¿Por qué Hillary Clinton no gusta a los americanos?

Sospechas de corrupción. Parte de los norteamericanos no confía en Hillary Clinton. Así de categórico. Según una encuesta de CNN de mayo, un 68% consideran que Hillary es una “persona deshonesta o poco confiable”. De hecho, la apoyan “Crocked Hillary” (“Hillary la Corrupta”). La ex primera dama se ha visto envuelta en distintas polémicas a lo largo de su carrera. La que la persigue hasta hoy se desató a comienzos de 2015: la prensa reveló que durante su gestión como secretaria de Estado, utilizó una cuenta personal para comunicarse, algo que está prohibido por ley.

No tiene empatía. Parece que no le gusta la gente y a la gente no le gusta ella. "Hay algo que tiene que ver con su actitud, con su persona, con su voz, con su sonrisilla burlona que chirría a mucha gente", ha explicado Craig Shirley, biógrafo de Ronald Reagan e historiador que ha pasado décadas como consultor político conservador. "A la gente no le gusta que se les hable en un tono condescendiente y ella tiene el terrible hábito de hablar así a la gente, con esa sonrisa burlona".

Es ambiciosa. De alguna manera, se sigue penalizando su actitud durante el escándalo Monica Lewinsky (la becaria con la que el por entonces Presidente le fue infiel), cuando decidió sufrir en silencio la humillación pública y seguir adelante con su matrimonio. En el imaginario popular, lo que Hillary Clinton estaba protegiendo no era tanto la familia como su propia proyección política. Es de dominio público que el matrimonio pasa poco tiempo al año bajo el mismo techo y si la ficción continúa es sólo como soporte político de la carrera de ella.

No ilusiona. Lleva más de 30 años en la política, y el electorado la identifica con el establisment que se ha ido alternando en los puestos de responsabilidad mientras su situación económica iba empeorando. De hecho, se la relaciona muchísimo con las grandes corporaciones de Wall Street que financian sus carísimas campañas y que han ido devaluando sueldos, reduciendo plantillas o deslocalizando producción. Tanto los descontentos con el descenso de su nivel de vida como los votantes que buscan un cambio radical prefieren a candidatos antisistema, que no estén relacionados con los grupos de interés que han gobernado hasta el momento la nación. Para ellos Hillary era más de lo mismo.

Es belicista. También ha pesado la agresiva política exterior estadounidense que ha desarrollado como Secretaria de Estado durante los gobiernos Obama, con conflictos en Libia, Siria, Crimea, Irak...

Es feminista. Al inicio de su carrera se dejaba notar más la misoginia con la que se responde habitualmente a las mujeres con ambiciones públicas, patentes en las críticas que suscitó que quisiera mantener su apellido de soltera. Se la consideraba una feminista ambiciosa inapropiada para acompañar a Bill Clinton en su carrera presidencial. Declaraciones como "No estoy aquí sentada como si fuera una mujercita al lado de mi hombre, como Tammy Wynette" o "Supongo que podría haber estado en casa haciendo galletas" confirmaban de cara a la opinión pública su talante anticonvencional.