actualidad
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Hay estrellas que imitan a su propia figura de cera como una hoja de ruta. Personajes que cronifican su estilo para no envejecer. Clones de sí mismos. Y luego está Lady Gaga, un plomo candente o un blandibú fosforito que, desde que nació el pop, alimenta su transformismo de máscaras, sexo, arte, música, prótesis, histrionismo, carne cruda y tecnología. ¿Quién es ella? ¿Cuántas mujeres pueden llegar a ser?
En su última encarnación, Stefani Germanotta ha descendido de sus plataformas, unos zancos tan balbuceantes y dadaitas como su propio nombre, hacia un molde de naturalidad sospechoso: ¿por qué ahora quiere ser normal? ¿Se ha cansado de ser la madre de los little monsters o es solo otra máscara? En su nuevo disco, la bisexual neoyorquina le dedica una canción a John Wayne, un icono americano apto para la era del trumpismo.
En 2009 recogió el premio a Mejor Artista Revelación en los MTV Video Music Awards vestida de Alexander McQueen y con máscara. /
Podríamos creer que su nuevo mito es Dolly Parton si no fuera porque hay un tono melancólico que impregna todo el disco, empezando por su título 'Joanne', el nombre de una de sus tías que murió de lapsus a los 19 años y de la que Gaga se siente reencarnación. Su razón: "Quiero que la gente me escuche. Y es imposible si no dejan de mirar la langosta que llevas sobre la cabeza". ¿Adiós langosta?