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La ahora rubísima cantante parece decidida a convertir cada actuación suya en un manifiesto político, confirmando que su disgusto por la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos no era transitorio. Seguidora declarada de Hillary y vestida, quizá en homenaje a ella, con un traje pantalón, Perry interpretó ayer en los Premios Brits su hit 'Chained to the Rhythm' mientras dos esqueletos gigantes bailaban cerca de ella. ¿De qué iba esto?
Las dos enormes marionetas, esqueletos vestidos con traje y corbata roja uno y con traje de falda rojo y cinturón el otro, eran dos representaciones de Donald Trump y Theresa May en su reciente primer encuentro. Los dos esqueletos interpretaron a la perfección el saludo entre ambos mandatarios e incluso bailaron de la mano, representando un momento que ya fue bastante ridículo en la vida real.
Alrededor de los dos fúnebres gigantes, la cantante quiso situar pequeñas, muy pequeñas, casitas que querían representar, suponemos, a los ciudadanos británicos y estadounidenses. La metafórica visión de Katy Perry del panorama político actual no puede ser más negra: los gobernantes son heraldos de la muerte que bailan mientras la ciudadanía, horrorizada, se esconde en sus casas. Por suerte, al final de la actuación parte del decorado se vino abajo y el percance liberó un poco de sentido del humor. Tanto pesimismo es insoportable.