas del mundo).
Su familia ahora es su marido, un ex jugador de hockey con el que comparte la afición por el deporte. Y no hace mucho tiempo confesaba su gran "secreto" de belleza: "Me gusta exfoliarme el cuerpo en seco antes de ducharme pero, sobre todo, hacer ejercicio, sudar, sacar fuera las toxinas y mantener la sangre circulando, oxigenada. Gracias a ello tengo un bonito rubor y mantengo mi piel con buen aspecto". Toda una declaración de intenciones que cumple en su vida.