Ayer, Donald Trump compareció en rueda de prensa ante los periodistas en la Casa Blanca. Las crónicas, una vez más, revelan la estupefacción y la desesperanza de unos profesionales que han perdido la esperanza de que el magnate se comporte de manera "presidencial": hubo, como en anteriores ocasiones, insultos para los medios, muchas medias verdades y bastantes postverdades (mentiras) expuestas a posteriori. Significativamente, en un momento de esas dos largas dos horas que duró su comparecencia el Presidente pidió: "Quiero contestar una pregunta bonita".
Un reportero acertó a cumplir su petición: "¿Puede contar qué es lo que está haciendo Melania por el país?". A lo que Trump contestó: "Eso es lo que yo llamo una pregunta bonita". Lo que vino después, fue uno de esos discursos vagos y enrevesados que no van a ninguna parte porque no existe nada que se pueda contar. “Creo que Melania va a ser espectacular. Ella, como el resto de personas que trabajan con ella, está muy concienciada sobre las dificultades que sufren las mujeres y es una gran defensora de esta causa (…) Siempre ha sido una mujer de máxima calidad, lo digo porque la conozco desde hace tiempo”.
Resultó raro que el Presidente se refiera a su esposa en estos términos, como si fuera un instrumento o una herramienta. Sin embargo, a renglón seguido el discurso fue a peor, porque reapareció la mujer a la que Trump sí parece concederle eficiencia, voluntad y crédito: “Ayudándola y trabajando a su lado estará Ivanka, que es una persona fabulosa y una fabulosa, fabulosa mujer. Ninguna de las dos está haciendo nada por dinero. Lo están haciendo porque lo sienten”. Tanto es así, que fue Ivanka y no Melania la que se sentó con Justin Trudeau, el primer ministro canadiense, para hablar sobre un programa de medidas creadas para impulsar el bienestar de las mujeres. Mientras tanto, Melania Trump tuiteaba con Emily Ratajkowski.
20 de enero-18 de febrero
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