El cantante tenía la ligereza y el talento para componer 'hits' inevitablemente pegadizos, pero también un don para escribir letras precisas, un rango vocal envidiable y, además, cierto olfato para convertir la moda en su más potente aliada.
No tuvo mucha suerte en durante su juventud, a pesar de conectar inmediatamente con la adolescencia y pubertad de varias generaciones.
George Michael estuvo mucho tiempo, demasiado tiempo en el armario, y tanto negarse a sí mismo pudo pasarle factura. Perdió a su primer novio y a su madre antes de llegar a los 30, y después tuvo que lidiar con la vigilancia extrema de los medios, ansiosos por colgarle la etiqueta de gay que rehuía, y una adicción intermitente a las drogas.
Su sentido de la moda, arriesgado a pesar de querer ajustarse siempre al patrón que impone la masculinidad, fue evidente desde sus primeros éxitos con Wham!, el duo que formó con Andrew Ridgeley. Vestidos de blanco de cabeza a pies y con camisetas con o sin mangas impresionadas con grandes letras, lucieron los peinados plagados de mechas que marcaron la década. Ridgeley y Michael abrazaron las tendencias en un momento en que practicar así la moda no era síntoma de masculinidad sino de afeminamiento. En 1986, después de realizar el primer tour de un grupo pop occidental por China, se separaron.
Su carrera en solitario estuvo marcada por un cambio de imagen radical: el dulce y bello joven ídolo de adolescentes se endureció y apareció con un marcado look varonil que aún colea entre los jóvenes que hoy resucitan los 90: barba de varios días, pendientes, gafas de sol de aviador, botas y pantalones bien prietos. Su primer álbum sin Ridgeley, “Faith”(1987), se convirtió en la más vendido de su carrera, con su mezcla de pop, funk y soul. En 1990 lanzó la canción “Freedom”, culmen de su influyente relación con la moda, casi más certera para expresar la identidad del cantante que su misma música.
El videoclip de “Freedom”, dirigido por un jovencísimo David Fincher (luego director de “El club de la lucha” o “La red social”), dio carta de naturaleza global al fenómeno de las supermodelos. George Michael contó con Linda Evangelista (su favorita de largo), Naomi Cambell, Christy Turlington, Cindy Crawford y Tatiana Patitz, un 'dream team' de mareo. En el clip, las modelos pudieron expresarse en sí mismas, sin el corsé prefijado de un diseñador, mientras fingían un playback de la canción. Vestidas levemente por la estilista Camilla Nickerson, esta cuenta que la prenda más cara fue una sábana de lino de 18 metros con la que Turlington se tapa.
Dos años después, el flechazo de Michael con la moda continúa. En el videoclip de “Too Funky” aparecen Eva Herzigova, Nadja Auermann, Shana Zadrick y Tyra Banks, aunque en esta ocasión las tendencias monopolizan la conversación pop y dejan en segundo plano a las modelos, que aparecen superproducidas como futuristas amas de un BDSM de ciencia ficción. Dirigido por Thierry Mugler, el vídeo expresa la infinita fiesta que, también en la moda, supusieron los extasiados años 90, una que George Michael vivió y exprimió, hasta casi hacer languidecer su carrera profesional.
Durante toda la década, George Michael estuvo lidiando con la posibilidad de la intrascendencia, lo peor que puede pasarle a una estrella del pop. En 1998, el cantante admitió al fin su homosexualidad en el 'outing' más innecesario y cruel de la década: un policía de paisano le tendió una trampa en unos baños públicos de Beverly Hills. Al año siguiente parodió el episodio en el clip de “Outside”, ajustando por fin su persona con su personaje. En estos últimas décadas se “eltonjonizó” en un nuevo look que le sirvió de armadura y frontera: melena rapada, su sempiterna barba recortada, gafas de cristales ahumados e impecable traje. EN 2011 realizó su última gira mundial. Sonaba como cuando tenía 20 años.
20 de enero-18 de febrero
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