“A mi cuerpo le doy lo que pide”

Recién cumplidos los 70, Alicia Borrás vive una segunda juventud como modelo. Prácticamente desconocida para el gran público, Borrás dio la campanada hace dos años cuando cerró el desfile de Andrés Sardá con un vestido de encaje que resaltaba un cuerpo espectacular y unas sofisticadas facciones. Las mismas que, con apenas 17 años, ya sedujeron a Manuel Pertegaz.

Eran los años 60 y el padre de Alicia, un sastre menorquín, vio un anunció en el que el modisto buscaba maniquíes y acompañó a su hija a Barcelona para el casting. Entonces, ya medía 1,74 m -"Era muy tímida y los chicos me llegaban por el hombro, así que ninguno me sacaba a bailar", reconoce- y le encantaba la moda. "Me miró de arriba abajo, se fijó en las piernas y me dijo que sí", recuerda de su encuentro con el modisto.

Durante tres años, y a jornada completa, iba al taller para que Pertegaz le probara sus creaciones que luego ella mostraba a las señoras de la alta burguesía. Pero el sueldo no daba para mucho y empezó a colaborar con diseñadores como Elio Berhanyer. Luego desfiló para Dior, Chanel o Yves Saint Laurent, trabajó en publicidad, ganó Miss España 1965 y quedó tercera en Miss Universo.

Hasta que llegó un apuesto alemán, se casó y dejó la profesión. "Nunca me planteé compaginar mi carrera con mi familia porque el trabajo de mi marido nos obligaba a vivir fuera y viajar mucho. Tal vez si me hubiera quedado aquí... Pero no siento pena, la vida son etapas y aquella fue fantástica", explicaba en una entrevista en El Periódico de Cataluña. Y la actual también. Participa en editoriales de moda y campañas de publicidad, como la que protagonizó hace unos meses para Desigual... ¡bailando! ¿Su secreto? "Camino mucho, practico golf y yoga, y como platos de cuchara. Tengo una buena relación con mi cuerpo y le doy lo que me pide".