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Ella es la última de las Jenner-Kardashian que habríamos imaginado evocando la figura de la heredera más polémica y desfasada de la historia reciente: París Hilton. Por su personalidad, más sensata y discreta, se hace raro verla sintonizando tanto y tan bien con el estilo de la DJ ibicenca más polémica. Sin embargo, el minúsculo vestido plateado que la reina de Instagram llevó en su 21 cumpleaños es prácticamente idéntico al que Paris llevó en el suyo allá por 2002. Ambas tienen en común la estilizada delgadez que un vestido tan arriesgado como este necesita.
La pieza de marras está confeccionada en cristales de Swarovsky por La Bourjoise y su precio ronda los 9.000 dólares. Paris lo combinó con sandalias rosas, gargantilla de diamantes versión XXL y sus características horquillas en forma de mariposa. Kendall, sin embargo, se limitó a abrigarse con una estola de pelo, al que añadió clutch transparente y sandalias. Parece que la mayor de las Jenner quiere lanzar un mensaje al mundo: “Ya tengo 21 años y nadie me va a decir que no puedo comportarme como Paris Hilton, si quiero”.
Lo cierto es que la noche debió de ser bastante divertida y alcohólica, con momentos hasta surrealistas. Khloe Kardashian, la hermana mayor, ha contado en la televisión estadounidense que, en mitad de la fiesta, un hombre desconocido se acercó a la fiesta para regalarle a Kendall... ¡un Rolls Royce! Una vez superado el susto, la celebración continuó hasta el amanecer: Cara Delevigne, Halley Baldwin, Jaden Smith y Chris Brown, entre otros invitados, terminaron con las existencias del champagne de Perrier-Jouët Belle Epoque, a 500 euros la botella.
A la salida, nadie se acordó del Rolls Royce, valorado en 300.000 dólares, probablemente porque nadie podría conducir. La joya sobre ruedas quedó aparcada en el mismo sitio donde se lo dejaron. Y, por lo que cuenta Khloe, seguirá allí un buen rato.