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Lejos de desear trabajar para el cine, Paola Torres comenzó su carrera en el mundo de la moda. Era miembro del equipo de Sybilla: comenzó en la tienda, pasó a tomar medidas y dedicó 14 años a ser su jefa de prensa. Al cine llegó por casualidad, invitada por el mismísimo Pedro Almodóvar. "Preparaba 'La mala educación' y el responsable era Paco Delgado, que se convirtió en mi mentor y la persona que me lo enseñó todo". Tras varias películas trabajando con el dos veces nominado a los Oscar, empezó en solitario en 'Oviedo Express', de Gonzalo Suárez. En su fulgurante carrera también se ha ganado la confianza de directores como Álex de la Iglesia, que le brindó su primera nominación al Goya, por 'Mi gran noche'.
"Cada vez que aceptas significa volver a empezar de cero". Y como ejemplo pone 'Los últimos de Filipinas', por la que es candidata este año. "Nadie sabe cómo se vestía hace un siglo y eso te permite algunas licencias, pero un uniforme no te lo puedes inventar. El vestuario de estos soldados, además, es un hallazgo histórico. Para los que crean que España no inventa nada, que sepan que el tejido mil rayas de los uniformes fue un hito en la ropa de guerra, porque fue el primero con ideas miméticas, de camuflaje, y el más ligero de su época. Lo inventó un empresario textil de Barcelona y el Estado lo usó para sus militares de climas tropicales".
"Como la guerra duró poco, con el sobrante el empresario confeccionó trajes de hombre de verano. De ahí surge el traje mil rayas. Cuando entré en la película, por tiempo era imposible encargar la fabricación del tejido. Necesitábamos un kilómetro de tela. Y apenas se usa hoy, menos en algodón puro. Al final, encontré un stock en una vieja tienda. Incluso conseguí botones originales del uniforme para reproducirlos. Dos días antes de empezar a rodar en Guinea, estaba aún en una tintorería terminando de teñir los trajes. Fue una locura. Adelgacé siete kilos".