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La iniciativa dio la vuelta al mundo: Ivanka Trump, la hija modelo del Presidente electo de los Estados Unidos, subastaba un café con motivos benéficos. A los pocos minutos de salir la subasta en la web Charitybuzz, ya había pujas que superaban los 40.000 y, luego, 72.000 dólares, todas por parte de empresarios interesados en acceder al círculo íntimo del presidente Donald Trump.
En un comunicado, Ivanka explicó que era "un honor recaudar dinero adicional para beneficiar a los niños con enfermedades terminales a través de la donación de mi tiempo personal".
En principio, el dinero iba a ir a parar a la Eric Trump Foundation, la organización benéfica de su hermano Eric que apoya al programa gratuito para niños con cáncer del hospital St. Jude Children's Research de Tennessee.
Cada año, la familia recauda alrededor de 5 millones de dólares anuales, y casi todos sus ingresos van a parar a este hospital. "Cada año hemos subastado un almuerzo con uno de nosotros. No es más que un esfuerzo para recaudar mucho dinero para ayudar a los niños enfermos", apuntó el hijo del presidente.
Sin embargo, los expertos no tardaron en elevar sus dudas al respecto de la iniciativa, que ha terminado en anulada. El abogado Norm Eisen, quien sirvió como consejero de ética a principios del mandato del presidente Barack Obama, recordó que el gobierno actual prohibió a cualquier miembro de la primera familia solicitar directamente donaciones caritativas: "los funcionarios del gobierno no pueden utilizar su cargo público para beneficio privado, incluso para un acto digno de caridad", afirmó Eisen.
Por su parte, el activista Fred Wertheimer, presidente de Democracy 21, explicó que el papel de Ivanka Trump y su hermano en el esfuerzo de recaudación de fondos parecía "altamente inapropiado". "La familia del presidente no debe recaudar a costa de un posible comprador de influencia que busca exponer sus ideas ante el presidente".