actualidad
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Si hay un sueño americano que esta mañana (noche para ellos) se ha visto truncado dolorosamente es el de Hillary Clinton, la mujer que parecía llamada a romper el techo de de cristal, o más bien de acero, que separaba la Casa Blanca de cualquier candidata mujer que hubiera tenido la osadía de presentarse a las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Parecía que Hillary pasaría a la historia como la primera mujer Presidenta de la nación más poderosa de la tierra. Probablemente ella misma llegó a creerlo así. Quizá por eso, pasadas las horas desde la confirmación de la victoria de Donald Trump, aún no ha comparecido ante sus votantes.
Se suceden los análisis ante esta decisión del pueblo americano, recibida con estupor en un principio, pero luego atemperada por el discurso (no escrito) de un Donald Trump que ha querido bajar el tono y el nivel de agresividad y asegurar que Estados Unidos se llevaría bien con quien quisiera llevarse bien con Estados Unidos. Y mientras el ya Presidente se investía del tono presidencial, la ausencia de la candidata demócrata, que sí realizó la llamada obligada de felicitación a su rival, brilla cada vez más por su insistencia. ¿Dónde está Hillary?
Mientras los votantes demócratas esperan una explicación por parte de su candidata, Donald Trump ha querido agradecer a Hillary Clinton el trabajo que ha realizado durante los más de 30 años que ha estado en política y reconocer cómo la dureza de la campaña ha impactado en las familias de ambos.
De alguna manera, muy suavemente, le estaba agradeciendo los servicios prestados e indicándole un retiro discreto y dorado, a salvo de esas amenazas de cárcel para ella que profirió hace escasos días. ¿Está meditando Clinton si resistir o desistir? ¿Acaso aún no ha salido porque valora poner fin a su carrera política? ¿Podemos esperar alguna sorpresa del discurso de aceptación de la perdedora demócrata?